La revolución bolivariana se profundiza

El pueblo venezolano se prepara para una nueva batalla. La oposición fascistoide, nucleada en la Coordinadora Democrática se vio obligada a entrar en un terreno que le es hostil: la elección popular, en este caso, el Referendo contemplado en la Constitución Bolivariana, seguramente una de las más democráticas e innovadoras del mundo.

Tras intentar voltear a Chávez a través de una infinidad de métodos, todos ellos reñidos con la convivencia democrática, la oposición venezolana, colmada de histeria e impotencia, fue llevada a medir fuerzas con el pueblo bolivariano. El escenario, entonces, ya no es el inventado por los medios de comunicación masiva, con mensajes unilineales y conclusiones fantasiosas. Ahora la Venezuela que se les presenta ante sus ojos es la Venezuela real, la del pueblo sosteniendo las misiones, las cooperativas, la soberanía y todos los logros del proceso revolucionario.

La oposición está preocupada

Fácil es propagar, cuando se es dueño de la televisión, la radio y los principales diarios, que el gobierno bolivariano no tiene apoyo popular y que los venezolanos están hartos de Chávez y el chavismo. Mintiendo descaradamente y desinformando, la oposición creó un mundo de ficción que indefectiblemente se choca contra la realidad. Para ese discurso irresponsable de la contrarrevolución, resultaba hasta jocoso alardear de fuerza y vitalidad, pero en este momento, en la hora de los hechos, comienzan a darse cuenta que su categoría es la de un peso pluma de boxeo, que debe enfrentarse a un peso pesado que encima se entrena disciplinadamente para la contienda. Se percibe que el desconcierto empieza a reinar en las filas de la oposición, como asimismo la necesidad de pedir auxilio a sus socios de l norte.

Despliegue de las fuerzas bolivarianas

Tras anunciar el Consejo Nacional Electoral que se habían alcanzado las firmas requeridas para habilitar el Referendo, el Presidente Chávez, dando un claro ejemplo de vocación democrática, convocó al pueblo a prepararse para la batalla electoral. Apelando a las lecciones de la historia, el líder de la revolución venezolana trajo al presente el significado de la Batalla de Santa Inés, librada por el General del Pueblo Soberano, Ezequiel Zamora, contra las fuerzas oligárquicas. El triunfo de Zamora en esa ocasión, fue producto de un trabajo planificado meticulosamente para conducir a las tropas enemigas hacia el terreno que él había elegido y preparado para el combate. Dirigiéndose al pueblo venezolano, el Presidente Chávez fue claro y conciso: “los bolivarianos vamos a dar la Batalla de Santa Inés”.

La necesaria reorganización

El denominado Comando Ayacucho, integrado por dirigentes de las diferentes fuerzas políticas y sociales que apoyan la gestión gubernamental, había dado claros síntomas de desgaste durante el proceso de recolección de firmas para la habilitación del Referendo. El pueblo bolivariano no había quedado conforme con los resultados. El operativo montado por el Comando Ayacucho había fracasado al no poder evitar el fraude alevoso que había planificado la oposición. Era necesario corregir las fallas para no presentar ese flanco débil.

Es entonces cuando el Presidente Chávez, consciente del malestar existente en las filas del bolivarianismo, asume directamente la conducción de las operaciones para la Batalla de Santa Inés y nombra un nuevo comando, específico para la contienda, más reducido y bajo su exclusivo control: el Comando Maisanta, en homenaje a Pedro Pérez Delgado, un guerrillero que se alzó en armas, con el general patriota José Manuel “Mocho” Hernández, contra la dictadura de Juan Vicente Gómez en las primeras décadas del siglo pasado. Don Pedro Pérez Delgado, conocido en los llanos venezolanos como “Maisanta” fue bisabuelo del Presidente Chávez.

Quién es el adversario

El 9 de junio pasado, en el Teatro Municipal de Caracas, Chávez juramenta al Comando Maisanta Nacional y a los comandos estadales. Y en su discurso manifestó: “ Si alguien en algún momento piensa o siente que está tendiendo a menospreciar al adversario, recuerde que no estamos enfrentados en verdad a esta dirigencia opositora sino que estamos enfrentados al imperio que quiere dominar al mundo, estamos enfrentando a la Nación más poderosa del mundo, estamos enfrentado al gobierno de la Nación más poderosa del mundo que pretende adueñarse de nuevo de Venezuela, que pretende cortar el camino de nuestra liberación, de nuestra dignificación, de nuestro desarrollo integral, no olvidemos eso, no olvidemos eso ”. Con claridad meridiana, Chávez dejaba bien separadas las aguas: por un lad o el pueblo de Venezuela, por el otro la oligarquía, los vendepatria y el imperialismo yanqui.

En ese mismo discurso, el Presidente, convocó a construir un gran frente nacional, amplio y sin exclusiones. La ofensiva entonces, pasó de las manos de la oposición a las manos de las fuerzas bolivarianas. La Coordinadora “Democrática”, si pensaba que había obtenido un triunfo con la obtención de las firmas para habilitar el Referendo, se convencía ahora de que si ese triunfo era real, era también pírrico.

La Campaña de Santa Inés

La célula básica de la organización de las fuerzas bolivarianas para la Batalla de Santa Inés, son las patrullas. Diez militantes componen una patrulla y cada uno de sus miembros está encargado de comunicarse con diez personas más de una lista que debe proporcionarles las Unidades de Batalla Electoral. Una impresionante fuerza “desde abajo” se ha desatado en todo el territorio venezolano. El pueblo del 13 de abril se ha puesto nuevamente en movimiento para defender la Revolución. En cada parroquia funcionan tantas Unidades de Batalla Electorales como centros de votación existen y cada UBE con la cantidad de patrullas necesarias para atender a la totalidad de votantes empadronados. La base, para la implementación del Frente Nacional ya se va configurando en el pueblo organizado a través de las patrul las, las Unidades de Batalla Electoral, los Comandos Maisanta estadales y el Comando Maisanta Nacional.

Si bien esta organización está planificada para la lucha electoral inmediata, el despliegue de fuerzas brinda un campo de maniobra ideal para el futuro Frente Nacional que tendrá que atender una problemática mayor a la meramente electoral. La democracia participativa y protagónica toma vigor y se profundiza, el pueblo humilde encuentra una herramienta apta para la lucha y una promoción de nuevos cuadros dirigentes se anuncia a partir de esta campaña.

Los avances de la Revolución

Desde el mismo día en que Chávez asumió el gobierno, la Revolución comenzó a andar. Cuando el Presidente juró sobre la “moribunda Constitución” y convocó a la Asamblea Constituyente no dejó margen de dudas: se avecinaba un proceso de profundas transformaciones. Una etapa bien clara del proceso bolivariano fue marcada desde la puesta en vigencia de la nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela hasta la implementación de las Leyes Habilitantes (Ley de Tierras, Ley de Hidrocarburos, Ley de Pesca, etc.). Período que se caracterizó por toda una serie de enfrentamientos con la oposición que todavía tenía esperanzas de “seducir” a Chávez e implementar un modelo gatopardista.

La segunda etapa fue la más cruenta hasta el momento. Una vez implementadas las Leyes Habilitantes, la oposición comprendiendo que no había espacio para cooptar a Chávez, se lanza a la ofensiva violenta. Bajo el fuego de su artillería pesada, los medios de comunicación masiva, la oligarquía arremete primero con el Golpe de Estado del 11 de abril y luego con el Sabotaje Petrolero, tratando de hacer colapsar la economía venezolana y forzar la salida de Hugo Chávez del gobierno. Ambos intentos fracasan ante la unidad férrea del pueblos con sus Fuerzas Armadas.

La recuperación para la Nación de la empresa petrolera fue el resultado de esa confrontación. PDVSA fue renacionalizada y puesta al servicio de la Revolución. De allí en más, los recursos provenientes del principal rubro exportable quedaban en poder y control del Estado.

La tercera etapa llega hasta el momento actual. Para identificarla de algún modo, podríamos decir que ha sido el período de las Misiones. Con los ingresos petroleros, el gobierno implementó una serie de planes, llamados Misiones, volcados fundamentalmente a los sectores más desposeídos y atendiendo las fundamentales carencias: educación, salud y trabajo. Allí aparecen la Misión Robinson, Misión Rivas, Misión Sucre, Misión Barrio Adentro, Misión Vuelvan Caras. Millones de venezolanos se han visto beneficiados con estos planes revolucionarios que son claro testimonio de la redistribución de la riqueza en términos más justos y equitativos.

La cuarta etapa, podríamos aventurar, ya se perfila en grandes trazos: el modelo endógeno. Los avances para alcanzar la seguridad alimentaria, el desarrollo de la petroquímica y de la industria nacional, los polos de desarrollo tecnológico, una infraestructura moderna y al servicio de la producción, grandes obras viales y de comunicación, etc., sumado a esto los niveles de capacitación del pueblo, hacen suponer que en muy poco tiempo Venezuela se convertirá en el país más avanzado de Sudamérica.

Esta perspectiva atormenta al imperialismo norteamericano y lo motiva a no cruzarse de brazos.

El imperialismo y la Revolución Bolivariana

En América Latina y el Caribe, nada le preocupa tanto a la administración de Washington como el gobierno de Hugo Chávez.

El mundo “micropolar” -como bien lo ha definido Rodolfo Sanz-, diseñado por el Presidente Bush, se encuentra con poderosas fuerzas contrarias. La resistencia del heroico pueblo iraquí a la salvaje invasión norteamericana, es una ejemplo contundente para comprender que no les va a resultar fácil imponer su dominio planetario.

América Latina y el Caribe también ha comenzado a levantar su voz contra el modelo neoliberal que arrasó con economías, derechos y soberanías. El proyecto ALCA, de recolonización de la región, al menos, no podrá desarrollarse tal cual lo tenían planificado. La democracia representativa es insuficiente para contener las reivindicaciones políticas que exigen actualmente los pueblos. Los partidos políticos tradicionales comienzan a colapsar y nuevas fuerzas, o no tan nuevas pero que han sido consecuentes con los intereses populares irrumpen con posibilidades de triunfo electoral: el Frente Amplio en el Uruguay es el favorito para las elecciones de octubre de 2004 y tanto el Movimiento al Socialismo de Bolivia como asimismo el Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua, se prepa ran para arrasar en las elecciones a alcaldes de fin de año. Los gobiernos de neto corte neoliberal, como el de Uribe en Colombia, Gutiérrez en Ecuador y Toledo en Perú sólo se mantienen por la falta de cohesión de las fuerzas opositoras; el presidente peruano, por ejemplo, hoy no alcanza más de un 6% de popularidad.

No caben dudas de que los gobernantes norteamericanos hoy están abocados a sus propias elecciones, que se celebrarán a fin de año. Tanto Bush como Kerry deberán prestar una especial atención a América Latina y el Caribe. No es desconocido para nadie que esta región es actualmente la única en el mundo cuya balanza comercial representa un saldo favorable para Estados Unidos. Las pretensiones imperialistas se agudizarán más allá del candidato ganador y, si bien Kerry, de triunfar, deberá mostrar en sus comienzos una política diferenciada de la del actual mandatario, todo indica que la lógica de funcionamiento del capitalismo norteamericano lo empujará a redoblar las presiones sobre el “patio trasero”. Con estilos diferentes, demócratas y republicanos no dudan e n estar unidos a la hora de coartar cualquier tipo de proceso de liberación nacional en sus áreas de dominación.

Como lo viene denunciando el presidente Chávez, es clara la intromisión de Estados Unidos en los asuntos internos venezolanos. El imperialismo yanqui ha declarado la guerra a la Revolución Bolivariana y de una u otra forma intentará poner freno a este “mal ejemplo” que se levanta en la América del Sur.

La regionalización del proceso bolivariano

Dos son las líneas estratégicas de desarrollo de la Revolución Bolivariana que más afectan a los intereses imperialistas: 1) El modelo endógeno que avanza en Venezuela con su consecuente expansión regional; 2) Los acuerdos logrados por Chávez con la incorporación de Venezuela en el Mercosur y el avance en la conformación de empresas multinacionales estatales latinoamericanas, Petrosur y la Televisora del Sur, por ejemplo.

Estas son claras señales sobre la etapa ofensiva que ha tomado el proceso venezolano y que se acelera en tanto el orden impuesto por el neoliberalismo ha colapsado en toda su dimensión. Desde las oligarquías nativas, y mucho menos desde Washington, no aparecen nuevas propuestas que puedan tener credibilidad para los pueblos de esta región del planeta y eso hace que el imperialismo se encuentre en una seria encrucijada.

El vector tiempo, ha pasado a ser fundamental en la confrontación actual. La revolución latinoamericana debe ser consciente de que este vector tendrá que contemplarse como el elemento sustancial a la hora de acumular poder para la contienda que se desatará en un futuro cercano. ¿Se quedará inactivo el imperialismo yanqui con una Venezuela que avanza en la industrialización, el desarrollo de la industria pesada y ciertas franjas de tecnología de punta? ¿Se quedará inactivo el imperialismo ante el proceso de integración latinoamericana que en estos momentos impulsa el presidente Chávez? Pensar que el fascismo imperialista no actuará en defensa de sus privilegios sería una torpe y suicida ingenuidad.

Es entonces cuando -y teniendo presente el vector tiempo como antes señalamos­, se hace insoslayable imprimir aceleración en los aspectos cualitativos del desarrollo revolucionario. Las circunstancias históricas indican que las fuerzas imperialistas atraviesan severas dificultades, el proyecto de mundo unipolar está en crisis, los conflictos interimperialistas aparecen nuevamente, la dictadura ideológica se resquebraja junto al cadavérico “pensamiento único”, la economía capitalista reviste síntomas de descomposición evidentes... El único factor desequilibrante que esgrime el fascismo imperialista es su monstruoso poder militar, cuestionado inclusive por la heroica resistencia iraquí y afgana. Todo señala que la “hora de los pueblos” puede llegar prontamente.

El desarrollo de una economía sólida en Venezuela, sobre basamentos sociales de participación popular y con control estatal en una planificación racional está en marcha. En cuatro ó cinco años Venezuela logrará instalarse en el concierto de las naciones como un ejemplo a seguir, marchando paralelamente en una integración regional que trasciende los marcos de meros acuerdos comerciales. De consolidarse esta perspectiva, el imperialismo yanqui se enfrentará con un bloque de poder integral, al que les resultará difícil quebrar. De los acuerdos comerciales y económicos se pasará a incursionar en coordinaciones y acciones integradoras políticas, sociales, culturales y militares que blindarán aún más la línea histórica bolivariana. Todo triunfo electoral que se dé en cualquier país a favor de las fuerzas populares y revolucionarias ya no se encontrará solitario en medio de un territorio gobernado por fuerzas hostiles al cambio; sino que tendrá los apoyos necesarios para enfrentar los desafíos, superando los desequilibrios sociales.

Las experiencias exitosas en Venezuela, como las Misiones implementadas en las áreas de salud, educación y trabajo, podrán ser ejecutadas en los diferentes países, ahorrando las etapas experimentales y contando con colaboradores especializados e idóneos en la materia. El aporte de Argentina en el área de energía nuclear, industria pesada y empresas recuperadas también sería un aporte sustancial al proceso revolucionario de toda América Latina, incluyendo el desarrollo tecnológico cubano y brasileño. El modelo endógeno ya no quedaría reducido sólo al límite geográfico de cada país latinoamericano, sino que abarcaría toda la dimensión de la América del Sur en una primera etapa de desarrollo. Si consideramos en términos reducidos de mercado esta tendencia, las cifras involucrarán a más de 300 millones de habitantes, número superior al de la población estadounidense.

Chávez, el imperialismo y la oposición golpista

Es claro que la Coordinadora Democrática ha demostrado una incapacidad asombrosa para enfrentar al gobierno revolucionario. El despliegue de recursos económicos y el apoyo norteamericano no han sido suficientes para acabar con la Revolución Bolivariana. Todo hace prever que nuevas tácticas serán utilizadas, a partir del fracaso de la oposición.

Entre otras maniobras debemos de analizar cuáles serán las formas en que el enemigo de la democracia venezolana intentará frustrar las esperanzas populares, teniendo presente que el magnicidio siempre está contemplado en la planificación imperialista:

1)  A corto plazo:

a) Montar un operativo mediático el mismo 15 de agosto, adelantándose a los resultados oficiales y anunciando el triunfo del SI, para convocar a la oposición a la calle; generando acciones violentas que intentarán adjudicárselas a los bolivarianos para acusar a Chávez de fraude a la hora de conocerse los cómputos finales.

b) Comenzar una nueva campaña violenta de sabotaje y terrorismo a fin de desacreditar al gobierno popular, forzándolo a tomar acciones represivas que, mediante la deformación informativa, incrementarían la matriz de opinión de que en Venezuela existen serios niveles de “ingobernabilidad”. Esta matriz pretende hacer creer, en la esfera internacional, que Hugo Chávez es un gobernante autoritario y despótico.

c) Respaldar a la oposición en una suerte de desconocimiento formal del resultado del referendo del 15 de agosto, para aplicar así la Carta Democrática de la OEA y avanzar hacia una posible intervención militar.

2) A mediano plazo:

a)  Dentro de las posibilidades aparece como probable que el imperialismo esté buscando “inventar” una nueva oposición. No apostar todas las fichas a la actual Coordinadora “Democrática” y trabajar para ganar a alguna franja del oficialismo que pueda ser seducida. El fantasma del “Chavismo sin Chávez” es una línea de acción que se despliega solapadamente tanto por derecha como por izquierda. Por derecha, esta tendencia se expresa en algunos sectores proclives a frenar la profundización del proceso revolucionario y por izquierda a través de ciertos sectores que apelan abstractamente “a las bases” o “al pueblo”, intentando relativizar la necesidad del liderazgo del comandante.

b) Generar un conflicto armado con Colombia para desgastar el proceso revolucionario, desgajar una franja de las Fuerzas Armadas venezolanas y vincular a Chávez con la guerrilla fariana y el narcotráfico. Esta línea de acción conduciría en una segunda fase a la intervención directa de las fuerzas militares norteamericanas.

c) Accionar urgentemente sobre los aliados potenciales de Venezuela: Brasil y Argentina con el objeto de aislar y asfixiar el proceso bolivariano. La actual embajadora estadounidense en Brasil, y anterior embajadora en Venezuela, la señora Donna Hrinak, por ejemplo, solicitó al gobierno brasileño que endureciera su posición en torno a su relación con Venezuela.

Todas estas maniobras, directas y combinadas, están siendo analizadas por el Departamento de Estado y sujetas a ejecución en base a un presupuesto de “costos y ganancias” como asimismo de correlación de fuerzas.

Las denuncias de la abogada venezolano-estadounidense Eva Golinger, quien presentó informes fidedignos en torno al financiamiento del Fondo Nacional para la Democracia (National Endowment for Democracy, nombre en inglés) a los sectores adversos al proceso bolivariano, es una clara muestra de lo que aquí afirmamos.

Las tareas de la Revolución

La coyuntura indica que el despliegue de fuerzas deberá concentrarse en la Campaña de Santa Inés, llegar al día 15 de agosto con el mayor nivel de organización posible, disciplina y disposición de lucha. De ahí en más habrá que concentrarse en la defensa del voto y del triunfo popular.

Neutralizadas todas las acciones contrarrevolucionarias que el enemigo pretenda esgrimir será perentorio avanzar sobre determinados lineamientos estratégicos:

1) Conformación de un Frente Nacional o Frente Amplio que involucre a todos los partidos y fuerzas políticas que apoyan al proceso, como asimismo a todas las fuerzas sociales comprometidas con la Revolución. Esta organización deberá ser la herramienta por excelencia del proceso revolucionario; con grandes niveles de promoción de nuevos dirigentes; meticulosa práctica de la democracia participativa y protagónica y espacios reales para la implementación de sistemas de fiscalización popular de la gestión pública.

2) Implementación urgente de una suerte de Misión vinculada a la formación política e ideológica de la militancia bolivariana. Para esto será necesario implementar un equipo de trabajo calificado, amplio y representativo de todos los sectores sociales, que en la brevedad, presente un programa de estudio, lectura y discusión de los trabajos fundamentales que conformarán el cuerpo doctrinario bolivariano común a todos los integrantes del Frente Nacional.

3) Retomar la iniciativa de la conformación de milicias populares que, junto a las Fuerzas Armadas, instruyan a la población en el uso de las armas y la disciplina para la defensa de la Patria.

4) Desplegar una tarea profunda de vinculación y coordinación con las fuerzas populares de América Latina y el Caribe a fin de desarrollar una estrategia común para la región como asimismo para avanzar, desde la participación popular, en el ideal bolivariano de Liga o Confederación de Repúblicas Latinoamericana Caribeña. El Congreso Bolivariano de los Pueblos, organización que contiene a las fuerzas más representativas del campo popular de Nuestra América y que fue creado a fines del año pasado, puede cumplir un papel relevante en esta dirección.

5) Aprovechar al máximo el triunfo popular para acelerar la sanción de las leyes necesarias para el avance de la Revolución; leyes que serán esenciales en esta nueva etapa y que apuntan al saneamiento de áreas tan vitales como la Justicia, los medios de comunicación, el servicio exterior y otras.

Conclusión

La consolidación de la Revolución Bolivariana es el paso fundamental para el desarrollo de la Revolución Latinoamericana Caribeña. Tarea que será sólo realizable bajo la conducción de los pueblos y sus líderes naturales. El comandante Hugo Chávez es hoy la referencia mayor para encarar ese camino de unidad y liberación. El epicentro de este proceso se está dando ahora en Venezuela, pero será vital su desarrollo en todo el vasto territorio de la Patria Grande.

La Revolución Bolivariana necesariamente se deberá regionalizar, sin injerencias de ninguna índole, ya que cada proceso requiere de su propia originalidad, pero concientes que la única garantía del triunfo será la unidad planteada por el Libertador Simón Bolívar.

El bolivarianismo es la doctrina opuesta al panamericanismo imperialista de los Estados Unidos, como asimismo a las corrientes paecistas, santanderistas y rivadavianas de patrias chicas, que fraccionaron la gran Nación Latinoamericana por la cual combatieron los patriotas de principios del siglo XIX.

Sin tutorías de ningún genero, en la alianza revolucionaria de los pueblos de América Latina y el Caribe, con la doctrina de Bolívar y con el liderazgo del comandante Hugo Chávez, la Patria Grande será posible.

Sólo en nuestras propias manos está el destino de Nuestra América: ¡hay que prepararse para nuevas batallas y ser concientes que el enemigo principal es el imperialismo y sus aliados!

Como dice el coplero Florentino en contrapunteo con el Diablo: sepa el cantador sombrío/ que yo cumplo con mi ley/ y como canté con todos/ tengo que cantar con él”.


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Fernando Ramón Bossi / Correos para la Emancipación

Historiador argentino. Co-Presidente de la Unión Bicentenaria de los Pueblos. Director de la Escuela de Formación Política Emancipación y del Portal ALBA alianzabolivariana.org

 fernando.bossi.rojas@gmail.com      @BossiRojas

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