Cero sinapsis

Lo que ha quedado demostrado en los últimos días es que Chacumbele no se mató lo suficiente. La oposición al Gobierno de Chávez no da pie con bola. El último argumento utilizado para justificar la defensa de las firmas del “Firmazo” fue una tal “intencionalidad” de la “voluntad popular” que obligaría al CNE a aceptar la solicitud del referéndum. Según eso la “voluntad popular” habría devenido en una especie de entelequia, que no lo sería tanto, porque habría que hacerle caso, por su “intencionalidad”. ¿Enredado, no? Bueno, pero de eso nos trataron de convencer. No hay que pararle a los formalismos, total vivimos una revolución. Ni que los deseos preñaran.

Todo el mundo sabe que lo del 2 de febrero sólo fue un premio de consolación inventado por la dirigencia oposicionista, para evitar curas de sueño masivas entre sus filas de seguidores. ¿Qué hacemos ahora? ¿Qué ponemos a hacer a los botados de PDVSA? Y dijeron: hay que mantener la calle caliente. Si, eso es. Unas firmas. Pero eso sí, lo vamos a hacer tan mal, tan mal que no habrá modo de que lo aprueben. Lo importante es mantener la calle caliente.

En estas jugadas en busca del palito mantequillero surge “El Reafirmazo”. Enrique Mendoza intenta rematar en la última curva (en lo que tenía un tiempito trabajando porque los colores, el logo, todo le quedó bien bonito) mientras otros del variopinto grupo se desgañitan invocando a la desobediencia popular.

No habían pasado 24 horas cuando ya la TV tenía una cuña con la voz de una modosita locutora diciendo: ¡ahora, vamos todos, a recoger las firmas con las normas que dicte el CNE! ¿Qué pensará sobre esto la señora que estuvo todo el día tocando puertas, llamando a sus vecinos, pendiente de que hubiera tinta suficiente? Me imagino que alguna molestia tendrá, aunque quien la esté animando sea el muñequito de torta de Chacao. Mínimo debe pensar que se la están vacilando.

Y como ya dejaron como niño de pecho a Chacumbele, ahora nos entretienen con esta acción desesperada, tipo Coyote tras el Correcaminos. Les confieso que ya estoy preocupada por este último y absurdo performance. Y es que uno se desespera. Dan ganas de mandarle mensajitos, pistas, alertarlos, ayudarlos. Ojalá que no hayan mandado a imprimir la planillas, que esperen el 17. Que no sigan botando la plata. Ya se los advirtieron el Vice y el Canciller. Tengan calma. Parece que tuvieran alguna deficiencia mental. Cero sinapsis. ¿Habrá que sentarse a esperar para soltar la carcajada? Reiría con ganas si no fuera tan serio.


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Mercedes Chacín*


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