Diferencias con el escritor W. Ospina sobre lo que pasa en Venezuela

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“Yo apoyé a Chávez en sus primeros tiempos, y hoy me siento traicionado por los que dicen ser sus herederos”: William Ospina, novelista colombiano

A pesar de diferir de la cita de Ospina en el hecho en que yo apoye totalmente a Chávez hasta sus últimos días, coincido con el novelista colombiano en que me siento traicionado por quienes hoy se dicen sus herederos.

Pero hay muchas otras cosas en la más reciente publicación “Los que quieren salvarte contra tu voluntad” con las que difiero del escritor, sobre sus opiniones acerca de hechos recientes de la política venezolana. Veamos.

En 1217 palabras, apenas al final de su primer párrafo, Ospina menciona la frase “invasiones imperiales”, refiriéndose más que nada al pasado en Latinoamérica.

Contrasta el poeta la tentación de “gobiernos alternativos” de romper las reglas de juego y negar por la fuerza la democracia con los golpes de Estado de las “fuerzas tradicionales”.

Dice recordar que Chávez en el poder “hizo cosas muy importantes por su pueblo y por la dignidad de América Latina”, dice no olvidar que despertó el entusiasmo en vastos sectores populares así como “la tremenda oposición de grupos poderosos que alentaron no solo un gran paro empresarial sino un golpe de Estado antidemocrático, que fue conjurado enseguida por el pueblo”. No desperdicia ocasión el intelectual de exponer diferencias que tuvo con Chávez, en relación a la política de este hacia la FARC (ni por asomo queda claro en sus afirmaciones el papel crucial de Chávez en los diálogos por la paz entre gobierno y la guerrilla en Colombia, pero esto es otro tema.)

Afirma “Sé que hubo una campaña calumniosa contra él (Chávez), que negaba por principio la validez de sus elecciones y la legitimidad de sus triunfos, pero si de algo pudo sentirse siempre orgulloso Chávez es de que nunca hizo fraude”. Estoy convencido que bastan unos breves minutos de búsqueda en la internet para conocer los nombres de quienes estuvieron durante más de 13 años en esa “campaña calumniosa” que no ceso ni siquiera con su muerte. (Acaso los extremistas opositores de hoy no fueron parte de estos grupos poderosos que satanizaron a Chávez y a su gobierno bautizándolo como “régimen chavista” y enrostrándole cuanto epíteto descalificativos existe en nuestra lengua).

Tiene razón el escritor al afirmar que “Con la muerte de Chávez cambiaron muchas cosas”. También en que la caída de los precios petroleros supuso una desgracia para el país. Pero no menciona, ni por equivocación, que ocurrió a partir del 2014 con la política que EE UU impuso a Venezuela. No menciona las sanciones económicas, que en el marco de la caída de los precios petroleros, de la pérdida del dirigente político más importante del país, tenian como propósito expreso y manifiesto causar el colapso económico y por ende la caída del gobierno que sucedió al de Chávez. Solo esgrime el autor que “Una cosa fue el liderazgo recursivo y pintoresco de Chávez, que despertaba no solo el entusiasmo popular sino la lealtad incondicional de las Fuerzas Armadas”.

Dice “la revolución se fue apagando a medida que aumentaban la crisis, el desencanto y la diáspora. Un proceso que necesitaba reinventarse nutriéndose de savia popular, de respeto por la oposición, de libertad y de creatividad, empezó a enmohecerse, a defender privilegios, a ahondar la discordia, y a perderse por los pasadizos de la burocracia y de la corrupción”.

¿Sabe el novelista Ospina quien es Francisco Rodríguez, el economista opositor al gobierno, que publico una investigación documentada sobre el impacto de las sanciones en la economía venezolana y su influencia en la migración de venezolanos?. Solo como dato, en noviembre este economista afirmo que las sanciones de “máxima presión” (esas que los extremistas opositores imploran a Trump que a partir del 20 de enero imponga a Venezuela) podrían impulsar a un millón más de venezolanos a irse del país en los próximos cinco años.

Es claro que el novelista desvaloriza el papel de pueblo venezolano en la gesta que desde que apareció Chávez este valeroso pueblo ha llevado sobre sus espaldas, cuando afirma “entonces supimos que el proceso bolivariano le debía mucho más a la pasión inspirada de Chávez que a la mística del pueblo”, mitifica al líder mientras subestima a sus seguidores. Al ausentarse el “superhombre” ya el proceso se “enmohece”. Es clara la contradicción cuando el letrado plantea que “el proceso necesitaba reinventarse nutriéndose de savia popular”, ¿como hacerlo un pueblo con poca o ninguna mística creadora?.

Pero en el párrafo en el que el escritor sustenta el grueso de su argumentación es en el que plantea “no puedo aprobar que un proceso como el bolivariano, que le debió su legitimidad a la democracia y al respeto por las reglas de juego, opte por la usurpación y por la arbitrariedad. Esa idea de que si los otros hacen trampa uno también tiene que hacerla significaría el fin de toda esperanza de transformación verdadera” Es un argumentación idílica de la realidad. Un razonamiento que desconoce la brutal realidad de asedio y de acoso imperial a la que se ha sometido a todo un pueblo y a su dirigencia política, por 25 años continuos.

No menciona, en su repaso por el proceso, en las 1217 palabras ni una sola vez la palabra “guarimba” y menos aún la relación que guarda este vocablo con “la represión y la cárcel” que después de 2014 se ha aplicado a los extremistas, que enarbolando falsas banderas de “protestas pacíficas”, apostaron a confrontar al Estado, en el terreno de la violencia.

¿Cuándo perdio legitimidad el gobierno de Nicolas Maduro?. Me atrevo a afirmar que para los poderosos que nunca pudieron derrotar a Chávez electoralmente, ya ausente este por su muerte, siempre estuvieron convencidos que un chofer de autobús nunca tendría legitimidad para gobernar Venezuela, porque era la oportunidad de oro para acabar con el chavismo y toda la “legitimidad” que pudiera tener.

Es indudable que el escritor Ospina interpreta la realidad política venezolana a través de las pantallas y por tanto asume el relato mediático impuesto sobre las elecciones en Venezuela del 28J cuando afirma “Hoy en su corazón nadie duda de que Nicolas Maduro perdió abrumadoramente las elecciones del 28 de julio”. Pero en honor a la verdad hay que decir que esta conclusión del acucioso Ospina no es original de él, es la conclusión que incluso mucho antes de que ocurriera el hecho electoral estaba fraguada, desde fuera, para ser utilizada como justificación de quienes sirven a los intereses imperiales para dar la estocada a un gobierno claramente debilitado por las sanciones y por el casi “colapso económico” al que fue conducido. La conclusión de Ospina, que ya aclaramos que no es original, se erige bajo el constructo de que María Corina Machado llegaría a la Presidencia, siendo candidata. Basta indagar un poco en la internet quien es este personaje para conocer que es una figura clave en lo que Ospina llama “grupos poderosos” que denostaron de Chávez y del proceso bolivariano. En el argumentario de Ospina quienes ganaron el 28j no mostraron la prueba, pues resulta que la opción que representaba la “inhabilitada” nunca mostro pruebas de haber ganado ante el TSJ, ni ante ninguna instancia venezolana, pero no necesitaban hacerlo para “convencer al mundo entero” que eran los ganadores. Las redes sociales y la canalla mediática hicieron eficientemente su trabajo.   

Dirán los ideólogos de esta jugada, que claro si en el 2019 apenas con un “presidente interino” autojuramentado, casi derrotamos al régimen chavista, en el 2024 con un “presidente electo” que aunque no tenga mas votos en las urnas, será la pieza indispensable para dar la estoca final a un gobierno que “además de ilegitimo, es ilegal y usurpador”. Ejemplos sobran de lo que ha hecho el imperio en el mundo, el mas reciente el de Siria.    

Y cierro estas reflexiones, que se han extendido mas de lo debido, como comencé. También me siento traicionado por quienes heredaron el Legado de Chávez. Pero como espero haber dejado claro, no por las razones de Ospina.

El fraude mayor que hoy vemos en la política de Venezuela es el de María Corina Machado y de quienes persisten en su plan de gobernar Venezuela a cualquier costa y a cualquier precio. Ya sus aliados comenzaron a exigir la “intervención militar contra el país”. Esto no extraña a quienes hacen un seguimiento serio de la política venezolana. Lastimosamente las opiniones que hoy la mayoría tiene sobre Venezuela, como es la del escritor Ospina, están condicionadas por los relatos imperiales de los “grupos poderosos” que desde hace 25 años asumieron la tarea de acabar con el chavismo.

Estando persuadido que el Sr Ospina no leerá estas reflexiones me atrevería a enviarle el mensaje de que siga en su empeño literario, lo hace excelentemente.   

 


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Carlos Luna Arvelo


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