De esto tampoco hay registro



De cuando en cuando, con mayor o menor intensidad, a las mujeres nos toca vivir, o sobrevivir, a ciertas, reiteradas, insufribles, desagradables, arcaicas, desesperantes, manifestaciones machistas. Tuve, tengo y espero tener en lo que me resta de estadía por este planeta, la suerte de no sentir el machismo en toda su “fuerza”. Es decir, hasta ahora todas las manifestaciones de esta “ideología” que me ha tocado sortear han sido ¿verbales? ¿actitudinales? La última queda bien, aunque ignoro si la palabrita existe. Lo cual no quiere decir que no hayan tenido sus consecuencias, digamos, prácticas.

Las actitudes machistas vienen de cualquier hombre, cualquiera sea la relación o “conexión” que una tenga con el susodicho: padre, hermano, primo, abuelo, amigo, esposo, jefe, compañero, compatriota, novio, hijo, amigo, etc.

Hay una muy “notable” que se observa en ciertas situaciones donde la mujer “sobresale”. Si es en el campo del conocimiento, vale decir, si una tipa sabe más que el troglodita que tiene al frente, la solución del impasse llega pronto, porque la (el) que sabe, sabe. Aunque el “afectado” tal vez nunca se dé por enterado. En este caso pone cara de papá comprensivo y por dentro se dice: esta cree que porque fue a la Universidad puede discutir conmigo. Estos casos no han sido cuantificados. No hay un registro de hombres imbéciles en las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas.

Pero hay ítems que sí pueden ser cuantificados. Por ejemplo cuando se trata de cargos de elección popular. Tan es así que tenemos una estadística facilita de buscar. El artículo 144 de la Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política de Mayo de 1998, dice lo siguiente: "Los partidos políticos y los grupos de electores deberán conformar la postulación de sus candidatos por listas a los cuerpos deliberantes nacionales, estadales, municipales y parroquiales, de manera que se incluya un porcentaje de mujeres que represente como mínimo el treinta por ciento (30%) del total de sus candidatos postulados. No se oficiará ninguna lista a partidos políticos o grupos de electores que no cumplan con estas especificaciones. Esta disposición no es aplicable en aquellos casos de elecciones uninominales." Tremendo logro legal, podríamos decir. Habría que averiguar si no se ha convertido en eso que llaman “letra muerta”.

También hay estadísticas de los casos de violencia doméstica, una de la aberradas manifestaciones del ¿flagelo?

Pero hay manifestaciones machistas peores que las de los imbéciles. Son esos especimenes que dicen respetar a la mujer, que pregonan a los cuatro vientos que no son machistas. Es un tipo de hombre más o menos así: profesional, inteligente, casi siempre de izquierda o “progresista” (los de derecha no se plantean esos “dilemas”), sale a echarse palos con amigas y discute con las féminas como si las considerara sus “iguales”, celebra sus logros profesionales y políticos, hasta que... siente que pierde el control. En este caso las consecuencias son impredecibles. La mujer pasa de ser “una gran tipa” a ser “una advenediza” en todo: como madre, como profesional, como dirigente, como líder, como amiga...

Ante esta situación no queda otra sino llamar a María, que es una fémina. Porque ante cuál tribunal y sobre qué articulado se demuestra que hemos avanzado sí, pero tan poquito, que los hombres ni se dan cuenta que militan desde hace siglos en una fracción llamada “machismo”. De esto tampoco hay registro. Ni lo habrá.





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Mercedes Chacín*


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