La pajarera digital

Así como sus compañeritos de escuela veían a Mafalda como a un bicho raro porque no tenía televisor en su casa, en los tiempos que corren a uno lo miran como a un extraterrestre cuando responde con un “no” a la pregunta “¿estás en Facebook?” y, más recientemente, “¿estás en Twitter?”.

Para ciertos sectores la pertenencia a una de estas llamadas “redes sociales” es casi un requisito de ciudadanía. Si no estás allí, sencillamente no existes. Eres un Don Nadie, pues.

Hace unos años sucedía lo mismo con el teléfono celular. Cierta vez, buscando trabajo, un entrevistador de Recursos Humanos me observó con aquella misma cara de desconcierto cuando pidió mi número de celular y le dije que no tenía. El empleo, of course, se lo llevó otro aspirante menos anticuado. Al final, terminé desechando un viejo buscapersonas y haciendo la cola en una feria en el antiguo Ateneo de Caracas, de donde salí con un Motorola burrúo, primero de muchos celulares que han pasado por estas manos y orejas desde entonces.

Bisnieto de ese pesado artefacto analógico es el Blackberry, de uso muy extendido en Venezuela, aunque un verdadero lujo reservado a celebridades, empresarios, ejecutivos y gente con mucho billete en otras partes del mundo. Aquí hasta niñitos y adolescentes tienen o quieren tener uno. “Dame tu pin”, es solicitud común de gente que tiene tiempo sin verse, previa o incluso sustituta del “dame razón de los tuyos”.

Pariente pobre del BB es el mensajito de texto, también conocido como SMS. Más plebeyo que aquel, pues puede enviarlo cualquier limpio armado de un vergatario prepagado, tiene casi las mismas aplicaciones utilizadas por el común de los usuarios, salvo, me corrigen los expertos, las notas de voz, e iguales riesgos: al lado de los verdaderamente importantes suele llegar una avalancha de mensajitos con chistes, anécdotas, recomendaciones de seguridad, trampas cazabobos, moralinas y hasta felicitaciones por el día del árbol. El mismo fenómeno que indigesta a los buzones de correo electrónico, que regurgitan de cadenas y spam apenas comienzan a circular y ni se diga si llegan a aparecer publicados en un periódico.

Yo gorjeo, tú gorjeas

Valdría la pena hacer una encuesta entre “twitteros” de habla castellana para precisar cuántos de ellos saben qué significa “twitter”. La palabrita, de la que han inventado el verbo “tuittear” en spanglish, quiere decir “gorjeo”, es decir, según el Diccionario de la Real Academia Española, “canto o voz de algunos pájaros”. Por eso a Twitter lo identifica la imagen de un pajarito azul.

Puede que la resistencia a meterme en esa pajarera nazca del trauma causado por mi experiencia con el buzón de esta columna: columnacontralacorriente@yahoo.es, que he estado tentado a clausurar por saturación. Debido a los spam ya mencionados, y la indigestión por miles de correos recibidos, es humanamente imposible revisar la totalidad del buzón. Cada cierto tiempo ingreso allí, reviso los mensajes que logro ubicar en medio de cadenas y listas no solicitadas, entre ellas unas de Nicaragua y Perú, y trato de darles respuesta. Pero tienes que dedicarte sólo a eso, y dejar de trabajar, o disponer de un equipo de colaboradores que se ocupen, para poder fijarte en todos los correos que por allí llegan. Entre éstos, suele haber algunos del tipo: “dale una lectura al archivo adjunto y me das tu opinión”, que llegan acompañados por largos testamentos sobre los temas más disímiles. O poemas, manifiestos y hasta solicitudes de empleo en lugares tan distantes como Canadá y Finlandia, y misteriosas ofertas de milmillonarios negocios. En fin, mil disculpas a aquellas lectoras y lectores cuyos mensajes hayan podido naufragar en ese océano.

Para @chavezcandanga

Confieso que cuando el presidente Hugo Chávez anunció la creación de su cuenta en Twitter pensé que poco duraría la fiebre alrededor de @chavezcandanga. Imaginé que, con todas sus responsabilidades como jefe de Estado y líder de una revolución, Chávez pronto se tropezaría con una indigestión de mensajes infinitamente mayor a la de este simple escribidor. Pero Chávez es Chávez y a la semana, más o menos al tiempo en que se convertía en el twittero venezolano con mayor número de seguidores, anunció que 200 personas se ocuparían de atender el maremágnum de solicitudes y denuncias formuladas por ese medio en el marco de la “Misión @chavezcandanga”.

Como sigo resistido a inscribirme en la pajarera digital, me permito pedirle el favor a alguno de los seguidores digitales de @chavezcandanga que escriba pidiéndole al equipo candanguero que se comunique con Laura y Brenda Esquivel, sobrevivientes de la Masacre de La Victoria, ocurrida el 3 de junio de 1972, víctimas de las torturas de Luis Posada Carriles, quienes tienen un planteamiento importante. Pueden escribirle a brenda_puntocero@hotmail.com. Ellas no están en Twitter, como la abrumadora mayoría de los venezolanos y de la gente común de este planeta. Pero son gente. Y muy valiosa.

Taquitos

DOCTOR YORLANDO. La Universidad Simón Rodríguez decidió concederle el título de Doctor Honoris Causa a Yorlando Conde, fundador del Grupo T-Pos (Teatro para Obreros) e incansable luchador revolucionario. Yorlando fue alumno de Pablo Neruda y César Rengifo, y entrañable compañero de luchas de mi viejo, Cruz Villegas. En 1984 ganó el Premio Nacional de Teatro, pero no le permitieron presentarse en el Teatro Teresa Carreño con fútiles pretextos. Por esas vueltas de la historia, el acto de recibimiento del doctorado será en la Sala Ríos Reyna de ese teatro, adonde estaremos acompañándolo este 21 de mayo. ¡Que viva Yorlando! JORGE DURÁN. Dolorosa la muerte del reportero gráfico y amigo Jorge Durán, durante una polémica pauta en la frontera con Colombia. Más allá de la diatriba política, es necesario aclarar las circunstancias que rodearon su fallecimiento. Confío en el que el ministro del Interior, Tarek El Aissamí, de cuya sensibilidad humana puedo dar fe, abrirá espacio en su agenda para recibir a la viuda de este entrañable colega que trabajaba para ese despacho al momento de su partida. Hasta ella y demás familiares mis condolencias y solidaridad. CITA. “La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha”. Michel Eyquem de Montaigne (1533-1592) Escritor y filósofo francés.


columnacontralacorriente@yahoo.es



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Ernesto Villegas Poljak

Periodista. Ministro del Poder Popular para la Comunicación e Información.

 @VillegasPoljakE

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