Consumidores tontos y la guarimba perfecta

En la Venezuela que va rumbo al socialismo todo está carísimo, pero los centros comerciales están abarrotados de compradores. Parece como que el antiguo ‘’ta’ barato dame dos’’ se ha convertido en ‘’ta’ muy caro, pero igual, dame dos... o tres, por si acaso’’.

Ante la más descarada especulación los consumidores permanecen impávidos, es como si no les afectara el aumento exorbitante de los precios.Si jugamos al juego capitalista de la oferta y la demanda, si en verdad sabemos jugarlo a nuestro favor, les ganaríamos a los comerciantes en su propio terreno.

La ley de oferta y demanda funciona más o menos así: si hay mucho jamón en la estantería, pero pocas personas lo compran, el precio del jamón debe bajar, es decir, el comerciante se ve obligado a hacer una mejor oferta para ver si los clientes le compran el jamón antes de que se le pudra. Por otra parte, si el comerciante sube el precio del jamón cada semana, y cada semana se le agotan las existencias ¿Para qué le va a bajar el precio?

Ya sé que el jamón se daña y que esto presiona a quien lo vende, pero pasa igual con los zapatos, las camisas, las galletas y todos los productos que se ponen a la venta.Nadie monta un negocio para no vender. Los comerciantes tienen obligaciones que cumplir por lo tanto necesitan que les compremos su mercancía.

Hoy lo tienen papita porque somos consumidores tontos: Sube el jamón y en lugar de no comprarlo y que se les pudra, compramos cincuenta gramos menos cada semana. Nadie se muere por no comer jamón.

Importan productos con dólares de cadivi y los etiquetan al doble del equivalente del dólar paralelo en su más alta cotización, es decir, un dólar que reciben por Bs. 2,15 lo calculan para la venta de sus productos a dos veces Bs. 7,5 o más.Así terminamos comprando ropa de pacotilla, como la de Zara, que en España es ropita baratona, y aquí la pagamos como si fueran modelos exclusivos de alta costura. Y lo peor es que quienes se dejan estafar por Zara y sus secuaces, juran que es súper chic ir vestidas como lo hacen las muchachas españolas del montón.

Somos consumidores gafos que tragamos las mentiras de las marcas. Y esas marcas traen a nuestros centros comerciales productos de temporadas pasadas, muchos de ellos defectuosos, pero dicen ‘’Zara’’ o ‘’Tommy’’, grandote en la etiqueta, y la gente se cae a empujones y hacen una cola gigante en una tienda que tiene solo dos cajeras para servir a sopotocientas personas ansiosas de vestir a la ultima moda del año anterior.

Basta darse una vueltica virtual por internet para conocer la cruda realidad: nos están viendo las caras de idiotas, y creo que si nos la ven es porque nos comportamos como tales.En las webs de las marcas tienen catálogos y tiendas virtuales con toditos los precios de sus países de origen, como sacándonos la lengua.

Los productores nacionales se rigen por los precios del ‘’mercado’’ y es así como las otrora económicas franelas Ovejita, por ejemplo, cuestan solo un poco menos que una franela importada. Quejarse en público es ofensivo: el otro día me acerqué a una heladería para comprarle una tinita a mis gordas y por poco convulsiono al enterarme que una tinita pequeña, servida en un vasito del tamaño de un dedal, costaba 14 bolos. ¿14 bolos? ¡Qué bolas! -dije yo horrorizada causando un terrible malestar entre quienes no se espantaban con que los estuvieran atracando en pleno centro comercial.

Un señor me dirigió una mirada de asco, de esas que te dicen ‘’pelabolas: si no tienes dinero para venir aquí, quédate en tu casa y no jodas’’. Otra señora emitió una risita burlona y me paseó su helado de fresa frente a los ojos como para matarme de envidia…¿O era de humillación?

Quejarse de los precios en público es soez, es más aceptable dejar escapar un gas en plena heladería que decir que algo es muy caro y, peor aún, arrastrar a las niñas lejos de la escena del crimen mientras les explicas que no hay que ser pendejo, que un helado no puede costar tanto porque simplemente es un helado. Miserable mala madre, por un hijo uno paga lo que sea. -Me escupió una buena madre con tinita de chocomint.

Los empresarios y comerciantes están haciendo la mejor guarimba de sus vidas. Mientras todos los medios privados acusan al gobierno de no poder contener la inflación, ellos especulan y nos atracan, y nosotros, para colmo, participamos voluntariamente y, en muchos casos, orgullosos en este desplume. Guarimbean y, mientras tanto, se hacen millonarios.

Si bien es cierto que el gobierno no ha podido atajar a esta cuerda de especuladores, nosotros tampoco lo hemos hecho. Abrimos nuestras carteras sin decir ni pío y cada vez que lo hacemos regalamos titulares a globovisión. En fin, que no es el comunismo lo que nos está matando, es el consumismo.

Vamos a jugar a la oferta y la demanda, vamos a dejar que se les quede fría la ropa de invierno 2002 a Zara y a sus secuaces, que los zapaticos de modas pasadas se marchiten en las zapaterías, dejemos que se pudran los jamones hasta vuelvan a tener precio de jamón. Que no quede un producto con sobreprecio, y que si queda alguno que los compren unos pocos gafos, nosotros no.

carolachavez.blogspot.com



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Carola Chávez

Periodista y escritora. Autora del libro "Qué pena con ese señor" y co-editora del suplemento comico-politico "El Especulador Precóz". carolachavez.wordpress.com

 tongorocho@gmail.com      @tongorocho

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