Estudiantes en la calle en Venezuela

A través de una vigorosa movilización estudiantil, durante algunas semanas la oposición logró arrebatarle la iniciativa política a Hugo Chávez. Esa dinámica se quebró el pasado jueves 7. A instancias de los propios estudiantes en lucha, la Asamblea Nacional abrió sus puertas para que diez representantes opositores y otros 10 alineados con el gobierno, expusieran sus posiciones ante los legisladores y, por medio de una cadena nacional de radio y televisión, al país entero.

Este inédito escenario puso en vilo a Venezuela. La expectativa, sin embargo, sólo aumentó la decepción para quienes esperaban un mazazo letal al oficialismo: los jóvenes antichavistas se retiraron tras leer un documento insustancial, cuya única demanda concreta fue la restitución del canal 2 a la empresa televisiva Rctv. Para colmo, el orador opositor olvidó la última página de su discurso en el pupitre. La estudiante chavista que seguía en la lista no dudó en tomarla y entregarla a sus compañeros. El último de los diez oradores pudo así mostrar, por cadena nacional, que se trataba de un guión preparado por una empresa de publicidad, ARS, asociada al canal Globovisión. El guión indicaba incluso en qué momento el orador debía quitarse la camiseta roja para dejar a la vista otra que decía “libertad”.

A partir de ese mismo momento, el cuarto intento en gran escala de derrocar a Hugo Chávez comenzó a declinar. El fiasco cayó como un baldazo de agua helada sobre el ánimo de los estudiantes opositores, pero también de partidarios y dirigentes de la oposición venezolana, conscientes ahora de que este nuevo fracaso les costará, como los anteriores, demasiado caro.

Tras el golpe del 11 de abril de 2002, Estados Unidos y la burguesía venezolana perdieron el control de la Fuerza Armada. Luego, entre diciembre de ese año y febrero de 2003, con el fracaso del sabotaje petrolero, perdieron Pdvsa. Más tarde, el revés con el referendo revocatorio, les costó la capacidad de convocatoria y movilización de masas. Ahora, enarbolando la bandera de Rctv, están perdiendo la base estudiantil y no son pocos los líderes opositores convencidos de que en los próximos meses pueden verse sin su último reducto de poder político y control de masas: la Universidad.

Estudiantes, iglesia, oficialismo y oposición

Otro aspecto inesperado de la jornada fue la aparición de los diez estudiantes que tomaron la palabra para defender la revolución bolivariana. Venezuela ignoraba que bajo la superficie de estos años tumultuosos estaba formándose una dirigencia juvenil con los rasgos de lucidez, solidez y radicalidad mostrados en la AN. Hasta ese momento, todas las referencias a “los estudiantes” aludía exclusivamente a la oposición, atendiendo a una realidad insoslayable: en los claustros profesorales, así como en el alumnado, una mayoría se ha mantenido hasta ahora en férreas posiciones contrarias al gobierno.

Como siempre en momentos críticos, la paradoja domina el escenario: fue el impulso de la ofensiva opositora con base en el estudiantado lo que mostró que también hay otra voz en las universidades. Y que esa dirigencia alternativa, hasta ahora invisible, responde además a una maciza base estudiantil comprometida con la perspectiva del socialismo del siglo XXI.

Cuando en la primera línea de las marchas universitarias aparecieron dirigentes reconocidos de la oposición y, paralelamente, el gobierno denunció una estrategia de “golpe lento” ideado y teledirigido por Estados Unidos, un sector de los estudiantes movilizados se apartó y a la vez aquella franja pasiva subió al proscenio. A partir de ese momento, la oposición trastabilló y no recuperó a tiempo el equilibrio para hallar respuestas inteligentes al contraataque oficial implícito en la apertura de la Asamblea Nacional a los estudiantes, entendido ahora el concepto como la franca oposición de dos bandos nítidamente definidos.

Es evidente el papel de la jerarquía eclesiástica en esta imprevista sublevación estudiantil contra el gobierno. Además de que el movimiento tiene su base principal en las universidades privadas, con eje en la Universidad Católica Andrés Bello, hay innumerables ejemplos de militancia directa de altos prelados católicos que, como el cardenal Castillo Lara, junto con líderes de los partidos de oposición recorrieron liceos y universidades convocando a salir a la calle.

A diferencia de las ofensivas anteriores, en esta oportunidad la consigna no fue “abajo Chávez”. La bandera fue la restitución de la concesión a Rctv y la “libertad de expresión”. El detalle es que los estrategas del Departamento de Estado que buscan reiterar aquí la política del “golpe naranja”, así como la cúpula eclesial dispuesta a fornecer aquello que la dirigencia partidaria opositora ya no tiene, cayeron en su propia emboscada: ¿cómo sostener, en libre debate público, con base en el estudiantado, un programa de acción centrado en la defensa de una empresa privada de televisión? Nada más incongruente que un movimiento estudiantil movilizado por tal objetivo. Esa es, en última instancia, la causa de que los estudiantes opositores debieran retirarse de la Asamblea.

Cambios estructurales en el estudiantado

La encrucijada es evidente: si el conjunto estudiantil se abre a un debate sobre los temas planteados por la oposición, pero con la participación de la nueva dirigencia universitaria alineada con la revolución, el saldo difícilmente podría ser un crecimiento de las filas contrarias al proceso. Y si se niega a ese debate sencillamente deslegitima todo lo realizado en las últimas semanas y se resigna a entregar la mayoría a partidarios del gobierno. Un dato no contabilizado por los promotores de estas movilizaciones es que hay un millón y medio de nuevos estudiantes en instancias no tradicionales, como la Misión Ribas y la Misión Sucre.

Adicionalmente, Chávez tomó semanas atrás medidas apuntadas a abrir los claustros a las clases populares, tales como eliminación del examen de ingreso, actualización del monto de las becas, para luego proponer la formación de Consejos Estudiantiles, sobre los cuales apoyar un “poder joven”.

Ya el lunes 11 hubo agresiones contra los estudiantes revolucionarios en la Andrés Bello y en la Universidad de Carabobo. Los directivos de ambos centros de estudio debieron salir a poner paños fríos. ¿Habrá entonces debate? ¿O se agudizará la confrontación por otras vías?

Mientras la oposición resuelve ese dilema, estudiantes y profesores alineados con el gobierno avanzan -con ocho años de retraso- hacia un objetivo preciso: llevar la revolución a la Universidad. Son fácilmente previsibles las derivaciones de un conflicto de tal magnitud y trascendencia.

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Fuente: Humanidad en red



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Luis Bilbao

Escritor. Director de la revista América XXI

 luisbilbao@fibertel.com.ar      @BilbaoL

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