¿Cómo enfrentarlo?

El trabajo ideológico de la oposición (No.5/5)

El capitalismo y los procesos electorales.

La construcción y la consolidación de los procesos revolucionarios por la vía electoral, por caminos pacíficos, es compleja, casi imposible, cuando se tiene por delante una maquinaria ideológica de efectos más letales que cualquier maquinaria bélica. Esta afirmación no es una expresión gratuita: el capitalismo con sus prácticas consumistas aberrantes, adecuadamente sembradas y protegidas por vía ideológica, ha venido devastando nuestro planeta inexorablemente, procurando establecer un pensamiento único y amenazando la diversidad cultural y la singularidad humana. Lo que antes podía parecer una exageración de algunos, hoy se nos revela como una cruda verdad. Basta con observar como se suceden, uno tras otro, con absoluta impunidad, las arbitrariedades del capitalismo: el recalentamiento global que amenaza la vida humana, las guerras sin la más mínima justificación ética, los productos agrícolas convertidos en combustibles o las irresponsables burbujas hipotecaria y financiera de efectos globales. Un mundo capitalista sin principios y valores éticos, y embrutecido por el individualismo, el lucro y el consumismo desmedido.

Propicio es recordar, cuando estamos impulsando la Enmienda Constitucional para la reelección continua presidencial, que los procesos electorales tradicionales son instrumentos de dominación capitalista. No podemos tener duda alguna de ello. La tan alabada democracia liberal o burguesa se reduce al acto formal de selección de unos representantes por vía del voto, ideológicamente magnificado a través de conceptos tan vagos y carentes de contenido como la “alternabilidad democrática” o “la reelección por períodos máximos establecidos”. Estos falsos conceptos democráticos nos los han “vendido ideológicamente”, por todos los medios, durante décadas. Hoy lo que deberíamos preguntarnos es: ¿dónde están las credenciales de las democracias representativas liberales para imponerle al mundo sus patrones? ¿Dónde su autoridad moral? ¿Dónde sus valores éticos?

La alienación de las prácticas electorales y del lenguaje.

Antes de analizar las vías para enfrentar la maquinaria ideológica capitalista, quizás debamos señalar cómo no debemos hacerlo. En primer lugar, no podemos utilizar las mismas prácticas electorales capitalistas. Los instrumentos electorales tienen en sí mismos un contenido ideológico que los hace muy útiles y propicios para la preservación del orden establecido capitalista pero no así para la construcción del socialismo. Nos referimos por ejemplo a la maquinaria electoral tradicional que es contraria a la elevación del nivel de conciencia revolucionaria. En segundo lugar, no podemos utilizar su mismo lenguaje. Sin darnos cuenta utilizamos expresiones con el mismo significado parcial o fragmentario del cual se hace uso en el contexto del sistema capitalista. Palabras como “alternabilidad”, “consenso”, “tolerancia”, “libertad” o “diálogo”, no pueden entenderse en el único sentido con el cual nos hemos familiarizado ideológicamente. Un sentido abstracto, ausente de toda interrelación con la vida material. El significado de estas palabras debe ser otro en socialismo, más amplio y total, vinculado a las relaciones sociales y a las relaciones de producción, como de hecho lo reflejan también los cambios de paradigmas en nuestro proceso revolucionario. Sirvan de ejemplo: la democracia representativa versus el concepto más amplio de la democracia participativa y protagónica; la integración entendida en términos exclusivamente comerciales (ALCA) versus la integración bajo los conceptos novedosos de complementación, cooperación y solidaridad (ALBA); las estructuras burocráticas tradicionales del Estado capitalista versus el concepto más abierto y de menor dependencia burocrática de las misiones; la tradicional división político territorial versus la nueva geometría del poder.

La conciencia revolucionaria como instrumento de lucha.

Enfrentar la maquinaria ideológica capitalista es una tarea compleja. Recordemos las reflexiones de Ludovico Silva de su memorable libro “La Plusvalía Ideológica”: “El capitalista – a través del control de las comunicaciones masivas y de la “industria cultural” – se apodera de buena parte de la mentalidad de los hombres, pues inserta en ella toda clase de mensajes que tienden a preservar el capitalismo”. Sólo existe un camino para enfrentarla: el de la conciencia revolucionaria o el de la “acción de los sujetos conscientes”. Este es uno de los legados de Marx.

Es sólo y únicamente a través de la conciencia adquirida o recuperada que podemos enfrentar la maquinaria ideológica del capitalismo. La Revolución cubana es un ejemplo de ello. Una pequeña isla, de poco más de 10 millones de habitantes, ha logrado resistir todas las formas de agresión y de bloqueo posibles, de la mayor potencia económica, bélica e ideológica que haya conocido la humanidad. Todo esto parte de un factor fundamental: el elevado nivel de conciencia revolucionaria alcanzado por el pueblo cubano.

El concepto marxista de totalidad.

La adopción del concepto marxista de totalidad como método de análisis es el punto de partida que permite alcanzar ese nivel de conciencia necesario para superar las prácticas, las costumbres y el lenguaje del capitalismo. Dicho concepto establece “que todas las manifestaciones de una sociedad forman un enrejado estructural, y que ningún “plano” o “aspecto” de la sociedad puede explicarse definitivamente si no es puesto en relación con el conjunto del cual forma parte” (Ludovico Silva, “Anti – Manual”). Es decir, el individuo consciente requiere tener la capacidad de disgregar las partes del todo y de congregar el todo con las partes. El capitalismo desune, parcela, divide y fragmenta como estrategia que nace de la ideología y el socialismo integra, reúne, sintetiza y totaliza como respuesta que nace de la conciencia. Impedir u ocultar la visión total es otra forma de entender el objetivo del proceso ideológico capitalista. En este sentido, podemos definir la palabra “conciencia” como la capacidad de ver, pensar y actuar en forma integral, total y universal.

El escenario de confrontación.

Es indispensable ir a los barrios. Escuchar, hablar y discutir con las comunidades, sobretodo escucharlas. Abrirse hacia los espacios propios de las comunidades: consejos comunales, comités de salud y de tierra urbana, mesas técnicas de agua, etc.

Marx y otros pensadores socialistas identificaron científicamente el carácter ideológico del capitalismo con sus procedimientos de dominación y encubrimiento, y la vía de enfrentarlos oponiéndole a su “falsa conciencia”, su opuesto antagónico, la “conciencia de clase” o la “conciencia revolucionaria”. Debemos, por lo tanto, hacer visibles todas estas organizaciones y confrontarlas con esa “falsa conciencia” o, en codificación ideológica, con su CONCIENCIA ACTIVA, nombre de la que es posiblemente la principal estructura de “articulación” de la maquinaria local capitalista, con vinculaciones internacionales, y que conforman los principales jerarcas religiosos del país, banqueros, dueños de medios, líderes de grupos económicos y firmas consultoras, y rectores o ex – rectores de las principales universidades privadas.

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Reinaldo Quijada y Maritza Mendoza


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