La política y el encuentro de Santa Marta

La política es, según lo prefieran, una ciencia, una arte, una pasión y una
vocación que, aunque distanciada o aborrecida por la mayoría de los seres
humanos, es una parte esencial del desarrollo de la Humanidad y un componente
imprescindible de su posibilidad civilizatoria para continuar su tránsito hacia
otro estadio de desarrollo, dejando atrás a una modernidad capitalista que la
llenó de luz y riqueza material, pero la inundó de perversiones y miserias que
degradaron, hasta límites inconcebibles, a las tres cuartas partes del genero
humano y, aún mantiene en peligro de extinción, no solo el ser humano, sino
todos los seres vivientes que la acompañan en este hermoso punto infinitesimal
del Universo llamado planeta Tierra.

Esta compleja actividad humana tiene como virtud, atender y resolver los
pequeños y grandes conflictos de las sociedades, sean estas primitivas o hayan
alcanzado elevados niveles de desarrollo científico-técnico, sin importar los
sentimientos de las personas involucradas, sino fundamentalmente, atendiendo a
los intereses en juego entre individuos y grupos que pugnan por hacer prevalecer
sus visiones de la sociedad y la Humanidad y defender sus intereses propios y
el de los sectores sociales con los cuales se sienten identificados, alcanzando,
sea por medio del diálogo, la negociación o, la confrontación bélica o no
bélica, la solución de sus contradicciones; lo cual no significa el “fin de la
historia”, sino el nacimiento de otras contradicciones y conflictos con iguales
o diferentes actores porque, como lo demostraron Carl Marx y Frederick Engels “…
la historia de la Humanidad es la historia de la lucha de clases…: y esta solo
desaparecerá con la desaparición de las clases , el Estado, la explotación y de
toda forma de enajenación de la condición del ser humano y su sociedad.

Por eso a la política no se le puede aproximar y mucho menos interpretar, con
los códigos naturales de la condición humana, tales como el "sentido común", la
'lógica", la "costumbre" y la “mayoría de razón”, ya que su operación reúne a
una multiplicidad de factores de la más diversas índoles, que exigen examen
integral, contextualización y proyección de escensarios y actores, para
determinar la idea correcta, la propuesta adecuada y el momento conveniente,
para promoverla y defenderla frente y por encima de sus contradictores, sin
ataduras con el pasado ni sujeciones a concepciones "sagradas"; solo visionando
el curso ineludible del conflicto social concreto y su evolución en el marco de
una situación histórica determinada.

Tales consideraciones explican que en Santa Marta, en el mismo sitio sagrado
donde el más grande hombre de Nuestra América dejó su inextinguible legado, se
hayan reunidos dos personajes de su tiempo, que representan dos visiones
históricas irreconciliables, con el fin de establecer acuerdos que permitan, en
las presentes circunstancias históricas de la agudización mundial de la lucha de
clases y profundización de la confrontación política en América Latina y el
Caribe, una tal convivencia que haga posible civilizar el diálogo contradictorio
de estos exponentes del Socialismo Emergente y el Capitalismo Oligárquico
feneciente.


No es un torneo de hipocresías – porque no se trata de asuntos personales – ni
un ejercicio inútil de la política, por cuanto ambos actores están motivados
por razones valederas aunque no coincidentes que, de materializarse,
beneficiarían a los proyectos políticos de cada quien, dilatando para otro
tiempo y escenario, la confrontación que sus ideas y proyectos históricos
inevitablemente generan.


La entrevista entre el comandante Hugo Chávez Frías, presidente de la República
Bolivariana de Venezuela y referencia de la emergencia popular en Nuestra
América y, Juan Manuel Santos, presidente de la República de Colombia y
destacado representante de las burguesías subalternas al imperialismo
norteamericano, es una muestra emblemática y pedagógica de que la política sigue
sirviendo al desarrollo civilizado de la sociedad humana y, sus acuerdos en la
Quinta de San Pedro Alejandrino confirma su visión de Estado, comprensión de
la realidad de Colombia y Venezuela y América Latina y responsabilidad
política con los pueblos que representan, en sus propósitos de construir -
civilizadamenrte - un espacio de convivencia que regule y atenúe, "por ahora",
los inevitables conflictos que anidan en el desarrollo histórico de sus
pueblos.



yoelpmarcano@yahoo.com


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Yoel Pérez Marcano


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