Trincheras de Ideas

El video de los pistoleros de Puente Llaguno clave militar para el avance de la PM

Resulta casi obligado para aquellos que participamos en la gesta del 11 de abril, en la defensa del proceso revolucionario y de apoyo al comandante Hugo Chávez, traer a colación, 9 años después, algunos aspectos de aquel día que marcó un antes y después del desplome de la oligarburguesía y del aparataje de la derecha fascista en nuestra historia reciente prácticamente a como el 27/28 de febrero de 1989 igualmente marcó un antes y un después del modelo puntofijista.

Mucho se ha hablado y escrito sobre ese día y los dos ulteriores que le siguieron en la dinámica golpista y en el agudo proceso de lucha de clases que se escenificaron aquellas 72 horas, pero por la complejidad de todo lo acontecido aún existen muchos puntos por aclarar, muchas cosas que decir y muchos secretos por descubrirse. El tiempo con su sabiduría, la paciencia de quienes investigan los sucesos históricos, los muchos hechos golpistas –con su enorme dosis de contrarrespuesta popular– que posteriormente a aquellos se han producido en Venezuela, en esa recurrente acción subversiva de la clase capitalista, la lucha de intereses y contradicciones entre los mismos grupos ultraderechistas hacen emerger informaciones como aquella reciente del golpista Ramos Allup de que una semana antes del golpe –al fin lo admiten– ya toda la cúpula golpista conocía el Decreto que Carmona El Breve leyó el aciago 12 de abril desde Miraflores.

¿Por qué un veterano como Ramos Allup, un zorro viejo se deslinda del carmonismo? Naturalmente que la cuestión presidencial tiene que ver con eso, pero esa no es la única contradicción dentro del saco de gatos opositor y subversivo.

Pero volviendo al tema del 11 de abril, no sólo pensamos en él por la circunstancia den que ese día estuvimos entre Crmelitas/Puente Llaguno, Palacio de Miraflores y Viaducto de Pagüita. Básicamente allí se concentró una enorme multitud de bolivarianos, militantes revolucionarios de distintas generaciones, todos con la idea y la convicción de defender el proceso revolucionario. En lo personal llegué a Puente Llaguno, junto a mi apreciada camarada Marisela Andrade, a eso de las 12.30 del mediodía. Ya estaban llegando los primeros marchistas de Chuao y desde El Calvario se oían bombas lacrimógenas que explotaban. Llegando a Puente Llaguno nos pintaron en la cara unas rayas rojas, especie de contraseña para no “confundirnos”. Allí nos encontramos con muchos camaradas de la Red Social no hay Marcha Atrás y centenas más de organizaciones sociales, del MVR y gente del pueblo preocupados todos por la situación política que se vivía en esos instantes.

Una tarima ubicada frente a Miraflores servía de escenario para que dirigentes como Guillermo García Ponce, Darío Vivas y muchos más hablaran al pueblo allí congregado de las intenciones de la derecha fascista de enfrentarnos a los que allí teníamos dos o tres días, con la manifestación de la clase media que venía del Este de Caracas, irresponsablemente desviada por Carlos Ortega, Lameda, Carmona y los otros cobardes que fungían de líderes de aquella masa a la que, producto de una inmensa manipulación mediática, adormecieron, manipularon hasta llevarla a una condición de disociación psicótica.

Todo eran rumores, aprehensiones, incertidumbre sobre un posible choque de trenes, la marcha derechista y la enorme concentración bolivariana. Pero destacaba la resolución y la firmeza. Como a las tres y media comenzaron a caer compatriotas, heridos o muertos, grupos solidarios de chavistas los conducían a un puesto de emergencia situado en la parte exterior de Miraflores. En esos momentos todos los que allí estábamos –y los manipulados marchistas opisitores– éramos fichas de una gigantesca y monstruosa ruleta rusa, cualquiera de nosotros podía ser el blanco de los francotiradores ubicados en el Hotel Ausonia y en otros más cercanos, y fueron cayendo en un breve lapso de tiempo los camaradas y los no camaradas. Eso formaba parte del plan golpista. Mientras, en Pagüita, centenas de nosotros veíamos a muchos de los marchistas de la derecha en las escalinatas de El Calvario, queriendo venir hacia donde nosotros estábamos, por veces avanzaban y un cordón de la GN los frenaba. Se veían a los líderes golpistas, Lameda, Puerta Aponte y otros muchos coordinando grupos paramilitares vestidos de civil. Presionaban para que una muchedumbre avanzara hacia Miraflores por ese lado y se creara un mortal enfrentamiento, momento éste que aprovecharían los grupos paramilitares de comando para saltar hacia los jardines de Miraflores.

Por los lados de la avenida Baralt avanzaban los carros de asalto de la PM conocidos como La ballena y El rinoceronte, en su interior iban policías disparando sin cesar, igualmente a sus costados también iban policías disparando, por las paredes de los comercios de la conocida avenida, desde la esquina de Muñoz, también estaban apostados policías disparando hacia el Norte, es decir, hacia el puente donde una masa de bolivarianas estaba. A los lados de las calles, no visibles desde Puente Llaguno, estaban numerosos grupos de marchistas que no eran tales, sino policías vestidos de civil armados y grupos paramilitares esperando el momento de avanzar Baralt arriba, hacia el puente, ¿por qué no lo hacían? Porque un grupos de cuatro o seis compatriotas comenzaron a disparar, repeliendo la avanzada de la PM, no había pasado media hora de esa situación cuando en el canal golpista Venevisión comenzaron a presentar un video donde aparecían los compatriotas que después la canalla mediática bautizó como los pistoleros de Puente Llaguno.

¿Por qué esa simultaneidad en la acción del agresivo avance de los policías que dirigían Guaicaipuro Lameda, Forero, Simonovich y, sobre todo, el Alcalde Mayor Alfredo Peña?

Porque la inesperada resistencia desde el puente, junto a la muralla que el Pagüita puso la Guardia Nacional, los asustó, alteraba los planes del cerco a Miraflores y aplicar una pinza entre la Barat y Pagüita y asaltar palacio. El video de Venevisión era, más que una prueba de la masacre de Chávez al pueblo, una clave militar a la PM para indicarle que encima del puente sólo estaban armados de 4 a 6 personas, no eran más y que se podían avanzar con seguridad recrudeciendo el ataque con un fuego más concentrado de todos los efectivos allí concentrados y poniendo a avanzar a las brigadas que tenían apostadas a los lados.

Que después se utilizó el video para manipular a la opinión pública, eso es otro cantar. Lo cierto fue que los grupos fascistas de choque de la extrema derecha golpista no pasaron aquel día ni por la avenida Baralt ni por el viaducto de Pagüita, se cagaron, les faltó valor y el Alto Mando del golpe tuvo que cancelar esa opción y pasar al Plan B, el paso directo de los militares a desconocer el gobierno, es decir, a una ejecución abierta del golpe de Estado.

Por supuesto, ese sólo aspecto, el de la resistencia que hicimos en Puente Llaguno, Pagüita y las adyacencias, amerita ser mucho más investigado, lo referente a los francotiradores que es un episodio aún muy oscuro, el incendio de la Jefatura que está cerca de la esquina de El Conde en horas de la noche. Hay que hacer una reconstrucción testimonial más fiel, algo se ha hecho, pero es insuficiente. Todavía no se ha medido en su totalidad el alcance y la importancia estratégica que tuvo la resistencia en todo ese sector, donde se concentró el golpe principal del enemigo y donde el pueblo se inmoló.

(humbertocaracola@gmail.com)


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Humberto Gómez García

Director de la revista Caracola. Pertenece al Movimiento de Medios Alternativos y Comunitarios (MoMAC). revistacaracola.com.ve

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