¿Quién es el mantuano hoy?

“Ánima de San Benito
líbrame de la culebra
que del mantuano me libro yo
si la culebra es la misma

¿quién es el mantuano hoy?”

(Alí Primera, Jose Leonardo fue)


Las lluvias ponen nuevamente de relieve una realidad que impacta no sólo por la fragilidad de la infraestructura del país producto de muchos desaciertos – durante todo el siglo XX y lo que va del XXI-, que como la basura yacía acumulándose bajo la alfombra, una bomba de tiempo cuyo tic tac sigue andando. Pero el problema va más allá de la vivienda, de la cosecha perdida, de la carretera destruida, de la represa -la nueva y vieja- que no aguantó y no fue culpa de la burguesía sino del profesional que tenía la responsabilidad ética de los cálculos y el mantenimiento; sin dejar de reconocer la urgencia en el abordaje de éstas soluciones, si se trata de ser radicales, tal vez inconscientemente se advierten algunos rasgos de nosotros mismos que se creían superados, que a nuestro criterio son la raíz de principal problema que nos aqueja y se resume en la pregunta de Alí, siempre vigente y sabio: ¿Quién es el mantuano hoy?


Los mantuanos representaban dentro de la estructura social de la Capitanía General de Venezuela del siglo XVIII cuando mucho el 2% de la población, pero eran la clase dominante, luego estaban todos los demás, una masa heterogénea, que también contenía dentro de si otros problemas sociales graves, pero que se cohesionaba en torno a un enemigo común que les humilló, segregó, explotó... “El mantuano”. Esta masa de pueblo fue la que formo el grueso del ejercito realista comandado por Monteverde, por Boves que dio al traste con la primera y la segunda república, fue a decir de los historiadores (Juan Bosch, Brito Figueroa, entre otros) una guerra social, es con el “año terrible de 1814” y la migración hacia oriente que se da un giro 180° a la Independencia Venezolana, se toman las banderas de una revolución social que convocan a los excluidos de siempre -negros, mulatos, pardos, mestizos, blancos de orilla y blancos peninsulares- con una promesa de cambios sociales, es así como se logró la constitución de la tercera república y la liberación de gran parte de la América del Sur por nuestros compatriotas.

¿Logramos el anhelado cambio social? No, las oligarquías criolla (los mantuanos Venezolanos) y de las naciones que conformaron Colombia la Grande se coligaron y dieron la estocada final a la tercera República, previamente liquidando toda esperanza al asesinar físicamente a Sucre en Berruecos y moral y políticamente a Bolívar, con el desenlace que esto provoco en el padre de la patria. Esta contradicción social permanece latente en el venezolano, así lo demuestran los hechos en el resto del siglo XIX, siendo quizás la Guerra Federal el más impactante (1959-1963), un esfuerzo que también murió con la bala traicionera que mató a Zamora en San Carlos en 1860 y que se refrendo con el indigno pacto entre las oligarquías llamado tratado de Coche 1863. Esta confrontación entre conservadores y liberales nada tenía de confrontación entre ideologías ni entre proyectos antagónicos, como intentaban mediáticamente hacer ver sus principales líderes Paez y Antonio Leocadio Guzmán, el uno a través del Diario de la Tarde dirigido por Juan Vicente González y el Venezolano, dirigido por el mismo Guzmán, realmente detrás de todo ello lo que había era una confrontación entre una Burguesía centralista, usurera, comercial y monopolista y los Terratenientes de las provincias que se sentían maniatados.


Pero la pregunta que nos mueve: ¿Dónde esta el mantuano hoy?, ¿Quién es? La respuesta: Está cada vez menos visible, sin embargo es la oligarquía tradicional “que acapara pero dan empleo”, los amos del valle, los grandes Cacao de ayer, si se revisan los apellidos se repiten, si tienen abolengo aquí en el nuevo mundo donde se purificaron y se hicieron hidalgos, pues si se busca más atrás en el viejo continente, se entenderá su verdadera ralea; esta es la misma burguesía comercial, usurera y parásita o terrateniente de siempre.

Nada nuevo se ha dicho, sin embargo tenemos una hipótesis que suena paradójica y queremos compartir con una interpretación distinta para el debate:

“este Mantuano hoy está dentro de cada uno de nosotros”,

está como aspiración, está como referente, como meta, como fin último, como modelo a seguir, está en los valores que representa, está sembrado hondamente en nuestro inconsciente cuando a través de mensajes Brujos se nos insiste generación tras generación en: “Estudia para que seas alguien” “cásate con el doctor para que salgas de abajo” “Juégate un número para que salgas de abajo” “No me den, póngame donde Haiga”.


Mensajes Brujos donde se promueve la riqueza producto de la renta o por cualquier otra vía, sin importar si es licita o no, en lugar de la riqueza obtenida como resultado del trabajo productivo-creativo, “el trabajo es para los pendejos”. En pocas palabras se plantea la movilidad social por cualquier medio, claro el más generalizado es el estudio. Estudia en la Universidad pregrado, y postgrado si esto mejora tu perfil, es decir, tus atributos como mercancía, así sea solo en la envoltura, para lograr una mejor cotización en el mercado de trabajo; múdate del barrio; compra bienes que reflejen tu ascensión social; cómprate un Black Berry o el último de moda; compra televisores de pantalla Plana, uno para cada cuarto si es posible; el carro de último modelo; llénate de propiedades que demuestren tu éxito. Ese es el modelo a seguir, individualista y materialista, más allá de la satisfacción de tus medios de vida. ¿Qué hay con el trabajo? como lo cantaba guapachosa y jocosamente aquel hermano pigmentario del batey : “el trabajo lo hizo dios como castigo”, y hasta lo bailamos.

Poco a poco nos desclasamos, es decir perdemos nuestro referente de clase, nos alistamos en una llamada “clase media” que no es tal, y hacemos todo lo posible para llegar a la escalera que nos permitirá subir hacia el próximo nivel, la clase alta, por eso es defendida a cuchillo. Cuando se da una crisis como la actual y se voltea la mirada al lugar de origen, nos sorprendemos y nos impactamos pues dejamos de convivir con ellos hace mucho tiempo, nos vemos cuando fallece algún familiar, el tiempo parece que se detuvo cambiaron los nombres de una generación a otra, pero todo sigue igual; todas nuestras herramientas intelectuales nos disociaron en lugar de ayudarnos a transformar esa realidad. Ahí comienza el desespero y se nos arruga el alma, súbitamente nos llega un estado de consciencia y como quien sufre un ataque del corazón comienzan las promesas de cambiar los hábitos que sabemos nos hacen daño, sólo que una vez que pasa el susto volvemos a nuestra rutina y costumbre de siempre, ¿por qué? Porque este comportamiento obedece a un patrón que es impuesto culturalmente y se refuerza a través de instituciones sociales, que van desde la familia hasta las escuelas, y pare de contar.


Marx y Engels en el manifiesto comunista son reiterativos: para hacer una revolución se debe primero identificar la plataforma de lucha, es decir las contradicciones sociales, para luego elaborar el programa revolucionario y tomar las medidas revolucionarias. En Venezuela la Revolución que se construye no es una son varias, simultáneas unas y secuenciales otras.

Que lo urgente subjetivado por lo emocional no haga que las soluciones planteadas sean peor que la enfermedad.. “Vísteme despacio que tengo prisa...”

Que no se emitan los mensajes con los códigos equivocados que refuerzan los mensajes brujos.

Que no se sea simple en los análisis y dejemos de usar lugares comunes para no profundizar en los estudios.


Cambiemos nuestras prácticas, nuestra relaciones sociales, hagamos praxis revolucionaria!


El socialismo es el camino pero hay que construirlo.....

alvin.lezama@gmail.com


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Alvin Lezama


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