Nace la esperanza gremial






Una de las más sentidas aspiraciones históricas del magisterio venezolano es la unidad gremial. Así lo ha manifestado en innumerables consultas, encuentros congresos, constituyentes, referendos etc. La última iniciativa importante fue el pasado mes de julio cuando en una proporción superior al 82% dijo sí a la construcción de un sindicato único. Hasta ahora no ha sido posible que se concrete esa voluntad soberana de la mayoría de los docentes quienes diariamente trabajan muy duro en las aulas de clase en toda la geografía nacional. Esto debido a la oposición del reducido grupo que conforman las viejas mafias de la burocracia sindical que se han atrincherado para defender sus intereses mezquinos. Es escandaloso y, a la vez, vergonzoso que en el país existan 11 federaciones que dicen ser la representación de los docentes, pero que en la realidad sólo representan grupos políticos o, peor aún (en muchos casos), a traficantes que se han agrupado para controlar una o varias federaciones.



Es doloroso reconocer hoy que en materia gremial, por su ejemplo, nos separa una enorme distancia de aquella iniciativa echada adelante con todos sus riesgos por maestros de la altura de Miguel Suniaga, Víctor Orozco, Luis Padrino y el eternamente recordado Luis Beltrán Prieto Figueroa, quienes el 15 de enero de 1932 crearon la Sociedad de Maestros de Instrucción Primaria (SVMIP). La misma organización que creó, a su vez, el Seminario Pedagógico, en donde se discutió y analizaron las investigaciones educativas del momento lo cual produjo un movimiento de mucha fuerza que en el campo ideológico estremeció el país que padecía bajo la férrea tiranía de Juan Vicente Gómez. Luego en 1936, en la Primera Convención del Magisterio, fundaron la gloriosa Federación Venezolana de Maestros (FVM) que tanto aportes dio al quehacer educativo en un intento por superar con un proyecto de país el pesado lastre de tantos años de ignominia. No podía ser de otro modo, esos sí eran verdaderos dirigentes gremiales, de suficiente talla intelectual y de condiciones morales indoblegables. Al contrario, hoy tenemos una casta burocrática que ve en el magisterio un negocio, atomizada en parcelas, que secuestró para su beneficio la soberanía de la base de los docentes. No saciada con tantos daños ocasionados ahora se han aliado, en condiciones de serviles, con la oligarquía criolla quien junto a los políticos corruptos del pasado intentan destruir la conquista más importante de nuestro pueblo en toda nuestra historia: la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, programa popular para construir una patria soberana en donde el poder esté en manos de las grandes mayorías que siempre fueron excluidas en el pasado. El grado de traición de esas mafias ha llegado a extremos groseros, no sólo son unos cobardes golpista, sino que en materia educativa se agavillaron con los mercaderes de la educación para acabar con uno de los principios fundamentales de la educación popular: la política del Estado Docente (Ver quienes apoyaron el Proyecto de Ley de la “Sociedad Civil”) ¿qué diría el viejo Prieto? En esto decimos como Mateo “Ustedes los conocerán por sus frutos” (Mt 7.16), y el mismo evangelista dijo más adelante: “El árbol que no da frutos se corta y se echa al fuego” (Mt 7.19).

Después de muchas reflexiones y de discusiones muy serias sobre la vía más pertinente para lograr concretar la aspiración de unificar el magisterio venezolano, hemos llegado a la conclusión de comenzar la construcción de un espacio para darle cabida a esa gran mayoría de docentes que desean protagonizar como sujeto histórico la refundación de la República. Así nació el Sindicato Nacional Fuerza Unitaria Magisterial (Sinafum), el cual se orientará por los siguientes principios: independencia plena frente al patrono, el gobierno y los partidos políticos; la democracia participativa, protagónica, directa, activa y permanente; desconcentración administrativa, revocabilidad de mandatos; defensa del Estado Docente, es decir que el Estado es el rector de la educación; la defensa de la constitucionalidad, la democracia, los derechos humanos y la libre autodeterminación de los pueblos. Todos estos principios se aunarán con los de la defensa de la estabilidad laboral, seguridad social y económica. En síntesis, lucha firme por la conquista, defensa y preservación de nuestros derechos económicos, sociales y culturales.





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Irán Aguilera Abad


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