El Arado y el Mar

Murió de una puñalada por la espalda

Y como suele suceder, la alevosía surgió de los cercanos. La daga se enmascaró de abrazo, y la oportunidad llegó en forma de veneno. Todos fueron engañados, pensaron que el asesinato era el final, y mientras dormían los cubrió la infamia de los renegados.

Se equivocaron los verdugos, los grandes mensajes no concluyen en la cruz, no los borra la punta del puñal. Al contrario, la tragedia los eleva a la inmortalidad. Ocuparon el trono, se creyeron triunfantes, desatinados están, la fuerza no arraiga en el palacio, sino en los corazones. Pudieron engañar, pudieron deformar, pero no llegaron a las profundidades del alma que reconoce a los propios.

El apuñalado, el mil veces crucificado, resucitó, volvió hecho millones. Un día no votó, así anunciaba su existencia, un día no llenó las avenidas de alegría, predecía así su rebeldía. Los sicarios fueron estremecidos por la culpa, el miedo angustió sus noches, y quisieron con represión sustituir el apoyo que los evadía, y se hundieron más.

La culpa los aplastaba, se sabían mal queridos por el mundo, traicionaron y nadie quiere a los renegados, después que sirvieron al entierro de los sueños, los malignos les dejaron solos en el desierto, allí los visitan los buitres esperando la carroña. Quisieron disfrazarse, pero se les veía la cola, las patas de cabra. Por donde pasaban el olor a azufre los delataba, ya no estafan, viven sus últimos días.

Entonces decidieron, los cinco, montar un gran espectáculo, uno que hiciera olvidar males y culpas, la mente fija en el show. Algo semejante les sirve a otros gobernantes, y aquí les sirvió durante más de medio siglo a los cuatreros. El espectáculo, la historia, tendría un villano, que debía perder, y una heroína que debía ganar, esa contradicción, esa lucha es el corazón de la obra. Se metieron a hechiceros sin conocer la hierba. No sabían, ineptos como son, que para que funcione la novela debe cumplir el guion: el villano debe salir, y el héroe ganar, y más sí es una heroína, y quisieron dar continuidad al villano por las malas. Y del teatro salieron debilitados, con menos apoyo del que tenían cuando montaron la obra.

Ahora, están allí, pataleando, mal inventando episodios que más bien son piedras en el bolsillo de un náufrago. Están solos, como los animales moribundos en la selva que son abandonados por los de su misma especie. Menguados, les revolotean los carroñeros.

Poco tiempo nos separan del inevitable día del juicio final. El gran jurado emitirá su veredicto, se verá en la calle, en la realidad real. Y los villanos emitirán su falsía, nada les cuesta crear una ficción que ellos y nadie más cree, pondrán millones en un apoyo inútil, otros tendrán su premio de consolación con los 70 días que vivieron en la isla de la fantasía, con ínfulas presidenciales. Después el tinglado caerá, cierra el telón, todo cambiará.

La masa y sus dirigentes, si los hubiere, labrarán, ellos mismos su futuro. Se verá si el engaño puede confinar lo mejor de la gente, lo más altruista, lo más inteligente, a las entrañas del inconsciente, o, si esa voluntad de seguir el ejemplo de fundar nuevos y felices mundos triunfa.

¡CHÁVEZ VOLVERÁ COMO REGRESAN LOS GRANDES!



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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