31 de agosto de 2008.- El pueblo donde se extrae la bauxita, materia prima para la obtención del aluminio, no es más que un campamento carente de servicios. Así se muestra Los Pijiguaos.

El poblado parece un campamento minero informal

 Sus habitantes aseguran estar a la “buena de Dios”, porque no ha llegado nadie que les ayude a mejorar su condición de vida, por demás precaria. Roger León, explicó que “aquí hace falta de todo, agua, drenajes, las calles porque cuando el verano llega esto se pone que no se puede. El transporte es necesario, los niños tienen que venirse de lejos a estudiar aquí, no ha habido mejoría. Nunca se acuerdan de nosotros -sólo en campaña electoral- queremos mejorías, eso es todo”.

 Resaltó este residente que el alcalde de Cedeño, “para mi no ha hecho nada nunca, nunca lo vemos, nunca viene aquí y eso que la gente aquí por demás se enferma por las cuestiones de Bauxilum, el polvillo, esas cosas... todo eso que sale de la empresa”.

 En materia asistencial la crisis es igual de aguda, “una emergencia es crítica, aquí no hay asistencia médica. Tenemos prácticamente un dispensario porque no llega ni a módulo, cuando alguien se enferma y lo mandan para allá -el hospital de Bauxilum- eso es un proceso para uno entrar, la única forma es que haya operativos, y aquí se mueren rápido, y a la gente de Bauxilum no le gusta que uno hable”.

 La situación del poblado es evidentemente desoladora, los habitantes no tienen un centro asistencial digno, un sistema de transporte o vialidades en buen estado. Y es que para llegar por tierra a esta zona hay que pasar “mil y una calamidades” empezando por la troncal 19 que parece un campo minado lleno de huecos por todos lados, hecho que se traduce en múltiples accidentes mortales y, como menos malo, la avería de los carros.

 En relación a la vivienda pocas han sido las casas construidas para el pueblo. El único que, según testimonios, ha dejado algo es el actual presidente de la CVG, Rodolfo Sanz, quien hace poco entregó unas residencias, pero no se dio cuenta de que éstas aún tenían ciertos detalles por solventar.

 Vanesa Hernández, madre de cinco niños, fue una de las beneficiadas con las viviendas. “Él nos regaló unas casas pero le falta el tanque del agua, el amoblado, la cerámica del piso. Eso fue hace tres meses y es verdad que él ha cooperado con nosotros pero queremos que nos acomoden como es”.

 “Soy madre soltera, tengo cinco niños, no recibo ninguna ayuda del gobierno y entonces para nosotros la presidenta del consejo comunal dice que la Misión Madres del Barrio no existe, pero estuve hablando con alguien y me dijo que sí existe, entonces estamos esperando que nos ayuden y colaboren”.

 El drama de esta mujer no se queda aquí, porque en Los Pijiguaos no hay un lugar donde poder dejar a los niños y debe cada día encerrarlos en su casa hasta que llegue del trabajo. “Soy cocinera en un restaurante, trabajo tapicería y cualquier trabajo, los niños los dejo en mi casa encerrados porque no me queda de otra. Les compro su televisor, le compro su DVD para que se distraigan mientras yo salgo y vuelvo porque no hay ni apoyo”.

 Hace unos meses su tragedia familiar era peor, “cuando no tenía casa y vivía en un ranchito me maltrataban a los niños, les pegaban los vecinos que tenía, a mí hasta me rajaron la cabeza por estar defendiendo a mis hijos”.

 Según la óptica de Hernández los pobladores importan en épocas electorales, puesto que “nadie ayuda a nadie, ahora que hacen operativos es que se acuerdan de uno. Sólo se acuerdan de uno en las elecciones, y la verdad prometen y prometen y al final nada”.

 En cuanto a las enfermedades la falta de agua ha desatado varios padecimientos. “Aquí tomamos agua de aljibe, hacemos un hueco en la tierra y de allí tomamos el agua. Hay mucha amibiasis, hepatitis, dengue, toda esa cuestión, pero la malaria mata todo eso, prácticamente estamos en un pueblo abandonado, creo es que éste es el pueblito más abandonado que hay, yo digo que ni las minas de Guaniamo son tan abandonadas como aquí”.

 Además de todo esto, y por si fuera poco lo ya expuesto, Hernández dice que “de verdad nos hacen falta bastantes medicinas, un médico constante de día y de noche. Tener una clínica aquí afuera porque a veces a las 2:00, 3:00 de la mañana tenemos que salir corriendo con el niño para Bauxilum y a veces se nos dificulta la entrada, nos bajan del carro, tiene uno que sacar un permiso y tenerlo para poder entrar, de lo contrario no atienden”.

 Recientemente CVG Bauxilum desplegó un extenso operativo médico en la zona que tuvo gran receptividad, puesto que en muchos años no habían contado con una asistencia tan amplia. A propósito de esto Mervis Martínez señaló que “yo tengo cinco años acá y es primera vez que veo esto. Pero primero que nada nos hace falta un hospital o una clínica, porque nosotros -los que no estamos asegurados- se nos ve incómoda la cuestión, en el hospital de Bauxilum sí nos atienden pero no es igual, es un proceso. Para uno verse le preguntan si uno tiene ficha o no tiene ficha, y hay que esperar. Cuando se trata de una emergencia hay que pelear con los médicos, eso es prácticamente lo que uno usa”.

 Reiteró la dama que además de la salud necesitan cloacas y servicio de agua potable, ya que esto es el origen de muchas enfermedades. “Por el agua hemos tenido dengue”.

 El gobernador en muchas oportunidades ha comentado que en Bolívar se solucionó el problema del agua, para esta señora eso es simplemente un espejismo, porque ellos no disfrutan de este servicio. “Por ahí andan unos carros que los envió él -Francisco Rangel Gómez- pero eso del agua tiene años, siempre se monta un gobierno llega otro y esto sigue igualito, puro aljibe y los que puedan toman agua mineral”.

 La Alcaldía de Cedeño tampoco ha hecho nada, muestra de ello es que “allá en Las Flores donde estudian mis hijas la escuela de zinc y de cartón, allí se mojan los niños lo que quiere decir que esto no está bien”.

 Diana Rivas, habitante de la zona, fue usuaria del operativo de la empresa procesadora de Bauxita y admitió que “estuvo muy bien, siempre uno va a Bauxilum y nunca lo atienden, y aquí todo ha sido bien. Hace como cinco meses que no había un operativo, la vez anterior vinieron los cubanos y estuvo bien organizado también”.

 Rivas asegura que “la situación aquí es caótica, necesitamos un módulo policial donde se muevan las patrullas a donde debería de ser, el agua también falta, cloacas porque no hay, cuando llegan las lluvias eso es horrible, eso es agua pareja, barro”.

 Para Rivas los anuncios del gobernador en materia de agua son “pura mentira, porque si hace algo lo hará por fuera, no por aquí, las comunidades no las toman en cuenta es pura mentira”. Agregó que este tipo de asistencias y los anuncios del gobernador y alcalde son parte de la campaña electoral. “Todo el tiempo hacen esto cuando van a elegir el presidente, alcalde y cosas así, pero en otro caso no se acuerdan de nosotros, de más nada”.

     En el fin de Venezuela    

 Ir a Los Pijiguaos no es nada fácil, si se tiene la oportunidad de trasladarse en avioneta considérese afortunado, pero de lo contrario entérese que el pueblo está situado al suroeste de Venezuela y al oeste de Bolívar, a unas nueve horas por tierra de Puerto Ordaz, una de las principales ciudades de la región.

 La vía hasta allá, la troncal 19, está muy deteriorada y además hay pocas señalizaciones. Viajar de noche es una tortura por la cantidad de huecos y lo peligrosa de la vía. Por si fuera poco las ciudades más cercanas a este centro poblado son Puerto Ayacucho (a dos horas y media) y Caicara del Orinoco (a hora y media, dos horas).

 Los Pijiguaos fue fundado por pobladores de Falcón en 1920. Al principio la única actividad era la agricultura, pero en 1974 un alemán descubrió una mina de bauxita, pero no fue hasta 1980 cuando todo estuvo a punto para su explotación, a cargo de la empresa Geovenex en aquella época, después estuvo Bauxiven, luego ésta pasó a ser Bauxilum la encargada de procesar el mineral hasta la fecha.