William Ojeda y el Globo-video-loco o por qué los revolucionarios no caemos en provocaciones


Puede ser muy fácil provocar a una persona hasta
llevarla al punto en que esta se arreche y lance su
coñazo. “La paciencia tiene un límite” dice la
sabiduria popular . El más tranquilo abuelito puede
convertirse en una peligrosa fiera ante una
provocación efectiva que le toque donde más le duela.
Esto lo saben bien algunos dueños de medios de
comunicación y politicos oportunistas. Y lo utilizan
magistralmente contra el movimiento revolucionario
para sacarnos de nuestras casillas. ¿Con que
propósito? Para desprestigiarnos, para
criminalizarnos, o para crear una imagen grotesca del
sector revolucionario que reste votos en caso de
escenarios electorales como los que se avecinan. La
provocación, pues, así como la propaganda se vuelve un
instrumento electoral en manos de politicos sin
escrúpulos ni ética. (“ETICA” para aquellos dueños y
directores de medios que lean este artículo, se
refiere en el caso de la prensa a la obligación de
reflejar la realidad en su verdadera dimensión.) .

¿Existen provocadores de oficio? Claro que sí. Algunos
son especializados y además cobran por hacerlo. Los
personajes del Loco Video Loco son un buen ejemplo.
Colocan una cámara oculta, que está de acuerdo con
los actores que hacen de provocadores y entonces
proceden a elegir a la víctima. Cuanto más ecuánime
parezca la persona mejor, pues el espectador
disfrutará un mundo viendo como se transforma en un
energúmeno. Otro ejemplo de provocador de oficio en el
ámbito televisivo es William Ojeda y sus colaboradores
de Globovisión. El viernes 13 lo vimos en el CNE
aplicando las mismas tácticas que el mencionado
programa cómico. Se puso de acuerdo con una cámara
oculta que desde un carro grababa el momento en que
entraba en acción en su papel de provocador. Con sus
manos tan altas como su fama de golpista, se acercó a
los manifestantes bolivarianos a provocar. Pocos
momentos bastaron para que el plan surtiera el efecto
esperado. Fué agredido por dos feroces manifestantes
que no aguantaron la provocación. Pero existen
algunas diferencias entre la grabación de Globovisión
y una grabación del Loco-Video-Loco. Una de las
diferencias es que en el Loco-video-loco, la cosa no
pasa de ser un chiste que llega hasta un límite
prudencial donde los mismos productores revelan la
treta a la persona provocada y tras unas carcajadas
todos quedan como amigos y ya. Pero en el caso de
Globovisión y William Ojeda, la cosa no es chiste. El
efecto que resulta de la exhibición en pantalla de
este truco provocado, es el terror: hacer creer que
nosotros, los revolucionarios agredimos a William
Ojeda. Un efecto muy codiciado por los manipuladores
de opinión de la oposición.

La cámara no miente, miente el medio. Probablemente la
señora que no se mete en política y que desde su casa
vió la imagen de un William Ojeda siendo golpeado por
dos tipos violentos, mientras escuchaba los
comentarios del narrador de planta, se acostó esa
noche compadeciendo al pobrecito muchacho víctima de
la violencia de unos salvajes manifestantes. Los
aditivos dramáticos que le agregaron en el estudio de
Globovision, tales como cámaras lentas de las
trompadas, músicas de infarto y narradores
compungidos, quizás lleve al extremo a la desprevenida
señora de dedicar una plegaria por la salud del pobre
muchacho vapuleado. Así fabrican la noticia y así
forman la opinion en la Tv. La parte de la película
que esta señora seguramente no verá nunca, fueron los
momentos previos en que el protagonista, se ponía de
acuerdo con el productor, decidían cuál era el mejor
angulo para el Globo-video-loco y afinaban el guión
de la provocación. Ni tampoco escuchó la señora lo que
les iba diciendo el pobrecito provocador a los
bolivarianos mientras se acercaba. Como tampoco pudo
recordar ante el aluvión mediático, que ese mismo
William Ojeda que se acercaba amistosamente a los
bolivarianos con las manos en alto, días antes se
refería a ellos como hordas, asesinos y malandros.
Bueno, así funciona la provocación y la manipulación
mediática.

Mosca, los revolucionarios no caemos en provocaciones.

Ok, ya va. Pero ¿quién le pegó a William Ojeda? Pues
dos locos. Y sí. Esos dos locos estaban a nuestro
lado. Pero le duela a quien le duela, los dos
coléricos personajes que no aguantaron tres minutos de
provocaciones de ese profesional de la mentira, no son
revolucionarios, sino par de locos cobardes, aunque
hayan ido a mil marchas antimperialistas y se guinden
cuarenta chapitas del Ché en la franela. Porque el Che
no habría hecho eso. Por que el Ché fue un
revolucionario, como lo fue Bolivar y Cristo, y como
no lo fueron ellos al batuquear a esa persona. Un
revolucionario, lucha no por sacarse un clavo, ni para
pasar la arrechera. Un revolucionario lucha por que la
humanidad entera viva con dignidad. Lucha porque hayan
muchas misiones Robinson y mucha salud y dignidad para
nuestro pueblo. Y un revolucionario no golpea a una
persona que lleva las manos en alto y que esta sola (y
mira que está sólo ese personaje). Y un revolucionario
es astuto para saber cuándo lo están provocando. Y
sobre todo un revolucionario tiene principios entre
los que figura el respeto a la integridad, tanto la de
este señor como la de cualquier otra persona. La
venganza y el odio no son cosa nuestra. Y es un deber
revolucionario velar por que así sea, combatiendo a lo
interno de nuestras filas la cobardía vanguardista y
alimentando los principios de la moral revolucionaria,
la autocrítica y el respeto por el prójimo.

Para muestra, un Tupamaro
La actitud de un revolucionario es la que tuvieron los
companeros Tupamaros que protegieron al provocador de
la ira de los dos loquitos exaltados. Y aplaudo a los
compañeros Tupamaros porque un revolucionario es ante
todo un ser con principios que como ellos no se
pararon en ver de que bando es el agredido para
defenderlo. Lo que hicieron los Tupa fue quebrarles el
guión al Loco-video-loco de Globovisión. Mayor
arrechera para algunos dueños de medios. William Ojeda
fue a provocar, lo agredieron pero le salió el tiro
por la culata porque LOS REVOLUCIONARIOS QUE APOYAN AL
PRESIDENTE CHAVEZ PROTEGIERON LA INTEGRIDAD DE UN
PROVOCADOR ENVIADO POR LA OPOSICION. Así, en
mayúscula, para que resalte. Porque muchos medios no
lo van a decir.

Contra el Globo-Video-Loco, astucia revolucionaria.
Hay muchas armas para ganarle la pelea a la
manipulación mediática. Hay que saber qué hacer en el
terreno mediático y ante las cámaras. Cada
revolucionario debe llevar el tema mediático y
comunicacional como punto de discusión a su colectivo
para pensar en instrumentos eficaces que den al traste
con los guiones de los Globo-video-locos que seguiran
lloviéndonos. En esta tarea de formación política, los
dirigentes de los movimientos y partidos que apoyan el
proceso tienen una gran responsabilidad. Debemos
seguir inventando las maneras de desenmascar a los
provocadores de oficio ante sus propias cámaras, pero
respetando siempre su integridad como personas.
Ejemplos sobran. Desde los reflejos de luz que con
simples espejos llenaban de estrellas las pantallas
desatando la furia de los guionistas de la oposición,
hasta las lecciones magistrales de ética en la
información que dió el pueblo en la calle un 13 de
Abril o durante aquel diciembre secuestrado por el
fascismo. Desde el pegasoso Uh! Ah! Chavez no se va!,
hasta la dignidad rebelde de un Tupamaro que
resguardando la integridad física de una persona le
quitó la mascara al provocador de oficio y su
globoinvencion ante sus propias camaras. La pelea es
larga y también es mediática. Y para avanzar,
creatividad y conciencia tenemos bastante como
pueblo.

Para seguir venciendo hay que estar cada vez más claro
en cuáles son los objetivos y cuáles los métodos de
lucha en cada circunstancia. Ni los loquitos ni los
provocadores teleapoyados deben confundirnos. Los
revolucionarios tenemos principios y no caemos en las
provocaciones y trampas de los golpistas.
Sólo así lograremos que las verdades se impongan a la
mentira.




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Angel Palacios


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