Sostienen que la transmisión de mensajes por un medio debe ajustarse a la verdad como norma irrenunciable

El periodismo... ¿Navega o naufraga en el mar de la comunicación?

Entre papeles, bolígrafos, cámaras, micrófonos, carpetas y libros transcurren sus días. Los detalles, la precisión y el tiempo pisándoles los talones forman parte de la agenda de quienes, con el poder de la voz y las letras, contribuyen a formar apreciaciones, sentencias y veredictos dentro de la población: los periodistas.

El trabajo bajo presión, acompañado del contraste entre la “verdad y la mentira”, crean una mezcla de ideas que, en medio del tino y sentido de jerarquización, se organizan con el transcurrir de los segundos hasta transformase en noticia. Pero, incógnitas surgen en ese mundo: ¿los “profesionales de la comunicación” para quién trabajan? ¿Hacia dónde dirigen su proa? ¿Consuman la función para la que fueron formados?

La línea editorial es una premisa que deben cumplir. Ésta acuerda a qué intereses defender y bajo qué lógica actuar. La “fábula de la objetividad” convierte los hechos en un paralelismo incierto, mientras que empresarios del ramo determinarán, al final, qué se dice, cómo se dice y para quién se dice.

No en balde, El Libertador, Simón Bolívar, vislumbró la influencia mediática en el siglo XIX, al precisar que la opinión pública erala “primera de todas las fuerzas”, durante la instalación del Consejo de Estado en Angostura, el 10 de noviembre de 1817.

Años más tarde, y con un desarrollo tecnológico más avanzado, el activista afroamericano Malcom X afirmó que los medios de comunicación eran “la entidad más poderosa sobre la tierra”, pues, argumentaba, que tenían la capacidad de “hacer al inocente culpable yal culpable inocente”, debido a la facultad de “controlar las mentes” de las masas.

“Si no estás atento, los medios harán que odies a los oprimidos y ames a los opresores”, reiteró su apreciación el religioso estadounidense, al referirse, puntualmente, a la transformación de “las apariencias” ocultas en mensajes.

EN VÍAS DISTINTAS

Como describen muchos expertos en el área, “la comunicación es dominio”, y mientras se crea en el empoderamiento colectivo, el pueblo deberá hacerse de estos espacios destinados para el desarrollo intelectual de las masas.

A raíz de la Revolución Bolchevique –detalla Federico Álvarez, periodista venezolano– Vladimir Lenin, líder soviético, pone en práctica sus concepciones acerca del papel que deben jugar los periódicos (y todo el aparato mediático) en una sociedad más justa. “La prensa debe ser agitadora y organizadora social. Ni siquiera como posibilidad admite la función de juez imparcial que los teóricos de la objetividad le habían asignado”, señala en su libro la “información contemporánea”, donde se postula un periodismo comprometido con el desarrollo, además de un instrumento de servicio público “con orientación y propósitos confesos”.

Más que transmitir el mensaje en cualquiera de sus géneros, “el objetivo es impulsar y formar nuevos valores en la sociedad, que permitan elevar la conciencia del deber social por sobre todas la cosas”, sostiene el catedrático español Vicente Romano.

En su ensayo “la violencia mediática, el secuestro del conocimiento”, Romano expresa la dificultad en delimitar conceptualmente el vasto campo de la comunicación humana: “porque lo abarca todo, desde el tráfico aéreo y urbano hasta la distribución de contenidos simbólicos en palabras, imágenes y sonidos”.

El escritor ibérico destaca que el ser humano es comunicativo por excelencia, y no sólo le preocupan los contenidos de sus manifestaciones, “sino también la comunicación misma”.

Refiere que algunos periodistas están conscientes “que la interacción con su entorno hace posible la vida en armonía” general. En saber que el sujeto sólo puede ser pensado “en relación con los demás, y esta necesidad se hace un tanto más apremiante en la medida que desarrolla sus fuerzas productivas aumenta el conocimiento del mundo”.

EN LA MIRA DE MUCHOS

Los periodistas siempre se han ubicado “en el ojo del huracán”, quizás porque su función se circunscribe a un tema sensible para la sociedad.

Sería materialmente imposible conocer con exactitud la cantidad de papel y tinta que se ha invertido en la publicación de trabajos relacionados con el desempeño de la prensa en el mundo; esto, sin duda, ejemplifica el interés de las personas por este oficio.

La comunicación, en todas sus formas, es de carácter intrínseco en el género animal, y el periodismo, como ramificación de ésta, despierta confianza, interés o incertidumbre; todo depende de la óptica con que se mire.

En Venezuela, hay quienes creen que la interacción entre el emisor y el receptor, a través de un canal de difusión del mensaje, dejó el rolde informar en un segundo plano.

A la misma vez, pasó de formadora de nuevos valores a ser protagonista del escenario político.

El actual ministro del Poder Popular para la Comunicación y la Información, Ernesto Villegas, cuando dirigió el diario Ciudad Caracas, explicó –en entrevista para el quincenario La Cumbre, en el año2011– que el ejercicio del periodismo se encuentra inmerso en uno de sus peores momentos. Dijo que el oficio atraviesa “una crisis de credibilidad” en todo el mundo.

“La gente común y corriente tiene derecho a dudar de lo que se le informa; el propio periodismo se ha encargado de que la crisis se profundice”, admitió.

El comunicador consideró que tal disyuntiva no es intrínseca en los medios privados, sino también en los controlados por el Estado. Es probable que la causa y efecto de ese conflicto –que refiere Villegas–sea solventado en algún momento. Sin embargo, mientras el poder financiero dirija los destinos de este buque, la reversa siempre será su meta.


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Oswaldo López Martinez

Periodista de @CiudadVLC/ Moderador del programa #EnLaCumbre, por @RNVcentral 90.5 FM

 Siguels@gmail.com      @OswaldoJLopez

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