Reforma constitucional, Reelección Continua y Revolución Permanente ( I )

“La revolución democrática se transforma directamente en socialista, convirtiéndose con ello en permanente”. León Trotsky.

El doble desafío que enfrenta la Revolución Bolivariana, que implica superar lo que se ha dado en llamar sub-desarrollo, y al mismo tiempo superar el capitalismo, superar la colonialidad del saber para darle paso a la invención, ese doble esfuerzo que significa la democratización con formación para pasar a la revolución con afirmación, es lo que el gran Trotsky denominó la Revolución Permanente. Superar este doble problema desde los ámbitos de la estructura y la superestructura, constituye una titánica labor que implica un proceso sostenido no sólo en el tiempo sino en el espacio, por lo que la inevitabilidad de la expansión de la revolución al terreno internacional es la otra característica del carácter permanente de la revolución.

La teoría de la revolución permanente coincide con el llamado de Simón Rodríguez.

Las pretensiones de imposición de un sistema fascista-guerrerista mundial como instrumento de consolidación del neoliberalismo, por una parte, y nuestra condición de país latinoamericano tradicionalmente acostumbrado a la imitación servil de las ideas provenientes de ultramar (hasta de la confusión), de otra, hacen que el imperativo de inventar supere la posibilidad de errar inventando, en relación a la advertencia robinsoniana “O inventamos o erramos”. De esta manera, los errores que surgen del intento de invención nunca superan al error de dejar de inventar para sucumbir genuflexamente a la arraigada y mala costumbre de la copianderia. En este sentido, el carácter permanente de la revolución es la traslación del pensamiento crítico al pensamiento creador, la emancipación precedida de la superación de la enajenación.

La superación de la colonialidad del saber tiene una importante vertiente política.

Quien pretenda afirmar en un proceso revolucionario donde la práctica va por delante de la teoría, que democracia es división de poderes, respeto a los derechos humanos individuales y colectivos, orden constitucional y sufragio universal directo y secreto con sus corolarios: elecciones libres y periódicas y la “alternabilidad en el poder”, pareciera que ven la realidad cambiante del sistema político venezolano como una película que se proyecta en otra parte. La lucha por la consolidación de la democracia participativa lleva implícito el desmontaje de los axiomas de la falsa democracia. Después del debate planteado con los sectores que hablan de “eternización” o “perpetuación” en el poder, entre otras proyecciones cuartarepublicanas, en relación a la posibilidad de la reelección inmediata de la figura del presidente, está, me parece, el auténtico debate.

Recordar que en países como Francia, España o Inglaterra, exista la reelección indefinida para darle legitimidad a la propuesta de reforma del artículo 230 de la actual constitución, me parece una debilidad argumental que demuestra en todo caso, como dijo Samuel Robinson, cierta pereza para pensar e incapacidad para inventar. Una innecesaria comparación con la Europa que le hace el juego a nuestra ya aludida mala costumbre. En una sociedad donde la alternabilidad significó, ante todo, un gatopardismo que no respetó derechos humanos de ningún tipo, donde en las “elecciones libres y competitivas” implicaron el “acta mata voto”, donde la “democracia representativa” fue el eufemismo infame con el que se disfrazó una vulgar dictadura con elecciones (considerada la fórmula fundamental de este tipo de régimen) sólo nos conduce a considerar este elemento como una “condición de posibilidad”, que si bien es considerado un “principio democrático”, axiológico, la realidad nos sacude y nos dice que no es más que una “ilusión liberal” que ha servido por un lado para fomentar el más puro gatopardismo, y por otro para legitimar poderosamente al estado como lugar privilegiado del poder.

Recordemos que otro de los argumentos contrarios a la reforma del artículo 230, es que contradice el artículo 6 de los principios fundamentales, que es el que le da el carácter “alternativo” al gobierno. Es evidente que de implicar esto una estricta alternancia por período, la contradicción entonces siempre ha estado presente, ¿o es que ya no hubo una reelección? Tanto la “alternancia” como la “inmediatez”, tanto el “carácter alternativo” como la reelección continua”, son simplemente posibilidades que no se contradicen ni se niegan, posibilidades que van a depender de la dinámica política del país en cuestión, ¿o es que obligar un cambio de figura presidencial cada 5 años no es una forma de imposición? Soy de la opinión de que este proceso de construcción del socialismo no depende de un solo líder; sin embargo, se puede observar el peligro de la consolidación de factores conservadores, reaccionarios y gatopardianos que, excelentes aprendiendo consignas, obstaculicen jurídica, política y económicamente la consolidación del auténtico Poder Popular. Por ahora, la reelección continua del presidente Chávez podría ser necesaria para lo que podemos denominar la Revolución Permanente.

El advenimiento del “hombre nuevo” no es posible sin “ideas nuevas” ni “circunstancias nuevas”, por lo que nuestro norte, que es el Sur, debe ser la expansión del pensamiento crítico y la lucha por unas circunstancias mínimas para impulsar una completa y radical transformación estructural, y eso solo puede ser concebible dándole un carácter permanente a la revolución.

amauryalejandro@gmail.com


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