Lo que necesitan es un exorcismo


Reconciliación es el restablecimiento de la amistad, la armonía o de la relación perdida, según el diccionario colombiano Clave. Y para amar hace falta dos, dice la sabiduría popular. Hace falta que los involucrados quieran reconciliarse. Por ello la agenda mediática incluye con insistencia, además de la reconciliación, otra palabra muy ligada a ésta: la transición. Un observador desinteresado creería que le están tomando el pelo al país. Les explico por qué.

Se habla de reconciliación pero no se habla de eso imaginándose un escenario adverso. Es decir sólo hay reconciliación si gano. “Mi amor vuelvo contigo si me besas los pies” o mejor “vuelvo contigo si me juras que nunca más me llevarás la contraria”. Tremenda negociación.

La Coordinadora llamada democrática nunca dijo que aceptaría el pronunciamiento del Poder Electoral sobre alguna cosa. Ni cuando recogieron las firmas, ni en el proceso de reparos. Siempre creyeron que no habría referéndum. Por eso es que insisten con la transición. Y la transición sólo existe si ganan. Y están haciendo planes para las primarias de unas eventuales presidenciales. Y Pompeyo en el discurso de cierre de la marcha oposicionista habla de “revisar” las misiones. Y aun con esta intención de reconciliación, sin dar nada a cambio, insisten en la reconciliación normada con una eventual transición. ¿Parece un trabalenguas, no?

Pero no es, lamentablemente. Esto es el corolario de una actuación. Es la consecuencia directa de una forma de hacer política en la que “me dan todo o arrebato”. Después de casi acabar con el país con un golpe de Estado y un sabotaje petrolero -la guarimba casi acaba con ellos mismos- los integrantes de la Coordinadora llamada democrática piensan en reconciliación.

Y resulta que ya las normas de la “reconciliación” existen. Existen incluso hasta de que hubiera “ruptura”. Están en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Es muy fácil mantenerse dentro de los caminos constitucionales. Difícil y costoso es salirse. La Coordinadora llamada democrática sabe mucho de esto. De las consecuencias que tiene inventar para siempre errar.

Porque para amar hace falta dos. Y para construir un país hace falta una oposición seria. Que no busque vacíos donde no los hay. Lo único que necesita aquí normativas, reconciliaciones y transiciones es precisamente la oposición. Si no ¿cómo se explica ese regaño público de Ramos Allup –que gritaba como gallina apunto de ser despescuezada- a sus congéneres políticos el día “su” marcha? Allí se agarró para él solito el “triunfo” de la activación del referéndum, no sin antes decirle al Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, culillúo, canalla y otras palabritas super reconciliadoras.

Mientras ellos hablan de reconciliación, el país ignorado anda encampañado al son de Santa Inés. La verdad es que la transición la necesitan para controlar los demonios que entraron en los cuerpos de los presidenciables, desde que Jorge Rodríguez habló. La Coordinadora llamada democrática lo que necesita es un exorcismo. Nunca antes fue tan oportuno invocar a Florentino.

* Periodista


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Mercedes Chacín*


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