Consecuencias de los acuerdos USA-Rusia sobre Siria

El laborioso acuerdo “in extremis” alcanzado entre el Secretario de Estado de los Estados Unidos de América, Jhon Kerry y el Ministro de Relaciones Exteriores de la Federación Rusa, Alexie Lavrov, sobre la adhesión de la República Arabe de Siria al Tratado Sobre Armas Químicas (TAQ) y la disposición de sus arsenales bajo el control y destrucción internacional, constituye una clarísima visión de los cambios que se vienen operando aceleradamente en la geopolítica en el marco de la crisis global del Sistema Capitalista dominante y la construcción de una nueva arquitectura geopolítica mundial luego del derrumbe del llamado Campo Socialista y la disolución de la Unión Soviética, lo cual abrió una largo y peligroso proceso de inestabilidad, tensiones y conflictos mundiales y regionales, agudizada por las pretensiones hegemonistas de los Estados Unidos y procesos políticos y económicos en importantes regionales del planeta como Medio Oriente, Norte de Africa, América latina y Europa.

Todas las partes involucradas en la presente crisis de Siria y los analistas internacionales coinciden en que el escenario de conflicto político interno que derivó primero, en conflicto armado y hoy esta convertido en un conflicto geopolítico de dimensiones globales es una de la situación internacionales más complejas que se han producido en el presente siglo XXI por cuanto se desarrolla en el Medio Oriente – región fundamental para el abastecimiento de petróleo -, la cual también se articula con el viejo conflicto árabe-sionista por el control de Palestina y las tierras árabes ocupadas por el ente israelí y por desarrollarse en la frontera de una de las potencias medias emergentes de mayor protagonismo en la región – la República Islámica de Irán - señalada como el objetivo estratégico prioritario de ataque del gobierno de los Estados Unidos de América y sus aliados de la OTAN, el sionismo internacional y los reinos petro-feudales de la región; razón por la cual era previsible considerar que, en caso de que no se hubiese alcanzado ese acuerdo ruso-estadounidense que evitó el ataque “quirúrgico” al territorio sirio, seguramente se desataría una conflagración regional en donde fuerzas de los ejércitos de los países de la región y organizaciones armadas de los más diversos signos y capacidad militar participarían en los combates que “borraría” las fronteras nacionales en un conflicto asimétrico, sin claridad posicional de los contendientes y finalización posible, que cambiaría substancialmente la geografía política regional y con elevado efecto en el mundo.

El acuerdo Lavrov-Kerry descubrió el nuevo papel beligerante y determinante de la Federación Rusa y su actual presidente, Vladimir Putin, sin antecedentes internacional en la época pos-soviética, con el fin de atemperar la conducta agresiva y unilateral de los Estados Unidos de América y sus aliados en diversas partes del mundo, al margen de la Carta de las Naciones Unidas y en particular, del papel del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas como garante de la paz y la seguridad internacionales; lo que constituye ahora una barrera de contención de unilateralismo-hegemonista del gobierno estadounidense y un factor reivindicativo de la legalidad internacional como base de la solución de los conflictos internacionales.

Conociendo los antecedentes del comportamiento arrogante y belicista de la maquinaria militar estadounidense, es necesario considerar que la renuncia al anunciado ataque “quirúrgico” contra las fuerzas del gobierno sirio fue fruto, esencialmente, de la firme determinación mostrada por Rusia de intervenir en favor del gobierno de Bashir Al Assad en caso de que se produjera, lo que provocaría un conflicto de mayor dureza y temporalidad , el cual es rechazado por casi el 70% de la opinión pública estadounidense y por el hecho de que tal escenario de conflicto no modificaría la situación de las partes en el terreno pero si incorporaría al conflicto a su costoso protegido, el ente israelí y a sus aliadas monarquías del Golfo Pérsico y el Medio Oriente que viven grandes tensiones políticas por el rechazo de su población al orden antidemocrático y represivo que los caracteriza. Por tercera vez en dos años, la mayor maquinaria de guerra de la historia de la Humanidad ha sido desafiada y ha debido retroceder: Por la República Islámica de Irán, por el control de estrecho de Ormuz, la República Democrática Popular de Korea por la cuestión del armamento nuclear y, ahora, por la Federación Rusa, por el conflicto armado en Siria; todo lo cual, mide el grado de debilidad real en que se encuentra el aparato militar imperialista en éste momento.

Para el presidente sirio Bashir Al Assad, el acuerdo ruso-estadounidense sobre las armas químicas que impidió el ataque misilístico contra sus tropas y economías, representa un triunfo de sus alianzas estratégicas fundamentales con Rusia, Irán y China y, un aumento del apoyo mayoritario que tiene actualmente entre su población, un fortalecimiento de la moral combativa de sus bien entrenadas tropas y, especialmente, la posibilidad de concurrir a la posible Conferencia de Ginebra II sobre la Paz en Siria, en mejores condiciones en el terreno y mayores posibilidades de negociación políticas con los sectores armados de la oposición no vinculados con Al Qaeda, los cuales no fueron considerados para la formación del acuerdo Lavrov-Kerry. Por lo demás, la llamada Coalición de la Oposición y la Revolución Siria, quien reclamaba a los Estados Unidos realizar ese ataque, se evidenciaron como lo que realmente son: una fuerza política en el exilio, sin capacidad de incidir en las decisiones fundamentales del escenario político, el cual dispone de una importante fuerza militar totalmente dependiente del apoyo militar y financiero de USA, Francia, Reino Unido e Israel y de la fuerza de combate de los grupos tatfiries y yihadistas afiliados a Alqaeda, cuyo comportamiento criminal los convierte en una estorbo para los planes de USA , sus aliados europeos e Israel.

Sin duda que el ente sionista israelí fue el más beneficiado por el acuerdo Lavrov-Kerry, por cuanto mantiene su superioridad en armas estratégicas en la región medio-oriental, evitó ser arrastrado a un conflicto armado en el que sería afectado su aparato militar y su población civil, especialmente en las zonas ocupadas de Cisjordania y el Golan sirio y, el efecto daño que esa situación traería a las actuales conversaciones de Paz entre la excanciller Livni y el palestino Tarek Erekat; pero además, la ola de protestas contra la agresión estadounidense contra Siria seguramente afectaría sus aliados tácticos de Egipto – el carnicero Al Sisi- y el Rey de Jordania –Mohammed VI, quienes no podrían seguirles sirviendo como “porteros” del cerco de hambre que mantiene sobre la población de la Palestina ocupada.

Lo más importante de este difícil proceso es que hoy, más que ayer, es posible alcanzar un acuerdo político negociado que permita terminar la cruente guerra en Siria y se pueda avanzar en la superación de las gravísimas fracturas internas que éste conflicto armado le ha ocasionado.


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Yoel Pérez Marcano


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