¡ ¡ A la mesa…

En nuestras familias anuncio afectivo. Animo, encanto y emoción. Carretada infinita de ilusión. Memoria convulsionada ante las opciones que se presienten. Animación ante ese espectáculo. Cada día, una delicia y gratificación incomparables. Cada encuentro himno a lo humano.

Nunca supe la necesidad de agregarle adjetivos a la mesa. Ella es todo. Por eso llamarla de Unidad despierta dudas. Se titula para enfatizar carencias. Es recurso trivial para engañar.

Pienso en ella y quienes componen la unidad como en un cuerpo. Enfermo obvio, digamos de hidropesía, causada por la gula y el mucho canibalismo. La siento como un camarilla de seres llenos de importancia. Triste radiografía de un sector social padeciendo un cuerpo envejecido y de poco aliento.

Su llamado cuenta maravillas de seres inexistentes. Vagas palabras con medicina de fantasía y diagnostico de puro éter. Voces cuyo intento es disimular su angustia ante la derrota. Médicos del mejor cadáver por atender. Unidad: es uerpo cuyas piernas no tienen ni ideología, ni programa capaz de sostener su camino a las elecciones. Desfalleciente, ¿ cómo resistir el protocolo de una campaña eleccionaria¿. Camino, a una mesa, pero, de disección, adonde cada uno debe recoger una parte de órganos o huesos sin suma posible de totalidad.

La Unidad sufre alucinaciones. Cubre su miedo con patrañas. La mas popular, desde hace diez años la libertad de expresión. Cadáver que goza de buena salud. En tanto repiten y juran su inexistencia y testifican su irrealidad a través de periódicos, tan reales que tenemos que pagar por ellos. Explican a la luz de un sol que les quema las retinas en documentos notoriamente públicos y efectivos o canales adonde exponen tesis, e hipótesis, cual mas negativa como ineficientes. No conozco en el país ningún periódico subterráneo ni clandestino. Adonde hasta la guerrilla mediática no la promueve la oposición en forma encubierta sino las organizaciones de colectivos urbanos de manera identificada ostensiblemente.

La Mesa se adorna con falacias. Pobre homenaje a la divinidad de la gente. La saben espacio de tahúres, rezando un: ¡Ah malaya un puesto salidor ¡¡. Espacio que mas parece una mesa de billar adornada con paisanos de duro y grueso verbo y dispuestos a notables como esperadas agresiones físicas, por que uno le quiere escatimar al otro un punto en la cuerda de las cuentas. Lugar adonde se escuchan acusaciones y promueven defensas por una tacada sucia de alguno que no quiere reconocer la carambola. Allí a falta de jueces creíbles es obvio que todo tenga que terminarse a golpes y fracturas causadas por expertos golpeadores. Sitio adonde pocos saben jugar limpio y todos quieren estafarle la apuesta a los demás. Entre políticos viejos y mañosos no hay ley, ayer te atacaban, hoy si les conviene, te defienden, pero solo por el momento. Solo por ahora ….. guillo.

Si es Mesa, lo será de unidad de caciques sin futuro con adversidad y agresiones previsibles. Jugadores que a cada momento inventan sus reglas y decretan segundo a segundo acciones arteras. Camada de fulleros haciendo “mabita” en cada jugada, con escasa voluntad y poca aptitud para la inmortalidad.

Es al fin de cuentas una tembleque mesa de tres patas, con una astillada, cuya estabilidad ni el Señor de los Milagros la puede asegurar.

Recién me acuerdo de una letra de Don Francisco Quevedo Villegas sobre los Embusteros y Tramposos: “Los codiciosos, escarmentados, se apartaron de los tramposos; y los tramposos por no pagar de valde el embuste, se embistieron unos a otros, disimulándose en las palabras y dando un baño exterior de simplicidad”.

“Decíase el un embustero al otro: Señor mío, escarmentado de tratar con tramposos que me tienen destruido, vengo a que, pues sabéis mi puntualidad me prestéis tres mil reales en vellón, (antigua moneda española, aleación de plata y cobre) de que os daré letra aceptada a dos meses, que se pagará en plata”.

Obras completas de Don Francisco Quevedo, Marcelino Menendez y Pelayo 1897, pag 425


tuliomon@gmail.com


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Tulio Monsalve


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