¿Qué hará la oposición?


Luego de la descomunal victoria revolucionaria, la oposición venezolana se encuentra entrampada. A pesar de que los resultados dan unos veinte puntos porcentuales de ventaja al Presidente Chávez (unos dos millones de personas), a pesar de que las auditorías hechas al proceso coinciden en señalar que el porcentaje de error es menor al 0,02 %, y a pesar también de que la totalidad de los observadores internacionales avalan los resultados del proceso, aún la oposición venezolana no ha reconocido su derrota. La oposición se coloca así de espaldas a la mayoría venezolana y se aísla más, pues la comunidad internacional ha reconocido el triunfo del Presidente Chávez. Pero lo más grave, es que se encuentra sin saber qué hacer, entrampada en una suerte de escenarios, uno peor que el otro y sin capacidad para decidir cuál elegir.

Si la oposición reconoce el triunfo del Presidente, tiene que aceptar también que ha mentido descaradamente. Tiene que aceptar que el discurso con el que han bombardeado insistentemente a través de los medios de comunicación es falso. Si reconoce la derrota, alguien tiene que asumirla, y en la Coordinadora "democrática" la cantidad de personas "presidenciables" es tan grande como para poder encontrar alguien que quiera "echarse ese muerto encima". Reconocer la derrota implicaría también un desengaño dentro del conglomerado de venezolanos que adversan al Presidente. Sería el suicidio de los dirigentes que moran la Quinta La Unidad. Tal vez suceda que algunos miembros de la Coordinadora asuman la derrota achacándole la culpa a los otros, muy al estilo de Antonio Ledezma, o que se hagan los desentendidos y se pongan a gritar cuando se les exija rendición de cuentas, tal como nos tiene acostumbrado Andrés Velásquez. Reconocer la derrota sería enderezar posiciones (no sólo una cachucha), y encauzarse en el camino de la Democracia.

Si la oposición no reconoce el triunfo del Presidente sólo le queda decir que hubo fraude. Y en aras de ganar credibilidad internacional, debe mostrar las pruebas del fraude, tal como se lo exigió su más notable sponsor, el Departamento de Estado Norteamericano. Hace poco, uno de esos genios de la oposición declaraba en TV que ellos exigían que se auditara todo el proceso, papeleta por papeleta, incluso bit a bit, para demostrar el fraude. Nos imaginamos a sus técnicos tomando kgs de bits (o tal vez ¿litros, cajas, pedazos?) y auditando cada uno de ellos. Hasta ahora no se han presentado pruebas formales, ante el máximo ente comicial, ni ante los tribunales con competencias electorales, sobre el supuesto fraude. ¿Será que piensan que, como tienen los medios de comunicación privados, podrán convencer a todos de que hubo fraude, aunque no hayan evidencias? Tal vez esto no les sume partidarios sino más bien se los reste junto con su desprestigiada credibilidad.

Es probable que la estrategia de la oposición no vaya por ninguna de las líneas anteriores. Es probable que intenten "hacerse los locos" y esperar a que sus seguidores olviden, tal vez proporcionándoles un escándalo (típica estrategia adeca), o tal vez generando disturbios en busca de mártires (aquí los especialistas son los de Bandera Roja) o simplemente generando un proceso de exaltación y de lástima hacia uno de sus próceres presos, el Sr. Capriles Radonski. Tal vez coloquen a su novia a participar en shows exigiendo su libertad, y tal vez ocurra lo que sucedió en una de sus últimas concentraciones, en donde la innegablemente bella Erika de la Vega arengaba, desde la tarima, a las multitudes pidiendo solidaridad con la causa de Capriles Radonski y las convencidas, elitescas e intelectuales multitudes tan sólo coreaban una consigna "¡una vueltica!". Lo insólito fue que esta mujer los complaciera, dando una vueltica que mostrara sus atributos, para luego seguir exigiendo la libertad del Alcalde Golpista.

Jugar al olvido y hablar de otra cosa fue la estrategia de quienes fueron protagonistas de 40 años de bipartidismo. Un Gobierno hacía el peor de los desastres, pero luego en el siguiente periodo se denunciaba sólo al Gobierno en curso olvidando lo hecho por el anterior. Luego se le pedía al pueblo el voto, con la mayor desfachatez, e indicando que los males que padecían eran por culpa del actual Gobierno. Por otro lado, quienes gobernaban, usaban una frase famosa que expresaba que todo lo malo era por culpa del Gobierno anterior. Total, el olvido reinaba, la pobreza crecía y el bipartidismo seguía vigente. ¿Estarán jugando a lo mismo? ¿No se habrán dado cuenta de que Venezuela es otra?

ofgomez@espacioautogestionario.com

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Omar Gómez

Conductor del programa "Latinoamérica Unida", por La Radio del Sur.

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