(La producción fue comercializada)

Conozcamos la bolsa de trabajo burguesa

   La literatura marxista viene recogiendo la producción económica como una fase de la circulación del capital, esto es: sostiene que  la fuerza del trabajo es tan capital como lo son los medios de producción (MP), una vez que el capitalista   compra ambas “mercancías” en el mercado donde concurren los propietarios privados del dinero,  de los MP    y los propietarios privados   de la fuerza de trabajo (FT)[1]. Tal es la bolsa de trabajo.

   Dice, pues, que en este sistema no sólo se ha privatizado los MP, sino también la mano de obra. Ya los trabajadores no operan, “no mueven una paja”,  sino se les paga en dinero, y nadie cede  ningún MP sin percibir una renta. Cuando alguna  persona trabaja “ad honórem” lo hace porque conviene en ceder sus honorarios a favor de uno que otro fin, altruista  o personal solapadamente perseguido. Los capitalistas, por su parte,   apenas regalan alguna que otra mercancía, pero no ceden ni un ápice de su propiedad en MP, salvo por concepto de su venta.

 En ese escenario, de poco le sirve a un Estado burgués adquirir  MP si la mano de obra sigue siendo capital en potencia. En el modo socialista terminarían confiscados tanto los MP como la FT. A esto le temen obviamente los capitalistas al verse privados de sus privilegios, y también los propios trabajadores al perder su libertad para vender   su FT al mejor postor. Tal es el gran problema  político moderno, el meollo del tránsito al comunismo.

   Sigamos: decimos  bolsa de trabajo porque es el mercado donde los trabajadores entregan su FT, según su contrato celebrado con determinado patrono. Como sabemos, la FT sólo puede cederse mediante su aplicación manufacturera a los MP, según unas determinadas condiciones técnicas. Por su parte, el patrono sólo paga el precio de la FT luego de recibirla. De esa manera, el trabajador (asalariado) vende su mercancía y el comprador (capitalista) paga su precio. La producción es, pues, una operación mercantil, está comercializada.

   En esa  bolsa de trabajo se manifiesta una  absoluta separación entre dos grupos de comerciantes: capitalistas y proletarios, un contratista rico, o con miras a serlo, y el otro pobre, o en vías de pauperizarse, pero propietarios ambos. Como tales, concurren al mercado (acuden a la  bolsa de trabajo) unos como vendedores y compradores de MP, y otros, como vendedores de FT a unos compradores encargados de unir estos dos recursos productivos. Para realizar esa compra,  el dinero circula y se canjea por MP y FT;  su unión fabrica la mercancía nueva que  debe venderse. Por eso, la producción presupone estas dos fases de  intercambio:  D-M  y M’-D’; los apóstrofos señalan cambios cualitativos y cuantitativos, respectivamente, de M y D.

   Ya no se trata de acopio de bienes útiles para la sociedad, sino de inventarios en dinero, en MP y en FT, para seguir acumulando. Esto explica los inventarios invendibles, la tecnificación subutilizada de los medios de producción y la sobrepoblación de personas no menos subutilizadas y desempleadas. Ahora, unos y otros, MP y los productores, resultan inaprovechables sin pasar por la bolsa de trabajo. En la pugna  por entrar en este  mercado se va la lucha social entre los propios trabajadores y contra sus patronos, y la de estos entre sí. Los primeros evitan la cooperación comunitaria, y los segundos se destruyen a sí mismos.

   De resultas,  el modo de producción capitalista logró comercializar  las relaciones entre el trabajador  y los medios de producción; la relación hombre-naturaleza está comercializada, se hizo capital, es decir, lo más importante dejó de ser la obtención de bienes, y pasó a serlo la producción por la producción misma. Tal es el significado de la acumulación capitalista, un modo de vida   donde ya no se comercia con bienes,  sino con mercancías que dejaron de ser el resultado de la división del trabajo para convertirse en el resultado de la propiedad privada sobre los medios de producción y de la fuerza de trabajo hechos mercancías.

 


[1] David I. Rosenberg, Comentarios a los 3 Tomos de El Capital, de Carlos Marx (La Habana, 1973)

  Carlos Marx,  El Capital (Crítica de la Economía Política) Libro Segundo “El Proceso de la circulación del capital”.

marmac@cantv-net



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Manuel C. Martínez M.


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