¡Exijo otro paro!

Cuando El pasado 10 de Diciembre vi frustrada mis esperanzas, al ver como algunos empresarios y comerciantes no apoyaron “El paro” (Único método para salvar al país, así lo creía), y como se venía abajo ese inmenso pero necesario sacrificio; comencé a desesperarme. Ese desespero tuvo su bálsamo a mediados de Abril del mismo año, pero de nuevo impávido y nuevamente frustrado me acogí a los designios del todopoderoso (Que siempre sabe lo que hace) y ya casi cuando claudicaba, que estuve a punto de darme por vencido, apareció como caído del cielo y para ventura de todos los Venezolanos; el 2 de Diciembre de 2002 (Bendito seas señor por ese día).

Ese día mi vida floreció de nuevo, mas aún cuando los gerentes de la nómina mayor de PDVSA se sumaban nuevamente a la batalla por la DIGNIDAD.

DIGNIDAD si..., aunque muchos no me comprendan!

DIGNIDAD que solo duró 60 días, desde que Carlos Ortega, Carlos Fernández y Juan Fernández al lado de las cuatro televisoras nacionales asumieron su responsabilidad ante la historia.

JAMÁS HABÍA TENIDO TANTA DIGNIDAD Y PAZ.

Mi patria fue tan digna como la que más...,en ese momento mi pueblo se refugió Ipso-facto en la programación del canal ocho VTV, que nos mostraba un periodismo que habíamos olvidado, un periodismo en defensa de su naturaleza y que enfrentó con DIGNIDAD la arremetida inmoral de los ahora conocidos con el remoquete de: LOS CUATRO JINETES DEL APOCALIPSIS.

La DIGNIDAD volvió al pueblo cuando dejó de ver y escuchar entrevistas parcializadas, personajes indecentes llamando a guerra civil, telenovelas embrutecedoras, shows mediocres e idiotizadores (como el de Altamira y el de Don Francisco, entre otros) películas con violencia extrema y sexualidad interminable. Osea: “PURITA LIBERTAD DE EXPRESIÓN”.

DIGNIDAD, cuando desintoxicaron la salud del pueblo al evitar que consumiéramos esas “Aguas Negras” conocidas como Coca-Cola, Pepsi, etc; recordándonos que existía el jugo de caña y el coco frío.

DIGNIDAD, al recordarnos nuestros orígenes, nuestra idiosincrasia y hasta a nuestras abuelitas, al hacernos moler el Maíz Pilao en lugar de la cómoda arepa de bagazo.

DIGNIDAD, porque la familia se torno alrededor del hervido echo a leña y se dio cuenta que es el ingrediente mas importante para lograr su sabor particular.

DIGNIDAD, pues me reencontré con mis hijos y estos al ver menos pantalla, me vieron mas profundo a los ojos, pudiendo leer en ellos la verdad de mis sentimientos.

DIGNIDAD, porque el bebedor empedernido en un sorpresivo estallido de honor, se dio cuenta que había comenzado a dejar su vicio a la puerta de una licorería, para estar mas en su casa.

DIGNIDAD, al mostrarnos como la solidaridad, el compañerismo y la organización, no son palabras huecas; haciendo de la escases de gasolina y gas, el mejor reencuentro humano en colas y mas colas.

DIGNIDAD, porque en esas colas la solidaridad no fue excluyente; es decir que quienes apoyaban al presidente Chavez, le cuidaban el puesto y los carros a los Venezolanos que apoyaban el “paro”; los que fatigados y hambrientos (por la falta de costumbre o de combatividad), tenían que ir a su casa a ducharse y a comer “alguito” para volver a la cola mas tarde, bien fresquecitos.

DIGNIDAD, porque a los maestros y médicos (recién aumentados de sueldo por cierto y siendo ahora los mejor pagados) fueron beneficiados con salvoconductos para abastecerse de combustible, por reconocérseles como dijo Bolívar: “Los primeros ciudadanos de un país”, aunque apoyasen el “paro”.

DIGNIDAD, por haber fortalecido aún más nuestra conciencia y entender sin tapujos lo que está sucediendo y porque está sucediendo; robusteciendo así, nuestras decisiones y determinaciones.

DIGNIDAD, porque cayeron mascaras que confieso; hubiera preferido que no cayeran, como es el caso de compositores y artistas, que desde niño vi con los ojos del paisaje, del nacionalismo sano y de la sinceridad.

DIGNIDAD, porque ahora sabemos que nadie es imprescindible ni probo por más “Doctor” que sea o “Phd” que tenga.

DIGNIDAD, porque mis hermanos que se resistían al cambio, ahora revisan su alma ante la cobardía de sus lideres.

DIGNIDAD, porque se salvaron de las estadísticas rojas, miles de Venezolanos en accidentes de carreteras y bajo los efectos del alcohol.

DIGNIDAD, porque ahora se más de la importancia del petróleo, que me da la comida a mi y a mis hijos.

DIGNIDAD, porque reaparecieron valores como la valentía y la magnanimidad en algunos Venezolanos, que a pesar de sus temores e intereses, dieron un paso al frente, como Simón Pestana, por ej.

DIGNIDAD, porque ahora el planeta entero sabe de que madera estamos hechos los Venezolanos y que clase estirpe tenemos, abriendo así el debate mas intenso en sociología que haya habido hasta hoy.

Y finalmente...,
DIGNIDAD, porque sin este “paro” jamás me hubiese tan orgulloso de ser Venezolano, tener en mi alma la semilla de los libertadores de América ni darle un beso en la frente a mis hijos y poderles decir: SERÁN LIBRES!!!

P.D: Hubiese preferido que todo esto sucediera aquel 10 de Diciembre.

Por eso...
¡EXIJO OTRO PARO!


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Jorge Carles Acosta


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