El planeta de los choferes

Parece mentira, pero se repite la historia.

Pareciera que el andar no les deja huella, que el tiempo no les deja aprendizajes ni experiencias.

Vida mía, cuanta incapacidad para entender, cuanta ineptitud para darse cuenta, cuanta arrogancia para no corregir, cuantas metidas de pata. No aprenden.

Quienes en mala hora encabezan la disidencia en este país, pareciera que disfrutaran condenar a millones de personas a la frustración y a la desesperanza, solo por satisfacer sus intereses y revanchas personales. Es evidente que su errónea recurrencia no proviene de lo involuntario.

Individuos que con su mal proceder y con política mediocre, lejos de cumplir el necesario rol que tienen por deber y derecho, no han hecho sino frustrar los deseos de aquellos que no comparten el proyecto de país que se viene desarrollando desde hace catorce años.

Estos “dirigentes”, unos mas viejos por sus conceptos que por el tiempo, y otros envejecidos mas por el odio que por el trabajo, se niegan a respetar el derecho a una nueva visión, a una nueva manera de hacer política; una política acorde con las nuevas realidades. Se rehúsan a cambiar los métodos y peor aún, a entregar el testigo.

Con sus despropósitos, privan a millones de la posibilidad de llegar a concretar su inconformidad por la vía democrática. Les han hecho creer que solo ellos pueden dirigirlos. Y mas grave aún, parece que esos millones se lo han creído.

Ha sido su empresa desde hace ya catorce años, impedir el surgimiento de una oposición sana, racional, leal con los intereses del país. ¿Porque? Sencillo, los intereses del país no son sus intereses.

Catorce años de derrotas personales y de frustraciones colectivas. Esta casta de perdedores sin vergüenza, prefieren morder el polvo una y otra vez, antes de allanarle paso a lo verdaderamente nuevo, a lo verdaderamente joven.

La convergencia de ambas senectudes (la de los conceptos y la de los odios) se pusieron de acuerdo para repartirse “lo de siempre” –según ellos- al llegar al poder. Se niegan a desaparecer de lo político, se niegan a ceder paso; dinero y abolengo no lo permiten.

Como son los mismos, incurrir en el desprecio seguirá siendo el modus pensandi.

De acuerdo a su alegría, ya Hugo Chávez no está ni estará más. Yo insisto en que no es así. Se fue lo físico y se hizo la leyenda y peor para ellos; quedó el sentimiento.

Una leyenda y un sentimiento que a diferencia del que dejó el gran Bolívar; fue tangible, visto, palpado por las manos del pueblo.

No son pinturas al óleo, ni libros escritos interesadamente los que harán de Chávez lo que yo he llamado: “El Padre De La Patria Bonita” y el amor eterno de muchos venezolanos; sino vivencias, contactos, alegrías, sufrimientos, lágrimas compartidas, misiones cumplidas y mas allá; fotografías del comandante con medio país y medio mundo, en un rancho, en una fabrica, en un liceo, en un hospital, en una montaña. No es un Chávez muerto y lejano. Hay registros que harán la diferencia, y eso creo que no lo han entendido.

Pero de acuerdo a ellos, ya el problema no es el zambo, el de la verruga, el teniente coronel, el loco. Ahora milagrosamente Hugo Chávez fue bueno.

Ahora el problema es su relevo, es Nicolás Maduro: “El Chofer, el obrero, el ignorante, el que no estudió.”

Que vaina con esta gente que no aprende. De allí, lo que yo les decía líneas atrás: “Este país merece nuevas ideas, nuevos métodos, una nueva oposición”.

Pero como dijo Cicerón: “Humano es errar; pero sólo los estúpidos perseveran en el error.”

Ahora bien, tendrá esto algo que ver con aquello de “La Estupidez Ilustrada”. ¿Recuerdan?

Definitivamente, esta gente no es coherente con la preparación, el estudio y la superioridad que exhiben orgullosamente en Alo ciudadano. ¿Aún no se han dado cuenta que para tener principios y valores morales, no hace falta tener un titulo universitario, ni siquiera estudios?

Y no lo digo específicamente por Nicolás Maduro, sino por los casi tres millones y medio de trabajadores del volante que hay en Venezuela (que no pudieron estudiar) y que existen de acuerdo a cifras de su sindicato (entre gandoleros, camioneros, autobuseros, camioneteros, taxistas, etc); sin incluir a los motorizados, ciclistas y todos aquellos que tienen vehículo propio y que evidentemente también son choferes.

Aún no han entendido que no hay diferencia entre despreciar a alguien por su condición de chofer, que a quien es chichero, herrero, albañil, etc.

Tanto es el odio y la arrogancia que olvidan de donde salen los votos. Ni siquiera por eso respetan.

Yo en lo personal, he conocido analfabetas que tienen más principios y valores, que mucho profesional universitario, incluso ya doctorado. Vaya que si conozco. Mi padre fue uno y mi madre es otra por ejemplo.

Este infausto gesto, es el vivo desprecio heredado por una clase acomodada en mayoría parasita y holgazana, que nunca ha respetado. Esa actitud solo refleja –por decir lo menos- un profundo desconocimiento por los sentires populares. Esa afrenta, es la sempiterna ofensa burguesa causante de lo que ellos llaman “resentimiento social” y lo cual alegan, en fiestas y reuniones, para justificar su falta de solidaridad y su falta de humanidad.

Estos descendientes de esclavos y pobres -gracias a Hugo Chávez- sienten que ahora si son libres y no están dispuestos a dejarse gobernar de nuevo, por quienes los aborrecen.

El irrespeto a Nicolas Maduro por ser chofer, ha sido directamente proporcional al próximo resultado electoral.

Como así también, el recién irrespeto de Henrique Capriles hacia las instituciones, la familia Chávez, pero sobretodo para con el recién fallecido presidente, tiene que ser irrespeto para todos aquellos que se digan ser cristianos de verdad, para quienes viven con la palabra “dios” a flor de labios y se dicen sus hijos(as), piensen como piensen… si no, es hipocresía.

Pobres, aún no se han dado cuenta que este es un planeta de choferes.

Jcar2021@gmail.com
@jeca_65


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Jorge Acosta Carles


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