Continuos apagones. Desde muy frecuentes y de algunos minutos de duración hasta de varias horas dos o tres veces al día. Pérdidas, molestias y por fin, la protesta. Trancaron las calles del pueblo justo a la altura de las oficinas de CADAFE (Antes, ahora es CORPOELEC).
Me acerqué un rato a ver qué estaban haciendo y vi más o menos lo de siempre: Dos o tres gritones que se veía que estaban disfrutando su momentáneo poder, un corrillo que asentía y un montón de tímidos, indiferentes o simplemente curiosos, pero que estaban disfrutando de la situación.
No me entretendré en describir la situación en sí, pero es importante analizar su lectura desde el punto de vista político.
En este tipo de situaciones, desafortunadamente muy frecuentes, el PSUV brilla por su ausencia.
Siempre se ha oído que el PSUV debiera de estar presente en el sentir de los problemas que experimenta cada comunidad, la organización en patrullas facilitaría mucho eso, si las patrullas funcionases, además debería de servir como correa transportadora de esas inquietudes y la consecución de las soluciones o al menos la información sobre las mismas. Pues no, el PSUV está siempre ausente, pareciera que los militantes (bueno, militante es mucho decir, simplemente inscritos) viviéramos en un paraíso terrenal sin problemas ni angustias y con todo resuelto.
Referiré dos situaciones recientes: En la pasada temporada de lluvias, que golpearon durísimo, la vialidad quedó infame. Pasaba el tiempo y no se veía actividad. No tardó la huelga del transporte público. Trancas de carreteras, protestas e incomodidad para todos. ¿Los protagonistas? Los mismos de siempre, un grupito de la oposición que hacen bien su trabajo de dejar bien claro que las cosas no van bien. ¿Los activistas del PSUV? Muy bien, gracias. No nos enteramos porque hasta para ir a la esquina vamos en avión.
La licencia de manejar y/o las placas del carro. 5 de la madrugada, ya el estacionamiento está casi lleno de carros. Los pacientes esperadores comienzan a organizarse elaborando listas de llegada según el trámite que se va a hacer. Llueve y tenemos que meternos dentro de los carros. Al amanecer ha dejado de llover y nos amontonamos en la puerta de entrada a esperar que lleguen los funcionarios. Al fin llegan, mejor dicho, van llegando y lo primero que nos dicen es que despejemos la puerta, que nos retiremos. Esto significa que podemos perder el puesto tan celosamente cuidado por horas. Cuando empiezan a atender, lo primero que hacen es despreciar el trabajo organizativo del pueblo, las listas no sirven para nada. El orden de llegada tampoco, ya que sin las listas y sobrepasando de 100 el número de los aspirantes a ser atendidos, es virtualmente imposible saber con exactitud quien está desde temprano y quien acaba de llegar y dice que durmió allí.
Cunde el malestar y la ira, que se desborda cuando anuncian que para determinados trámites no hay material y que para los otros es limitado y no podrán atender a todos.
No me extenderé, aunque pudiera, en consideraciones sobre lo que significa en la multitud de casos el haber perdido desde la madrugada hasta casi medio día cuando ves que no vas a poder hacer nada, aparte de una estupenda cosecha de arrecheras y frustraciones.
Resumiré resaltando las exclamaciones de válvula de escape: ¡¡Esto se arregla en el 2012!! ¿Cuántos votos se perdieron tan solo en esa mañana? ¿Cuántos más en las conversaciones y coloquios comentando la ineficiencia y el mal trato?
¿No hay ningún jerarca del PSUV que se de cuenta de las cosas que hay que cambiar y mejorar?
¿Qué vía de comunicación tenemos los de a pie para señalarlas?
En la escogencia de los candidatos del PSUV para las elecciones a la asamblea nacional, de una lista de 29 o 39 candidatos, solo conocía a tres, por la cuales no votaría. Esto me planteó la pregunta ¿Cómo se forma un dirigente en el PSUV?
La respuesta, aunque parcial, me vino en esa oportunidad. Los favoritos, o los postulados por el gobernador, a quienes nadie conocía, al menos en la base del partido, empezaron a aparecer junto al gobernador o haciendo sus veces en cuanto reparto de créditos, casas, o cualquier dádiva u acto gubernamental. Por supuesto que fueron escogidos como los candidatos del partido, y con una notable diferencia de votos sobre los candidatos que no estaban a la sombra del poder. Los tres quedaron en la Asamblea y nunca he visto hablar a ninguno de ellos.
Aquí, a nivel local, en los circuitos en donde fueron votados, no tienen una oficina ni hay forma de que el pueblo tenga acceso a plantearles cualquiera de las situaciones en las que el PSUV debería intervenir.
La participación de los militantes del partido es y ha sido siempre nula. Cuando se estaba organizado en batallones, de unos 200 que deberían asistir a las reuniones, no pasaban de siete u ocho, alcanzándose un record de 15. Hasta que por fin no se hicieron más reuniones. Cuando se cambió a patrullas, con menos miembros, más cercanos o vecinos, con mayor facilidad para reunirse y conocerse. Pues no hemos tenido ni la primera reunión. Una señora me dijo que si quería formar parte de su patrulla, le dije que bien. Cuando le he preguntado a esa señora que cuando nos íbamos a reunir, que cuales actividades desarrollaríamos, siempre salió con evasivas, como si esa decisión dependiera de otra instancia que nadie conocía.
Los partidos de la derecha, actuaban de la misma manera y casi desaparecieron pero parece que ahora quieren reverdecer y si lo hacen es mediante el abono y fertilizante que le proporcionan la torpeza, la ineficacia, la corrupción, el endiosamiento de las élites dirigentes de un partido que se dice socialista, pero que está ausente.
¡Sé que esto no va
a gustar!