La comunidad científica

Este artículo es una diatriba contra todos los gobiernos del mundo que se han sometido a la declaración sanitaria de una organización que si tuvo en su tiempo toda la credibilidad derivada de la confianza depositada por los 148 Estados que la instituyeron en 1948, recién terminada la segunda gran guerra, ha perdido su autoridad moral al estar sostenida en un 80% de sus finanzas por personajes y entidades privadas multimillonarios de esos cuya fortuna en conjunto abarca el 1 por ciento del mundo frente al 99 por ciento del resto. Razón por la cual algunos estados, de momento sólo africanos, están desvinculándose de la OMS, y Estados Unidos lleva camino de hacerlo. Actualmente la OMS está constituida por 194 Estados, todos Miembros de la ONU excepto Liechtenstein. La financiación de la OMS tiene dos vías: una obligatoria y otra voluntaria.

Partiendo de estas premisas, los gobiernos no tienen escapatoria. No veo posible que un gobierno, en una materia tan delicada, pueda hacer caso omiso de la declaración de una pandemia por ese organismo. Aquí estriba, a mi juicio, la clave de esto que para muchos científicos, sociólogos, antropólogos, titulados en definitiva, es un disparate. El punto de partida no pueder ser más razonable. A la OMS no puede guiarle otra cosa que la mejor de intenciones en la materia de su incumbencia que es la salud de la raza humana. Y lo mismo sus declaraciones y advertencias. Además, dicha declaración coincide con la quiebra técnica del sistema económico. Así es que si quien o quienes la subvencionan se proponen algo inédito, aventurado o turbio, es decir, que tiene propósitos que no pueden justificarse dentro de la lógica sanitaria de la comunidad científica, les basta conseguir de la OMS una declaración que paraliza al mundo durante el tiempo que necesitan el o los autores intelectuales, para llevar a cabo sus fines "sanitarios benefactores", o quién sabe si peligrosos para la integridad del "ser individual" no propiamente del aspecto sanitario (debilitar la autonomía de la voluntad, por ejemplo, someter a la vacunación obligatoria al mundo, comercializar monstruosamente fármacos y utensilios en provecho final de los propios personajes y lobbys enriquecidos, etc). En todo caso, ante la declaración de 11 de Marzo, unos gobiernos han recurrido a las advertencias y recomendaciones a la población y otros han decidido drásticamente recluirla en su domicilio llamando a esa orden o mandato, impropiamente, confinamiento.

El hecho es que ante semejante epifenómeno el mundo entero está en manos de especialistas y de la llamada comunidad científica. Pero ¿qué es la comunidad científica? ¿a qué llamamos comunidad científica? La comunidad científica, a diferencia de la OMS, no es una institución, ni una Academia ni un Organismo. No tiene sede en ningún sitio. La comunidad científica actúa a través del consenso científico dentro de un campo: "el Paradigma científico reinante". Miembros de la misma comunidad no necesitan trabajar en conjunto. la comunicación entre miembros es establecida por la diseminación de trabajos de investigación e hipótesis a través de artículos en revistas científicas que son revisadas por pares, o asistiendo a conferencias donde nuevas investigaciones son presentadas o ideas intercambiadas y debatidas. Pero en este caso la "comunidad científica" sin duda ha debido tener una gran dificultad para ponerse fácil y rápidamente inmediatamente de acuerdo ante la súbita irrupción de este virus, de los ciento y pico de esa clase que existen, variante de la gripe común que azota a los países, a unos más y otros menos, cada año, y no ha ido mucho más allá de aconsejar medidas de prevención generales ante cualquier clase de epidemia. Y digo que ha debido tener dificultad, primero por el mucho tiempo (3meses) que al parecer tardó la OMS en hacer la declaración, y segundo porque en todas las materias científicas, también la sanitaria, hay discrepancias en un orden de dualidad. No todos los microbiólogos e inmunólogos que forman parte de ella en este caso están de acuerdo ni sobre el origen del virus, ni sobre su naturaleza, natural o modificado su genoma, ni sobre las medidas a adoptar la población frente a ellas, ni sobre el futuro. En lo que sí parecen coincidir es en la probabilidad de rebrotes. Pero no se pierda el dato de que quienes están entre sí de acuerdo en estos momentos históricos son los microbiólogos, los virólogos, los bioquímicos, los médicos como "expertos" en cada gobierno que han abrazado sin rechistar el pronunciamiento de la OMS. Sin embargo, muchos o bastantes de dichos especialistas que no están al servicio de un gobierno discrepan.

Sea como fuere, y hablando de la comunidad científica, no es lo mismo no ponerse de acuerdo en Física, Química, Astronomía, Matemática o Cuántica que a los profanos nos resulta indiferente, que los epidemiólogos y bioquímicos discrepen, en un espacio reducido de tiempo, sobre la naturaleza, la actividad de un virus concreto, la profilaxis y eventual protección frente a él por medio de una vacuna, que es el caso que nos ocupa, paliativos... y que la discrepancia tenga mucho que ver con la manipulación o no en el laboratorio del virus causante de la supuesta pandemia. Por ello, dentro de la "comunidad científica" no hay unidad de criterio. Unos siguen la estela de una pandemia sin juicio crítico, y otros tan solventes como los otros, discrepan sobre el modo de considerar a esta variante de gripe y el modo de manejar a la población, e incluso sobre las medidas de protección o profilaxis mas elemental frente a un virus. Empezamos por que hay científicos que ponen en duda como tal pandemia un virus gripal o una variante suya que todos los años hace estragos inevitablemente, en organismos muy deteriorados de salud. Algo que no deja de ser "normal" dentro de la anomalía de una gripe al parecer virulenta aunque no como se quiere hacer ver. Pues lo cierto es que desde siempre cada año la gripe común se cobra la vida de miles de enfermos de todas las edades y especialmente de ancianos con la salud muy quebrantada, aparte las excepciones que siempre confirman la regla. Otros científicos discrepan del confinamiento. Otros del uso de la mascarilla. Otros, en fin, niegan la posibilidad de lograr alguna vez una vacuna, confiando más en un paliativo o remedios muy activos....

Vivimos prácticamente en un orden de dualidad. Lo que estamos viviendo no se sustrae tampoco a la dualidad por más aplastante que parezcan la diagnosis, la prevención y el remedio. En todo caso también sabemos que nunca se ha conseguido una vacuna contra un virus, y a duras penas remedios que no sean antivirales, corticoides y analgésicos en la "gripes" y enfermedades respiratorias. Dudo mucho que por más que se intente vaya a conseguirse ahora a marchas forzadas una vacuna. En todo caso, hay, como en tantas cosas, una teoría y una decisión basadas sobre todo en una declaración sanitaria de un organismo internacional que no deja dudas pero controvertida, como todo, y nada más. A mí no me extraña en absoluto que algunos científicos consideren "esto" como un hecho natural, como una respuesta de la selección natural; que "esto" es tan inevitable como un volcán, un seísmo o un huracán; que el riesgo de contagio depende mucho más de la disposición genética de un individuo que de la prevención, etc, etc. Lo que pasa es que la sociedad humana dominante y hedonista occidental no lo acepta como irremediable e inevitable. Y se rebela ante la fatalidad creyendo siempre que puede explicarlo y remediarlo todo. La comunidad científica se convierte así en un nuevo Prometeo que se resiste a la fatalidad y a convencerse de que no le es posible liberarse de sus cadenas.

En todo caso, esto es tajante: los gobiernos dependen de los especialistas de que se rodean. Y a su vez esos especialistas dependen de una comunidad científica improvisada y desdibujada en este trance, desplazada por la "superioridad" de lo que representa una OMS sospechosa por estar en manos en las tres cuartas partes de su financiación de personajes y emporios farmacéuticos privados. Por esto y por todo lo que envuelve a esta época de la histeria colectiva, como la califica el jefe médico británico Chris Whitty, no puedo evitar recordar lo que decía acerca del "especialista" el psiquiatra anglosajón Hacker: "especialista es aunque que cada vez sabe más de una cosa, para terminar no sabiendo nada de todo". Y con mayor motivo recuerdo al Mark Twain que decía: "es mucho más fácil engañar a los hombres que convencerles de que han sido engañados"...



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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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