A propósito del encuentro de Humala con el presidente del BID

Las fuentes de información dan cuenta de la reunión que sostuvieron el presidente electo del Perú  con el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno, en un hotel de Lima, la capital peruana.

 
Moreno, al que algunos niegan su nacionalidad colombiana atribuyéndole haber nacido en Philadelphia-EEUU, es uno de esos tecnócratas que tras ser cooptado por los think tank del orden mundial capitalista, hace su postgrado en Harvard casi conjuntamente con Álvaro Uribe, el ex presidente de Colombia y y con Felipe Calderón, el actual presidente de México. (Harvard, por donde también pasó el ex presidente Toledo, es la universidad por excelencia de la red “Ivy” -la hiedra- que nuclea a las universidades judeo-cristianas, ultraconservadoras, mentoras del “destino manifiesto” por el que los norteamericanos creen haber sido designados por Dios para conquistar el mundo). Moreno, Fue embajador de Colombia durante la gestión de Bush y tuvo un papel decisivo en la instalación de las bases militares en ese país durante la gestión de Álvaro Uribe. 

Pero, más allá  de la sinuosa trayectoria de este reelecto presidente del BID, de lo que aquí se trata es de referenciar la no menos “perversa” actuación de este Banco en América latina y el Caribe, y el Perú en particular.

Fundado en 1959 como parte de la estructura financiera del nuevo orden mundial instaurado por los EEUU, tras la consolidación de su hegemonía económica y militar después de la II GM, el BID es el aparato financiero de la OEA, al servicio de los intereses que imponen los llamados “países miembros no prestatarios” (22 en total) pertenecientes a la Unión Europea, los Estados Unidos, Canadá, Japón, Israel, Croacia, Suiza y China. (La inclusión de este gigante, como país acreedor responde a sus crecientes intereses en América Latina y el Caribe con un aporte inicial de 350 millones de dólares).

Estos países “no prestatarios” se reservan el derecho de ser los únicos que pueden procurar los bienes y servicios a los proyectos financiados por el BID en nuestros países, identificados como “prestatarios”. Esto quiere decir que el BID compromete a nuestros pueblos en cuantiosos préstamos que engrosan nuestra deuda externa, para comprarles bienes y servicios a países que nada tienen de latinos, de americanos o de caribeños. Son norteamericanos, europeos y asiáticos. La pregunta es, ¿qué clase de Banco Interamericano es éste? ¿De qué “contribución al desarrollo” se trata? O, mejor aún, ¿del desarrollo de quiénes?

Los más de 40 años de esta lógica perversa que comparten por igual el BID y los aparatos financieros de la Organización de las Naciones Unidas desde su fundación, como el FMI, el Banco Mundial, y después la USAID y sus subsidiarias como el IRI, el NED, el IPOA, el Freedom House, sólo acredita más pobreza, más terrorismo, más delincuencia, más crimen organizado, más narcotráfico, más subdesarrollo. Y es que el desarrollo no puede sustentarse sobre los préstamos o la “ayuda” que contribuyen a perennizar el neocolonialismo.

Ciertamente, en ALC somos muchos los países que necesitamos de las instituciones financieras para alcanzar metas de desarrollo. Pero esto exige deslindar con ellas, quién fija esas metas y dentro de qué condiciones se acepta el financiamiento.

En el caso peruano, hasta hoy, el BID acostumbra traer a su equipo de profesionales para preparar la llamada “Estrategia de país”. El documento que produce este equipo establece “las prioridades de desarrollo de Perú, que son consistentes con las estrategias del desarrollo del BID para la región”.

El último programa que incluía estas prioridades fue el impuesto para el período 2007-2011. Gracias al cual el Perú es hoy un país más desigual y empobrecido, al propio tiempo que anómico (con poderes e instituciones públicas corruptas en las que nadie cree ni confía), ingobernable e inseguro.

“La Estrategia de país” que se prepara no sólo para Perú sino para todos los “prestatarios” se hace, según el BID, “en base a estudio analíticos elaborados por el propio Banco para una amplia escala de sectores económicos y sociales, tales como desarrollo urbano y rural, salud, educación, modernización del estado, transporte, comercio, medio ambiente, entre otros”. Todos los sectores implicados “se benefician” de los bienes y servicios que esta institución “interamericana” canaliza desde EEUU, Europa y Asia para asegurar la competitividad, integración y desarrollo de sus respectivos mercados.

En la actual coyuntura, habida cuenta los compromisos asumidos por el electo presidente Humala, quienes confiamos en él, no podemos poner en duda que tras la diplomacia del recibimiento al Presidente colombiano del BID y la “chanza” de comprometerlo a “contribuir desde el BID al desarrollo del país”, está el claro entendimiento de que el desarrollo empieza donde terminan las imposiciones de los think tanks, y de las instituciones financieras y de “ayuda” del orden mundial capitalista.  

¿Para qué sirven las NNUU? Parte I

Si algo estuvo siempre fuera de discusión para quienes algo entienden de la historia del nuevo orden mundial capitalista surgido después de la II guerra mundial (y que ya se insinuaba desde los inicios de la primera), es que la institucionalidad creada para “preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra”, llamada Organización de las Naciones Unidades, no era sino el aparato destinado a garantizar la pujante hegemonía norteamericana sobre el mundo.  

Cuando en 1918 el ex-presidente Wilson en su discurso de “Los 14 puntos” sugirió la idea de la “sociedad de naciones” para preservar la paz, y luego en 1919 los europeos la ratificaran, los republicanos que controlaban el congreso opuesto a Wilson, se negaron a que su país lo suscribiera. Era obvio, que la llamada “sociedad” no satisfacía los intereses de los “halcones” de la industria militar norteamericana de ese entonces. Querían una organización que les permitiera el control absoluto del mundo para sus fines. Esta fue precisamente la Organización de las Naciones Unidas surgida en Bretton Woods.   

La “Carta” que oficializó su nacimiento fue firmada el 26 de junio de 1945 en San Francisco- EEUU. Esta Carta le otorgó al Consejo de Seguridad “la responsabilidad en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional”. No obstante, y desde entonces, lo único que ha hecho es propiciar y alentar todos los conflictos bélicos y los más terribles genocidios habidos en los pueblos del mundo durante sus más de 60 años de existencia. Los más cercanos a nuestra memoria: Viet-Nam, Ruanda, Darfur, Kosovo, Irak, Afganistán, Pakistán, y ahora Libia.  

Su otra “responsabilidad” ha sido auspiciar a través de sus “operaciones de paz” y de sus instituciones financieras como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, el perverso genocidio de millones de seres en el África, América Latina, el Caribe y Europa a través del hambre, las migraciones forzadas y la desocupación.  

Todo esto bastaría para que los países miembros, “responsables de la paz”, sepultaran de una vez por todas a este aparato que contrariamente a su finalidad sólo ha diseminado destrucción y muerte en el mundo; pero, a la luz de los hechos recientes, su verdadera vocación parece haber encontrado caminos más expeditos para seguir haciendo más de lo mismo con un costo mayor de vidas inocentes.  

En efecto, cuando el señor Kofi Annan, llegó a ocupar el cargo de Secretario General, en 1997, siendo un funcionario de carrera en la diplomacia de las Naciones Unidas, ya venía acumulando méritos con una serie de medidas orientadas a incrementar el poder bélico de la Organización, desde su cargo de Secretario Adjunto en la gestión de su predecesor, entre 1993-95.  

Algunos de esos méritos fueron el incremento en más de 70,000 efectivos de las “fuerzas de paz” en 1995, y el consiguiente gasto en equipos, armas y municiones favorable a la industria bélica; el manejo de las Fuerzas de Protección de las Naciones Unidas (UNPROFOR) en el exterminio étnico en Bosnia-Herzegovina; y la aplicación del acuerdo de paz impuesto por la OTAN.  

Estas medidas no eran ajenas a los dictados del Club de Bilderberg1, al que pertenece el señor Annan y del que llegó ser su Presidente, antes de ser Secretario General de las NNUU. Su pertenencia al Club, no obedece sin embargo, a esas medidas sino a su relación marital con Nane Lagergren, heredera de la fortuna y los méritos de su abuelo Raoul Wallenberg, protector de judíos durante la segunda guerra, e ícono de la paz en los EEUU, Canadá, Israel y toda Europa.  

Ya en 1997, Annan como Secretario General, propuso la necesidad de llevar a cabo profundas “reformas” en la Organización para hacerla más expeditiva y ágil. La argumentación para estas reformas se encuentra en el “Informe Brahimi” (2000), que abrió paso a la nueva ONU, esta vez de la mano con la empresa privada y las ONG o “compañías” de exterminio masivo que constituyen hoy la llamada Asociación Internacional para Operaciones de Estabilidad (ISOA).  

Estas “compañías” son actualmente las encargadas de la guerra sucia en cuanto territorio o país se halla en conflicto, de la “reconstrucción” en aquellos que han sufrido desastres naturales como Haití y Japón, y de fomentar la subversión, el boicot y el terrorismo en aquellos considerados “no socios” de los EEUU o peligrosos para sus intereses.  

El Informe Brahimi, sustentaba los cambios con el argumento de que era necesario “remediar un problema grave en materia de dirección estratégica, adopción de decisiones, despliegue rápido, planificación y apoyo operacional y empleo de la tecnología de acuerdo con los “nuevos desafíos” que tenía la ONU.  

Dentro de esta perspectiva, “muchas tareas no deberían encomendarse a las fuerzas de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas y tampoco deberían ir a todos los lugares”. El caso de Libia, es ilustrativo al respecto. “Cuando tengan que hacerlo, (esas fuerzas) deben estar preparadas para enfrentarse a las fuerzas de la guerra y la violencia que aún persistan con la capacidad y la determinación necesarias para vencerlas”. Afganistán, Pakistán, Irak, lo ilustran bien.  

Annan, fue igualmente, mentor principal de los “Objetivos del Milenio”. Ese otro monumento a la perversidad con que la ONU ha pretendido manejar la alimentación, la salud, la educación y la paz. Pues no existe posibilidad alguna de alcanzar metas en estos órdenes de la vida, mientras se siembra destrucción, terror y muerte en cada rincón del mundo. Que lo digan los niños que aún sobreviven en Gaza, en Libia, en Irak, los árabes, los musulmanes, los pueblos originarios de Chile, Perú, Colombia, Guatemala, El Salvador...

(*) Sociólogo y educador peruano. Consultor internacional de proyectos. Docente universitario en el postgrado de educación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Junio, 17, 2011. 

ruby_7872@yahoo.es



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Ruben Ramos (*)

Sociólogo y educador peruano, postdoctorado en Filosofía, Política e Historia de las Ideas en América latina por la universidad del Zulia-Venezuela

 ruby_7872@yahoo.es

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