Auditórium

El disenso, el veto y la censura en la revolución bolivariana

“Nadie puede censurar o condenar a otro, porque nadie conoce perfectamente al otro”.
Thomas Brrown…


Una revolución al menos, en la teoría es una construcción permanente del disenso, la crítica y la autocrítica.

Para los compatriotas, que piensen u opinen distinto, y tengan la oportunidad de expresarse por algún medio. Es muy raro que no se les acuse de corruptos, o de contrarrevolucionarios, o de estar del lado de la oligarquía pitiyanki. La democracia bolivariana, según el mandato constitucional de la CRBV es muy clara, al establecer la posibilidad de la diversidad de pensamientos y no las imposiciones, a través de subterfugios y diversas triquiñuelas, a sea la especie de “pensamiento único”.

Una revolución no es para favorecer el culto a la personalidad. O, en otras palabras, la creación aberrante y vulgar de una suerte de Mesías, o de redentores a ultranza, de algunos que ven en los otros, algo distinto, a un enemigo, porque sencillamente no piensan como ellos. Todas las loas deben ser para los ungidos. Todo el incienso. Todo el poder supremo.

No es muy extraño que en los medios de comunicación aparezcan entrevistas a “dirigentes”, que dejan mucho que desear. A lo mejor dirán, es que no abundan los ideólogos del socialismo. Siempre aparecen, con un amplio despliegue publicitario haciendo siempre anuncios fútiles; alcaldes, gobernadores, diputados etc. que pueden que sean muy atractivas por lo terrenal, pero que ya se sabe tienen sus dosis de mentiras. Esto es inherente a esas actividades cotidianas de la “política”, digo que es muy raro ver militantes rasos en la prensa opinando.

Hay varios asuntos expuestos en la revolución bolivariana que invitan a la reflexión. Uno es cuando se plantea el asunto de las “expropiaciones o recuperaciones”, se ve el diálogo como una posibilidad de imponer, no de negociar Y es ahí cuando, las estrategias que traza el poder estalinista son, precisamente, para confiscar. Para que todo siga igual. Que no hay otra alternativa distinta porque solo el poder estalinista tiene la razón.

Otra intolerancia muy visible es la del disenso, de lograr encontrar muchos asuntos comunes en la diversidad. Y en Venezuela esto esta poniéndose muy extraño, porque se ha establecido una línea que solo acepta una posición, la del partido, que es la “inteligencia superior”, la cual hay que obedecer y no cuestionar. Es la verdad, el camino, lo que todo lo decide y por eso hay que blindarlo sin chillar.

La burocracia que dirige el país, sólo atienden a quienes se pliegan a sus caprichos interiores. Lo más terrible es que ya se considera el disenso como un delito. Y esto último es lo que algunos eunucos políticos quieren imponer: solo es posible una corriente. Lo demás, es atentar contra la revolución, o sea una herejía socialista. Así lo ven algunos jaletis y aduladores, aquellos que viven para sostener y agitar el incensario, pero también para apuntalar el discurso de la intolerancia y el irrespeto por los que nadan en contracorriente. Ya no es raro, que en la mayoría de los medios de comunicación oficial y alternativa aparezcan las guillotinas del veto y la censura, promoviéndose el dejar en la oscuridad a aquellas voces incómodas,odiosas, críticas y autocríticas.

Nunca falta el gran adulador que sostenga que a los “líderes” no se les pueda criticar, porque eso sería ir en contra de la revolución.

Desde hace rato se viene montando desde lo alto del poder un entramado de la intolerancia, a la vez, tratando de exaltar lo acrítico, lo que no ofenda a los grandes cacaos, porque son inefables, puros, inmaculados, y sin ellos no hay revolución posible. Es el reino de lo dogmático. Porque, según sus “salas situacionales” algunos columnistas que critican al gobierno solo vomitan el puro veneno conceptual.

Por lo que estamos viendo, estamos muy lejos de la construcción de un estado social, de justicia, de derecho y de disenso. Y es obvio: Esto pondría en peligro muchas cosas, sobre todo la lucha contra la corrupción, el burocratismo, la ineficiencia y el perverso jalabolismo.

Percasita11@yahoo.es


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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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