CELAC: consecuencia histórica frente a la Doctrina Monroe

Al leer las líneas escritas sobre la CELAC por diferentes e inquietos escritores estén a su favor, en su contra, los que no se mojan, los pro-yanquis, los agoreros, los que cacerolaron, los ni-ni, los capitalistas populares, los anti-chavistas, los sesudos expertos y no tan expertos, los sabe-lo-todo, los chupatintas, los verdaderos expertos en asuntos de esa naturaleza pero no los historiadores, hemos percibido que la reunión de altos dignatarios de países desde el sur del río Bravo hasta la Patagonia-estrecho-de-Magallanes-las Malvinas e invitado especial, Puerto Rico, celebrada en Caracas en el marco del Bicentenario de gesta heroica de libertades, de luchas anti-coloniales, de oposición a la Dependencia, a la relación con el Imperio-imperialismo, a la “Dictadura del 4to Poder”, al Poder según lo definía Müller Rojas, a la “doctrina Obama” (José Vicente dixit), a favor de la dignidad, la libertad, la Democracia popular-participativa y protagónica, la auto-determinación, la no interferencia en los asuntos internos, a la unidad regional según la propia Historia de esos países asistentes, teniendo como anfitrión al Comandante-Presidente, Hugo Rafael Chávez Frías, acompañado por el Canciller de la Revolución, Nicolás Maduro, es un “hecho histórico”, según la Historia Universal, que, como tal, debe ser analizada, la reunión, sustentándose en todas las ciencias en las que se apoya la Historia cuando se incursiona en el buscado análisis objetivo de un “hecho histórico” concreto y en objetividad histórica (Edward H. Carr. Qué es la Historia).

Decimos lo anterior para colaborar en el conjunto de escritos propuestos y expuestos sobre el tema y enfocar su análisis desde la confrontación obligada entre la CELAC y la Doctrina Monroe.

La CELAC es la consecuencia histórica, necesaria y obligada de su precedente que se realizó en Panamá bajo la responsabilidad de Simón Bolívar, El Libertador -1826- (Ortega Díaz, Pedro. El Congreso de Panamá y la unidad latinoamericana. Monte Ávila Ed. Latinoamericana. Caracas, 1976, pp. 144). Quizás podamos proponer que frente a dicha propuesta política continental no expansiva, los EEUU de América habían presentado ante su Congreso el día 2 de diciembre de 1823, en la persona del Presidente, James Monroe, en su 7mo. discurso del Estado de la Nación, es decir, como Política de Estado del novel estado en expansión territorial interna y consolidación de su poder ante los imperios europeos y sus políticas imperialistas tanto en el Asia y el Pacífico como en El Caribe, los contenidos de su Política, reiteramos, de Estado para ese aspirado y religiosamente diseñado futuro de su país, Estados Unidos de América, en expansión regional-americano, primeramente, para ser global-asiática en su segunda fase imperial-imperialista.

Antes de entrarle “al trapo”, permítasenos exponer algunas consideraciones para su correspondiente “pajita dialéctica”. La constitución de la CELAC no busca la desaparición de la OEA porque son organismos con incidencias regionales e internacionales diferentes en su propia constitución en el marco del actual mundo global; es verdad que, objetivamente, la OEA entrará en un proceso dialéctico de contradicciones permanentes hacia su propia desaparición por su propia trayectoria histórica ante las realidades históricas continentales por las cuales ha atravesado como organismo continental; además, porque sus anquilosadas  instituciones se contradicen, permanentemente, con los procesos geopolíticos continentales en lo global-continental con nuevos y sólidos actores internacionales en el escenario latinoamericano, caribeño y centroamericano como, por ejemplo, son tanto China como Rusia; conjuntamente en la realidad de los EEUU de América en su nueva fase de política exterior global en el marco de la reingeniería del sistema capitalista buscará, obligatoriamente, alcanzar acuerdos parciales con actores cercanos ideológicos como se puede percibir con ciertos países en costas de los mares pacíficos; para decirlo en términos fáciles de comprender, la OEA ha sido la institución regional que fue aceptada por los países americanos, en el marco de la “guerra fría”,  con las praxis políticas continentales ejercida en los contenidos de la “Doctrina Betancourt” como expresión anti-comunista dirigida a derrocar al gobierno cubano encabezado por el Comandante Fidel Castro y combatir y asesinar a los movimientos y miembros populares revolucionarios y sociales que aspiraban a una mayor participación en las cotidianas decisiones gubernamentales; así mismo, permitió, en justificación, el ejercicio de la violación de los Derechos Humanos continentales. Otro ejemplo donde conocemos la contradicción y decadencia en el propio seno de la OEA sería el muy reciente “Golpe de Estado en Honduras” que no merece mayores comentarios. Un otro ejemplo serían las violaciones a los Derechos Humanos de los participantes en “Occupy Walt Street” en los EEUU de América que la “secretaría” de la OEA que oficia, en esos campos de natura-teológica, en caso omiso, que se ocupa de salvaguardar los derechos, reiteramos, naturales de todos los habitantes de nuestro continente americano, incluidos los ciudadanos estadounidenses, cuando policías estadounidenses en ejercicio de su política represiva y protagónica con bendiciones legales gubernamentales estadales sacadas de esa doctrina jurídica permisiva proveniente de su “casa matriz”, han reprimido con las violencias correspondientes a y en contra los participantes miembros de la sociedad estadounidense, violando el derecho a la protesta en su lógica expresión natural ante y en contra de las realidades de las prácticas de usura como expresión brutal del neoliberalismo cuales fueron condenadas, por cierto, por la Iglesia Católica, en ejercicio jurídico-teológico, desde los tiempos históricos de la Edad Media.

Expresábamos más arriba que existe una relación entre la decisión del alto gobierno estadounidense de proponer, aprobar e implementar como Política de Estado la conocida como “Doctrina Monroe” y la decisión-propuesta, consideramos en respuesta, de Simón Bolívar de llamar a la “Unidad Latinoamericana” en el Congreso referido celebrado en Panamá. Es muy importante en cualquier análisis mantener esta relación como idea central de cualquier análisis comparativo entre ambas propuestas y las consecuenciales realidades posteriores históricas de cómo se desarrollaron la una y la otra propuestas políticas de estado con  obvios y objetivos muy diferentes. Por otro lado, sería interesante considerar la calidad de ambos actores principales: Simón Bolívar y James Monroe en sus trayectorias políticas personales. Por ejemplo, cuando nos ubicamos en las fechas de una y otra realidad de Alta Política, podemos percibir que Simón Bolívar, como estadista, percibió en un muy corto plazo en el tiempo, el real contenido de la propuesta de Monroe; conocía, como “hombre de Estado”, las asimetrías entre los desarrollos como estado-nación de los EEUU de América y su propuesta de “unidad continental” como “una sola y única nación”. Conocía en su particular análisis y, probablemente, su experiencia en vida por las Europas, los contenidos político-ideológicos de las praxis político-expansivas de las testas coronadas del Viejo continente y las repercusiones de dichas políticas expansivas en las mentalidades de los Padres Fundadores del futuro imperio continental. Consideramos que es necesario, en el marco de la Historia de las Ideas realizar un profundo análisis de las mentalidades que se confrontaron tanto en Washington como en Panamá para conocer las realidades actuales de la CELAC.

Consideramos que lo importante es analizar los contenidos de los documentos alcanzados en el marco de la celebración de la realidad-CELAC vis a vis los procesos subcontinentales de unidad en diversidad que se han venido desarrollando en los tiempos pretéritos y actuales en la Región al sur del río Bravo para conocer como la estructura de la organización-CELAC va a desarrollar sus unidades en intereses y respetos a las propias realidades sub-regionales y nacionales en función de la nueva realidad que se viene desarrollando desde la Crisis de Wall Street con la reingeniería del sistema capitalista. Para expresarlo en términos marxistas, el desarrollo de la estructura y la super-estructura en la dialéctica de la CELAC es un proceso histórico e inevitable en y frente a las realidades en pleno desarrollo del Imperio-imperialismo y en el sistema capitalista en su perfectibilidad en contradicciones inevitables conjuntamente con las políticas sociales de inevitable implementación como paradigmas de crecimiento socio-económico en lo global-mundial y regional.

En ese orden de ideas, es evidente y de fácil demostración que Washington viene desarrollando una “nueva política Obama” que es la y/o una fase superior del imperialismo, actualmente, en crisis estructural inevitable pero, quizás, perfectible. Llamemos la atención sobre ciertas políticas que viene imponiendo, exponiendo, proponiendo Washington alrededor del mundo con sutiles toques de seda hacia los países al sur del río Bravo. Nos explicamos. La política hacia los países islámicos, la fuerte crítica a las recientes elecciones en Rusia, la posición estadounidense con relación a Myanmar, la venta de armas a la provincia de Taiwan, los acuerdos militares con Filipinas, Australia, Corea del Sur, Japón, los acercamientos a los países de la “Nueva Ruta de la Seda”, las extrañas políticas hacia Paquistán, la nueva base militar en Honduras. Frente a esos escenarios de intranquilidades, la CELAC promueve una Región de Paz cuya política deberá llevarla allende los mares. 

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Miguel Ángel del Pozo


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