De lo divino y lo sabroso

Hace poco se quejaba Martín Guédez de la poca calidad de la propaganda que teníamos para contrarrestar la avalancha que desde allende la talanquera nos mandaban. No se hasta donde ha analizado Martín, con la vara de la historia, la conducta de los hombres y mujeres que creen en las soluciones divinas, y de los que creen en la disciplina de trabajo y en la acción organizada.

Revolución es para muchos sinónimo de romance. Una de las citas preferidas de los guevaristas de café es la que empieza diciendo: "A riesgo de parecer cursi...". Pasa que además de amor, hay machete, caña, tractor y carretilla, y que lo que no hiciste hoy no lo hace por ti nadie. Todo eso también lo decía el Che pero es demasiado prosaico como para endulzar (¡¡¡más!!!) un cappuccino.

Conozco a pocos que hayan muerto en combate abrazado a un libro del Che, en lugar de abrazados a un arma de fuego. El mismo Guevara cuenta que cuando le tocó escoger entre las medicinas y el fusil, escogió el fusil. Lo que no dice el Che es que después se le murieron dos combatientes por falta de penicilina. Detalles. Uno debe hacer lo que mejor sabe hacer. Esos tampoco lo decía el Che. Un ingeniero cortando caña puede parecer poético, pero la industria se hace menos efectiva y lo mas seguro es que la caña mal cortada no sirva para mucho. Pero de su ejemplo voluntarista, del bueno y del malo, aprendemos. Y a partir de ellos construimos nuevas y perfeccionamos viejas herramientas de trabajo, de organización y de disciplina. Eso es historia. Ese es el vector de la historia. La dirección de la historia. El que va pasando va dejando lo mejor de si -¡¡¡algunos!!!- y los que atrás vienen arrean, yerran, pero también inventan. Así se forjó el socialismo. Endiosar a quienes dejaron lo mejor de si, atribuirles poderes divinos a hombres de carne y hueso, creerlo mejores que otros, y abrazarse a sus imágenes para defenderse del plomo es, y lo digo a riesgo de parecer cursi, una novela de Corin Tellado.

No se que día ni a que hora descubrió el ser humano que solo no podía sobrevivir. Ese día nació el socialismo y con esa ley natural nació la trampa artificial. En muy poco tiempo la trampa se hizo ley y apareció la propiedad privada, y la religión que la sustenta. Todo ese devenir que llamamos historia fue hasta mediados del siglo XIX una cadena de
hechos aparentemente fortuitos, sin leyes, sin termodinámica social, hasta que llegó el comandante y mando parar. Si quieres cambiar este estado de cosas, que ni de vainas es fortuito, primero entiéndelo en detalle, después genera herramientas basadas en ese entendimiento y lo demás es echarle ovarios (la única que prestó atención debida fue Rosa Luxemburgo).

Solo la disciplina, solo las herramientas efectivas de trabajo y organización, solo un entendimiento desprejuiciado y desapasionado de la realidad, salva al pueblo. Alí tuvo que resumirlo en otra frase porque no pudo ponerle música a una tan larga como la que inspira el análisis dialéctico. Yo no abrazo nombres, ni hombres para vivir o morir por ellos, yo simplemente uso las herramientas que todos ellos me legaron. Mi revolución personal, la mía conmigo mismo, con mi cultura, con mi religión y con mi educación impuesta, la he ganado a punta de entendimiento y trabajo, y no de esperanzas de redención en figuras históricas o religiosas. Si nuestra gente no se revoluciona a si misma, no habrá socialismo en Venezuela. Si seguimos auspiciando el culto fofo a la memoria del Libertador, de Miranda, de Guaicaipuro, de Guevara, de Allende o de Fidel estamos mal. Hay que poner por delante sus herramientas de trabajo, que no de genio: trabajo, disciplina, estudio y etcétera. Mas etcétera unos que otros.... No hay hombres, ni pueblos escogidos por la providencia. Hay trabajo, estudio y disciplina. Más ná.

El mensaje final de Salvador Allende desde La Moneda sigue siendo una muestra inequívoca de como la herramientas dialécticas en manos de un hombre inteligente y abnegado, honesto y creyente de los poderes creadores del pueblo no nos abandonan, aun en los momentos más críticos de nuestra vida. Cuando yo sea revolucionario quiero ser como
él.

Salud!!!, que algo queda...
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Por una revolución bolivariana y socialista!


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Manuel Brito


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