Estimado Señor:
HÉCTOR ARMAS
Antes de saludarlo deferentemente, me permito transcribir en las líneas siguientes el e-mail que con fecha 14 de Noviembre de 2004, ud. me envió producto del artículo titulado ¿Qué es el Desarrollo Endógeno?, publicado el Jueves, 11/11/04 08:09 p.m., cito textualmente:
“Ciertamente el desarrollo endogeno es una opcion que impulsa el crecimiento
en una manera diferente a la impulsada por las grandes corporacion, por ello
la importancia de su estudio. razon entonces de enviarle este msj, ya que no
puedo permitir que un aspirante a a doctor explique de manera pobre el
desarrollo endogeno, por favor y por el bien de la buena informacion no se
haga un vendedor de frases, no utilice al NEOLIBERALISMO, CAPITAL SOCIAL en
un sentido panfletario, produzca ideas y construya aportes al conocimiento
social.
ah y una pregunta, que parece usted confunde ciertos terminos. sabria darme
usted diferencias oy definiciones serias de: Economia de Mercado,
Capitalismo, Liberalismo y Neoliberalismo.
sin mas
Hector
harmasg@hotmail.com
pd. acuerdese que son criticas para construir y aportar sobre un tema vital para los paises latinoamrericanos y muy especialmente Venezuela.
Como ud. mismo puede observar en las negritas de su e-mail, en un primer momento y con la frase: “el desarrollo endógeno es una opción que impulsa el crecimiento en una manera diferente a la impulsada por las grandes corporaciones” hace una aproximación que, desde su punto vista significa este concepto (el cual respeto). Sin embargo, deja entrever que su paradigma es el “pensamiento único”, aquel que impone el gran capital transnacional, la globalización y su efecto dinamizador como lo son las empresas transnacionales o como usted la define: las grandes corporaciones.
Como segundo punto usted afirma: “no puedo permitir que un aspirante a doctor explique de manera pobre el desarrollo endógeno”. A lo que yo muy respetuosamente me pregunto: Y, ¿quién es usted para permitir o no que un aspirante a doctor explique pobremente este concepto o que cualquier otra persona lo haga?, es que acaso: ¿El concepto que usted explica desde su “pensamiento único” si es rico, interesante y aporta algo al conocimiento, a la ciencia y al momento de cambios que se respira en el país, en donde se está hablando a los cuatro vientos del “desarrollo endógeno” como alternativa viable al modelo neoliberal impuesto desde los centros de poder mundial? Por ello, estimado crítico, le recomiendo que revise “El desarrollo desde dentro” de Osvaldo Sunkel (1994).
Definitivamente, usted, desde su “óptica”, rechaza categóricamente que exista el término “neoliberal” (y por ende el “modelo”), dejándolo ver cuando afirma (parafraseando): ”que soy un vendedor de frases, que utilizo al NEOLIBERALISMO, CAPITAL SOCIAL en un sentido panfletario, que produzca ideas y construya aportes al conocimiento social”.
Con respeto al término “neoliberal”, que en estos días, producto de su fracaso como proyecto hegemónico en América Latina los círculos académicos “conservadores”, de enfoque “tecnocrático” y “economicista” no desea que se hable (y al parecer usted, muy respetuosamente pareciera pertenecer a este grupo); le voy a recomendar para una revisión profunda de este tema: ¿Qué es el Neoliberalismo?, de Ana María Ezcurra (1998) en donde la autora plantea que la noción de neoliberalismo y los rasgos distintivos de dicho modelo permanecen algo difuso, ello plantea una problemática teórica y, a la vez, política. Sin embargo, hace énfasis en que, en diversos países latinoamericanos crece últimamente la oposición e incluso la búsqueda de alternativas a éste modelo de sociedad hoy dominante.
La autora presenta un abordaje sistemático que delimita cuáles son algunas ideas-fuerzas centrales y constantes que distinguen al modelo desde sus orígenes (en la década del 40), e identifica sus modificaciones y características actuales, explorando sus fortalezas, así como sus principales contradicciones, debilidades y fracasos. Define al programa neoliberal como un paradigma cambiante.
Sería bueno que a esto, yo le dejara mi aporte (para que usted no diga que no he producido ideas, ni construido aportes al conocimiento social). Desde mi percepción, el neoliberalismo ha representado un fracaso donde ha sido adoptado como “modelo de desarrollo”, en vista de que sus imposiciones y “recetas entubadas” han convertido a muchos países en sociedades si poder; es decir, el neoliberalismo atenta contra la soberanía estatal. Sin embargo, considero muy humildemente que los apuntes siguientes son útiles para comprender los fundamentos teóricos con que se trató de justificar y aplicar este “modelo”, de una u otra manera, durante el último cuarto de siglo en América Latina, y que con la implosión reciente en Argentina, mostró ya o bien su agotamiento, o bien su fracaso. Agotamiento para los grupos que lo impusieron y que alcanzaron a cumplir buena parte de sus fines. Fracaso por sus funestas consecuencias para el conjunto de la sociedad argentina. Estimado amigo, creo que usted es de los que piensan que el “agotamiento del modelo” fue por culpa de los que no lo supieron administrar (para no aceptar su fracaso). Honestamente creo que en buena parte usted tiene razón, pero también habría que aceptar lo siguiente:
En Argentina se demostró que el gran poder de las trasnacionales, la globalización del capital financiero y las políticas macroeconómicas impulsadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, elude y rebaja al Estado-Nación. Por esta razón, lo remito (nuevamente) a los escritos del profesor Joseph Stiglitz, Premio Nóbel de economía 2001, Asesor Económico del Gobierno de Clinton, además de Economista Jefe y Vicepresidente Senior del Banco Mundial, quien claramente expone:
Latinoamérica fue tal vez el alumno más aplicado de estas políticas. Se adhirió a las reformas con convicción y entusiasmo; y ahora se enfrenta a las consecuencias: medio decenio de estancamiento, un porcentaje de su población bajo el umbral de la pobreza (según el estándar de dos dólares diarios empleado por el Banco Mundial).
desempleado y sin subsidios. Estas estadísticas no han hecho sino empeorar respecto a las registradas a principios de los noventa. El país considerado modélico en cuanto a aplicación de las reformas, el alumno sobresaliente, Argentina, tal vez sea el que más ha padecido, antes y después de la crisis. (Stiglitz, 2003, p. 63). Las negritas es nuestra.
Al mencionarle solamente a Argentina busco resaltar que la privatización de sus empresas básicas estatales llevadas a cabo desde 1989, por parte de las transnacionales del petróleo, minas, electricidad, agua, teléfono, autopistas, red ferroviaria, metro, líneas aéreas, y hasta el servicio de correo, fue en detrimento de la soberanía del Estado-Nación, provocando que éste país, siguiendo al pie de la letra las recomendaciones del FMI y de las instancias financieras internacionales, se hundiera en el caos conocido por todos.
El estallido de la sociedad argentina sacudió al modelo neoliberal y, pocos días después, demostró a la dirigencia política, que no se había dado por enterada, que la protesta apuntaba a acabar con un régimen, con un sistema, con un modelo. Por ello, para continuar justificando el fracaso neoliberal, soy de los que sostiene que los organismos multilaterales que impulsan estas estrategias de desarrollo (neoliberal) se empeñan (y engañan a los gobiernos que los sostienen con sus aportes) en aplicar las fórmulas más ortodoxas de la teoría capitalista (reformas) al adoptar una política que:
difiere notablemente de la que nos aplicamos nosotros mismos….una política fundamentalistas de mercado que en mi país representaba todo aquello contra lo que luchábamos …. Para seguir, se basaba en una dejación de nuestros principios (los principios de justicia social, equidad e imparcialidad que con tanto ahínco defendemos para nosotros) a fin de conseguir el negocio mas pingüe posible para los intereses especiales de Estados Unidos (Stiglitz, 2003, p. 63).
Como en Argentina, estas reformas se aplicaron a ultranzas y años más tarde, para el discurso oficial, era el más aplicado discípulo de las reformas impuestas. A la vista del desastre que se cernió sobre esta Nación, es lógico que los países en vías de desarrollo se pregunten: ¿si esto es lo que les pasa a los alumnos sobresalientes, qué suerte nos espera a nosotros?
La llamada “argentinización” define la crisis terminal del modelo económico impuesto como paradigma en América Latina donde los males del capitalismo podían ser remediados con: reducción al máximo del sector estatal, privatizaciones, deuda externa, apertura de mercados, fin del proteccionismo, integración económica supeditada a las transnacionales, alto desempleo, bajos salarios, etc. La receta fue bien simple: además de privatizar todo cuanto pudo ser vendido a las transnacionales, se recortó el gasto social; es decir: educación pública, salud, seguro social, y luego, el ingrediente principal de la fórmula: seguir los dictados del Fondo Monetario Internacional.
Se aplicó a raja tabla el modelo y éste se reveló como un fracaso completo. Sus años de éxito aparente y crecimiento económico, no fueron otra cosa que la migración de capitales extranjeros que aprovecharon el precio de remate en que se vendían las empresas públicas. Las empresas de servicio público ya privatizadas se convirtieron en una aspiradora que drenaba la riqueza del país a los Estados Unidos y a Europa. La dolarización, que ayudó a controlar la inflación, afectó a la industria exportadora encareciendo sus productos en el mercado internacional. A quienes sí convino la dolarización fue a los bancos y las transnacionales para sacar sus ganancias del país.
El Estado argentino se vio condenado a la quiebra. Carente de ingresos de las empresas estatales, la única vía para tapar su déficit era: aumento de impuestos, despidos de empleados públicos combinado con rebajas salariales, y mayor endeudamiento. Pero como la deuda externa y sus leoninos intereses constituyeron una bola de nieve que no cesaba de crecer, se sacrificó a las provincias donde se detuvo el gasto social e incluso, se le pagaba con retraso a los empleados o se les pagaba con bonos.
Por supuesto que las recetas del Fondo Monetario Internacional ni las del Banco Mundial no salvaron a Argentina de la crisis cíclica en que se encontraba. El último consejo del Fondo Monetario Internacional para garantizar el pago de la deuda y los dólares en manos de las transnacionales fue echar mano a los ahorros de la clase media. Y, como era de esperarse, la bomba explotó. El pueblo hambriento se echó a saquear. Los trabajadores y la clase media se tiraron a las calles y dijeron “ya basta”. Con esto, estimado amigo, la “argentinización” se convierte en la crisis final del modelo neoliberal o como dice Ramonet (2002) “…la caída de Argentina es la neoliberalismo lo que la caída del Muro de Berlín fue al socialismo Estatal: la evidencia del descrédito, la constatación del fracaso.” (p. 13).
Ya para finalizar estas “críticas para construir” (como usted mismo las llamó); aunque su falta de tacto me hizo sentir “un panfletario”; le afirmo que si oponerse a un modelo antinacional y depredador como el “neoliberal” es ser “panfletario”, pues, lo seguiré siendo toda la vida. Si estar en contra del hambre, las guerras, la miseria y del capitalismo a ultranza es ser un “desestabilizador” (porque imagino que desde su “pensamiento único” así me debe de categorizar”), pues seguiremos siendo desestabilizadores del hambre y de la pobreza con mucho orgullo con propuestas como la del “desarrollo endógeno”. Lamento no aportarle las diferencias y definiciones “serias” de: Economía de Mercado, Capitalismo y Liberalismo que usted me pidió, pero anexo (a su e-mail) le envió una bibliografía para ayudarlo en su inquietud, porque soy de los que piensan que “es mejor enseñarle a pescar que darle el pez”.
Mi objetivo no fue enseñar aquí un camino para imponer mi razón. Según usted es probable que muchos criterios puedan calificarse de dudosos, porque no resultaron favorables a su posición ideo-política. Sin embargo, puede ser que me haya equivocado y que (como dice Descartes) no sea mas que un poco de cobre y vidrio lo que tomo por oro y diamantes.
Un cordial saludo:
Menry Fernández Pereira