En 1813, la acometida de las tropas realistas en contra de los republicanos fue tan feroz, que hasta algunos simpatizantes de la monarquía llegaron a sentir horror de tal masacre; uno de ellos, Francisco Heredia, oidor y regente de la Real Audiencia de Caracas, escribió en sus memorias que “un fraile capuchino de las misiones de Apure, partidario de Monteverde exhortó a los soldados: “de siete años arriba no dejen vivo a nadie.”
Ante esta situación, nuestro Libertador, quien no luchaba contra los españoles sino contra un régimen monárquico y absolutista y por la independencia de nuestra América, no tuvo más remedio que lanzar el Decreto de Guerra a Muerte concluyendo de la siguiente forma: «...Españoles y canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de Venezuela. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables».
Hoy, cuando nos enfrentamos a nuevos Monteverdes, Cervériz, Zuazola, Yánez, Rosetes y Morillos, que maltratan al pueblo, encienden las calles buscando muertos y se solidarizan con el monarca español cuales realistas del siglo XXI, deberíamos enfrentarlos con un nuevo Decreto de Guerra a Muerte a sus mentiras y desinformaciones malvadas que dañan y disocian la mente de venezolanos incautos que después de ocho años de gobierno de Chávez andan pregonando que les van a quitar sus bienes, que les van a quitar sus hijos, que si les sobra una habitación tendrán que compartirla con quien ordene el gobierno.
Debemos prepararnos, rodilla en tierra, a enfrentar esta nueva batalla por nuestra dignidad e independencia y soberanía, y una vez obtenida la victoria el 2 de diciembre, actuaremos como Simón Bolívar en Ocumare, el 6 de julio de 1816: «...La guerra a muerte que nos han hecho nuestros enemigos cesará por nuestra parte: perdonamos a los que se rindan, aunque sean españoles. …”
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