Cuando el Precursor Francisco de Miranda quedo prisionero de las fuerzas realistas en 1812, un largo camino habrían de recorrer los sesenta y tres volúmenes de su archivo manuscrito, al que les dio el nombre de Colombeia, que salieron embarcados en la goleta Saphire que había sido enviada, para buscar al prócer, por su Majestad Británica.
Solo en 1926 el gobierno de Venezuela pudo adquirirlos, y hoy tenemos el deber de cuidarlos para preservar nuestra memoria histórica.
Gracias a un Francisco de Miranda, que recorrió grandes distancias que hoy nos parecerían insuperables, que anduvo a pie, a caballo, en coches o en barcos y veleros surcando mares y océanos, dándose espacios para "anotar todo", en español, en francés, en inglés, en italiano, en alemán, en sueco, y también en latín, hoy podemos tener, tecnología de por medio, al alcance de la mano una valiosa información que nos permite conocer, no solo la intensa y permanente actividad revolucionaria del Generalísimo tanto por Europa como por Norteamérica, sino que podemos conocer los orígenes de la revolución en la américa española.
De allí podemos extraer muchos aspectos de la gigantesca obra del ilustre venezolano en su incansable lucha por ir ganando conciencias y voluntades para la gesta emancipadora.
Muchos fueron los americanos que llegaron a esas latitudes para llevarse las ideas independentistas al Nuevo Mundo, pero solo uno, un joven de veinte años, llegado a Londres desde Cádiz, oriundo de la Capitanía General de Chile, hijo "no reconocido" del más importante funcionario de la Corona española en territorio americano, el Virrey del Perú Don Ambrosio O´Higgins, tendría el privilegio y la oportunidad de ser instruido por un tiempo prolongado por tan importante personaje, gozando de la sabiduría y capacidad, comparables a Sócrates.
Es el año1798, cuando Miranda ya era un Precursor en tierras europeas, como Francia, Italia e Inglaterra principalmente, que se produce el encuentro con el joven idealista Bernardo Riquelme (en aquellos años no podía usar el apellido O´Higgins de su padre).
Pese a la diferencia de edad se estableció entre ambos una profunda y sincera amistad. El joven Bernardo encontró en su profesor el afecto y el conocimiento que tanto anhelaba, y el Precursor lejos de dudar creyó encontrar en el hijo del Virrey del Perú al discípulo preferido para iniciar la causa de la revolución en la América española.
Una confirmación de la influencia de Miranda es señalada, al comienzo de la lucha por la independencia de Chile en 1811, por el propio futuro Libertador chileno: ""No puedo ocultar, sin embargo, cuan doloroso habría sido para mí el yacer impotente tras las rejas de los calabozos de Lima, sin haber podido hacer un sólo esfuerzo por la libertad de mi Patria, objeto esencial de mi pensamiento y que ocupaba el primer anhelo de mi alma, desde que en el año 1798 me lo inspirara el General Miranda".
Para el Precursor no era suficiente generar en los jóvenes americanos un compromiso revolucionario que se sostuviera solo en la voluntad y la audacia, por ello la preocupación de Miranda consideraba, además la relación de los aprendices de la independencia con figuras políticas del gobierno inglés, y representativas de países como Rusia y los Estados Unidos, el estudio de las circunstancias históricas contemporáneas, el juego de los intereses entre las potencias europeas, y principalmente la fundamentación de la ilegitimidad del coloniaje.
En el caso del joven chileno, esta preocupación se manifestó al llevarlo como acompañante y testimonio real de un proyecto revolucionario en América, ante hombres de tanta importancia como el Ministro Portland, el Embajador de Rusia o el Encargado de Negocios de los Estados Unidos.
Pero también la atención que le generaba el joven chileno lo llevo a inspirarse en un joven líder y héroe mapuche llamado Lautaro, para crear una extensa red americana con el compromiso de la liberación, las llamadas "Logias Lautarinas", que adoptaron para su trabajo secreto el mismo sistema operacional que las logias masónicas de gran desarrollo en la Europa de fines del siglo XVIII.
Según relato recogido en su "Epistolario" el joven chileno le dice a su profesor: "Mirad a mi señor tristes restos de mi compaisano Lautaro, arde en mi pecho ese mismo espíritu que liberto entonces Arauco, mi patria, de mis opresores".
Tras los pasos de su maestro, el futuro Libertador chileno va adentrándose en los secretos caminos de la revolución, abriéndoseles así muchas puertas que le serán, más tarde, de gran utilidad.
Los agentes españoles que seguían, muy de cerca, al revolucionario venezolano, no tardaron en averiguar los pasos del hijo del Virrey del Perú, al que sin demora se lo dieron a conocer, lo que ocasiono el repudio, desconfianza y suspensión de los recursos económicos para la manutención del joven Bernardo en su periplo europeo.
Pese a las dificultades y la extrema estrechez económica, el joven siguió escuchando atentamente y asimilando profundamente las enseñanzas de su maestro. Enseñanzas que comenzaría a cristalizar veintiún años después.
En el plano militar la creación de un Ejercito Libertador, en el plano político la idea de alcanzar la independencia sobre la base de la existencia de gobiernos y ejércitos fuertes sustentando el sistema republicano opuesto a la monarquía entendida contraria al espíritu libertario que se quería impulsar.
Cuando el joven Bernardo, zarpa en el viaje de regreso a su tierra de origen, lleva en su reducido equipaje un secreto decálogo político, "Consejos de un viejo sudamericano a un joven compatriota al regresar de Inglaterra a su país" con una frase final que dice "Léalo y destrúyalo". El joven no solo lo leyó, sino que lo copio en papel más delgado y lo coció en la entretela de su abrigo.
En el párrafo final el Precursor le dice a su joven amigo:
"Amáis a vuestra patria! Acariciad ese sentimiento constantemente, fortificadlo por todos los medios posibles, porque solo a su duración y a su energía deberéis el hacer el bien.
Los obstáculos para servir a vuestro país son tan numerosos, tan formidables, tan invencibles, llegaré a decir, que solo el más ardiente amor por vuestra patria podrá sosteneros en vuestros esfuerzos por su felicidad".
Así, Bernardo O´Higgins Riquelme, el "joven amigo" del Precursor Francisco de Miranda inicio su formación, siendo siempre leal a las enseñanzas de su maestro, para quedar en la historia como el Libertador de Chile y Gran Mariscal del Perú.
"Detesto por naturaleza a la aristocracia y la adorada igualdad es mi ídolo"
Bernardo O´Higgins Riquelme
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