Una sociedad envilecida y mal alimentada

Lo peor del dominado es no tener conciencia de ser una persona vilmente explotada por el patrón, hasta llega el momento de estar conforme con la condición de sometido, incluso piensa que este es un estado natural de su existencia. Está claro, no solo se explota al obrero comprando su mano de obra a precio miserable, también a través de otros procesos que lo alienan a un sistema y le hacen pensar al trabajador que está viviendo súper bien. Para eso el explotador dispone con un impresionante sistema de propaganda que envilece a los individuos, que les domina la voluntad sin que este se percate de su situación humillante.

El capitalismo ha venido desarrollando diversas experiencias para sojuzgar la voluntad de miles de millones de seres humanos, haciéndoles notar que todo lo que está pasando es normal: que los amigos (los buenos) son los que la publicidad decide que lo sean y los enemigos (los malos), son los que la propaganda determina. Recientemente estamos viendo lo que ocurre en Ucrania, Grecia, el Medio Oriente, Venezuela y otras naciones adversas al modelo vendido por el imperialismo norteamericano. El presidente Obama, el premio Nobel de la guerra...perdón, de la paz y la esperanza blanca de los pueblos arios ya decidió quienes son los enemigos de mundo. Conforme a una cinta hollywoodense lo repite constantemente en sus ruedas de prensa y discursos: los rusos son un problema para paz mundial, el gobierno bolivariano constituye un peligro para la democracia planetaria, Irán es un riesgo a futuro en caso de desarrollar tecnología nuclear, Corea del Norte es una amenaza para la convivencia de los países asiáticos, Petrocaribe no beneficia a los países integrantes de esta agrupación, los árabes son terroristas, entre tantos de las falsedades que con regularidad anuncia el inquilino de la Casa Blanca o en su defecto, algún funcionario del Pentágono.

Lo insensato de esta situación no son los infames anuncios, sino que muchas personas creen a ciencia cierta los disparates provenientes de los micrófonos abiertos de Washington. Parecieran que viven adormecidos por la propaganda bien dirigida, desde el norte, por especialistas en comunicación y en el comportamiento humano. Están subyugando la voluntad de las personas y estas no se dan cuenta que su cerebro acepta sin discusión lo cocinado desde los medios de comunicación y en las redes sociales, desde los cuales se envían mensajes (misiles) para solamente sean acogidos lo que a los capitalistas les interesa. Es la manera de envilecer a la sociedad, de formar individuos que respondan con idéntica respuestas a un mismo estímulo: se debe odiar a los rusos, a los chavistas, a los negros, a los espaldas mojadas, a los inmigrantes ilegales, a los árabes, a los norcoreanos, a los comunistas, a los cubanos, a los iraníes…solo porque USA así lo decide, sin alcanzar que, quienes reciben el mensaje (misil) indaguen sobre la veracidad de la noticia y las raíces del problema.

Muchos integrantes de la sociedad se han envilecido, similar a como lo hacen los políticos de EEUU y de la UE. Lo único que les importa es el dinero, en analogía a las grandes corporaciones transnacionales energéticas y financieras. Aceptan estoicamente la guerra contra una nación tan solo con el interés de obtener gasolina barata; les importa un bledo que maten de hambre a una país ante el cumplimento de los mandatos del FMI, simplemente por obtener más ganancia para sus bancos; los fondos buitres pareciera que son los que decidirán el futuro de una nación, a pesar del chantaje deshonroso al cual somete al gobierno de un estado. Admiten que el gobierno de EEUU declare la guerra a El (estado islámico), lo cual le permitirá invadir a cualquier territorio donde el Pentágono considere que es una amenaza para los EEUU. Es importante acotar que El es una creación "made in USA" y el estado islámico, en verdad no es un estado, tiene presencia terrorista en varios países árabes. Razón para declarar la guerra y continuar con la labor de los Bush (padre e hijo). De seguro que a Obama le espera un capitel de mármol para adornar el panteón ornado con los bustos de Calígula, Nerón y Mitrídates. En el futuro, si en algún momento se abrieran las tumbas de millones de personas víctimas de la guerra de Barack, el vaho emanado de aquellos sepulcros, de seguro, rodearían la efigie del actual presidente de EEUU.

En Venezuela ciertos integrantes de nuestra sociedad se envilecen cada vez más. Mucho de ellos son capaces de esconder y acaparar alimentos, simplemente para tumbar la revolución bolivariana y en un futuro y negado gobierno hacer más dinero. Tenemos dueños de la laboratorio y farmacias que esconden las medicinas con subrepticias intenciones; empresarios de distribuidoras que retardan los envío de productos alimenticios y de aseo personal con la propósito de provocar colas y el descontento generalizado a los usuarios. No debo dejar de lado a ciertos galenos que hacen falsos diagnósticos para someter a un paciente a una cirugía innecesaria y otros avaros obstetras que imponen a una parturienta a una cesárea inútil, solo para acrecentar sus cuentas bancarias. En esta lista debo incluir a los ladinos dueños de autopartes que esconden los repuestos de los autos o simplemente, los venden a precios exorbitantes para obtener ganancias desmesuradas. Ciertos propietarios de apartamentos quienes cobran la renta en dólares o pretenden venderlos a precios de divisa especulativa. Bachaqueros que acaparan y compran productos, más de los necesarios, para venderlos a como les da la gana, sin importarles las necesidades de los miembros de su misma clase social. Políticos que conspiran abiertamente y recurren a países extranjeros para propiciar una intervención. Uno de estos apátridas llegó al colmo exhorta descaradamente al gobierno bolivariano, para que este solicite un préstamo al FMI para resolver nuestros problemas. A pesar de que todo el mundo conoce lo que le sucede a una nación cuando cae en las garras del FMI y si no, pregúntele a los griegos, españoles, portugueses entre otros. Podría incorporar a esta lista otros más, pero cada uno de los lectores tendrá su propio inventario de los envilecidos de nuestra sociedad.

El envilecimiento ha llegado a tal grado que existen cicateras transnacionales de comestibles, que producen ciertos víveres que no responden a las necesidades alimenticias de un(a) niño(a), de un(a) adolescente, ni mucho menos de un adulto y de una persona de tercera edad.

Afirmaba mi abuelo que los caraqueños no saben comer y ciertamente tenía razón. La monarquía española nos obligó a consumir pan, en un país donde la variedad de carbohidratos es extensa; van desde el maíz, yuca, plátano, ocumo, apio, topocho, ñame, papa, entre tantos y sin embargo el gobierno tiene que desembolsar divisas para enriquecer a las empresas de trigo extrajeras. Una vez que el capitalismo norteamericano penetró en Venezuela, a través de las compañías petroleras, comenzamos a consumir cereales empaquetados en cajas y servidos con leche. Las madres desconocen que tales bazofias están sobrecargadas de azúcar perjudicial para la salud y de leche, innecesaria para los niños, jóvenes y adultos. Con el agravante de que los lácteos de larga duración están sometidos a un proceso de radiación, nociva para la salud. Es inaceptable que el gobierno le entregue divisas a Mc Donal´s, a la Pepsicola y a la Cocacola para que estas empresas mercantiles, con sus perniciosos productos, contribuyan a la obesidad de los habitantes del país y como secuela, las enfermedades derivadas del sobrepeso. A la lista debo añadir los embutidos cargados de nitritos y sales cuyo consumo derivan en padecimientos de todo tipo. La distribuidora Pepsico suministra a los supermercados, panaderías y quioscos productos empaquetados en bolsas de aluminio (tostitos, doritos, platanitos, yuquitas…) altamente peligrosos para la salud de los niños (as), adolescentes y adultos(as). Podemos ahorrar divisas si logramos una alimentación soberana sin necesidad de propiciar la obesidad y las enfermedades derivadas de esta anomalía, secuela de la mala alimentación. Las transnacionales, sin darnos cuenta, están envileciendo y enfermando a numerosos miembros de la sociedad venezolana.



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Enoc Sánchez


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