Lo dijo Marco Tulio Cicerón en Roma en el año 55 A.C.

El título de este artículo tiene como origen una frase que me hizo llegar un amigo, la misma corresponde al augusto romano Marco Tulio Cicerón quien fue un jurista, político, filósofo, escritor, y orador romano quien vivió entre el año 106 a.c. y el 43 a.c.

El augusto Marco Tulio dijo estas sensatas palabras:

El presupuesto debe equilibrarse, el tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada y la ayuda a otros países debe eliminarse, para que Roma no vaya a la bancarrota. La gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado.” Año 55 a.c.

Como podemos ver, el sentido común en materia económica es algo que viene de muy atrás, y que independientemente de la ideología, hay ciertas cosas sensatas que deben hacerse en la administración económica de una nación en cualquier tiempo. Después de leer esta frase de Cicerón, no podemos dejar de pensar lo apropiada que es esta cita en el caso venezolano, uno podría cambiar el nombre de Roma por Venezuela y todo lo dicho seguiría siendo válido. Cabe destacar que mi amigo es chileno y su intención era demostrar la aplicabilidad de este pensamiento a la realidad chilena, pero bien vale para cualquier gobierno en cualquier latitud y en cualquier tiempo..

Cicerón creía que el buen funcionamiento del imperio romano requería un presupuesto equilibrado, es decir, que los ingresos y egresos del Estado deberían equilibrarse. Es decir que a mediano o largo plazo un gobierno no puede mantener un déficit eterno, no se puede gastar perennemente más dinero que el que entra en las arcas del fisco. Los gobiernos pueden entrar de forma consciente y planificada en un déficit inducido por algún tiempo, así lo señalan los economistas keynesianos, siempre y cuando, dicho déficit sirva para salir de una situación de depresión económica o recesión. En este caso, el gasto público puede motorizar nuevamente el aparato productivo deprimido. Sin embargo, en el caso venezolano, es muy posible que esto no funcione debido a la falta de confianza, por no decir enfrentamiento abierto, que existe entre el sector privado y el gobierno.

Desde hace años, Venezuela viene con una política de mantener un gasto público creciente y en particular el gasto social, lo que fue posible gracias a los altos precios del barril de petróleo, sin embargo, el crecimiento del gasto público ha sido tan exorbitante que incluso un barril de petróleo a US$100 ya no fue suficiente. Todo esto nos ha llevado a la generación de una deuda interna y externa que ha crecido con el tiempo. La forma de lidiar con el déficit también ha sido a través de la emisión de dinero inorgánico. Por lo tanto, podemos decir que en Venezuela no se ha seguido el sabio consejo de Cicerón.

Todos sabemos que las reservas internacionales han bajado dramáticamente, las reservas líquidas son muy escasas, lo que implica que la capacidad del Estado para importar bienes y servicios se ha limitado prácticamente a la mitad, lo que es producto de la caída estrepitosa de los precios del petróleo.

En palabras de Cicerón, Venezuela ha dilapidado el tesoro en vez de reaprovisionarlo y la deuda pública se ha incrementado de una manera irresponsable.

Me parece increíblemente revelador el pasaje en que Cicerón habla de la arrogancia de los funcionarios públicos, recomendando que la misma deba ser moderada y controlada. No podemos dejar de ver que en Venezuela la arrogancia del gobierno y de algunos funcionarios no tiene límites, no hay el más mínimo reconocimiento de algún grado de responsabilidad en la situación actual. Todos los problemas responden a una acción concertada de factores externos sin que se den pruebas sustanciales de las afirmaciones. Hoy los culpables enemigos del pueblo son los bachaqueros, sin reconocer que su existencia es la manifestación de un fenómeno y no la causa. Pasa lo mismo con el contrabando de extracción, no importa cuantas medidas represivas y de control se tomen, mientras el diferencial de precios entre los productos colombianos y los venezolanos sea abismal habrá este tipo de contrabando.

Proféticas parecen las palabras de Cicerón cuando habla de que la ayuda a otros países debe cesar, sin duda alguna, Venezuela no está en condiciones de ayudar a otros países, por el contrario, necesita de la ayuda internacional. En Venezuela, la pobreza ha vuelto a aumentar por efecto de la inflación desbordada, también el gasto social se ha visto mermado. No podemos hacernos responsables de los pobres del mundo, a duras penas podemos con los nuestros.

Cicerón alerta sobre el peligro de bancarrota de Roma en el año 55 a.c. Aquí se ha venido alertando desde hace tiempo del curso errado de la política económica, pero siempre se ha topado con la arrogancia de quienes están en el poder y creen saber lo que le conviene al pueblo. Al igual que en el socialismo del siglo XX, se ha tratado de impulsar un socialismo desde arriba, los consejos comunales y las comunas nunca han podido despegar como mecanismos del poder popular, siempre han dependido de las instituciones del Estado y sus dádivas. A diferencia de Roma, creo que aquí en Venezuela ya estamos en bancarrota, con un presupuesto deficitario y endeudados, con un aparato productivo paralizado, sin divisas para importar los alimentos y medicinas que se requieren, con una moneda vilmente devaluada, sin capacidad de exportación de otros bienes distintos del petróleo, con una inflación desatada que puede convertirse en hiperinflación en cualquier momento, enfrentando la posibilidad cierta de perder parte del territorio nacional por una política internacional incoherente.

Por último, el viejo Cicerón nos recuerda que hay que aprender a trabajar y no vivir del Estado. En el caso venezolano, debemos decir que Venezuela no puede seguir viviendo de la renta petrolera, hay que poner al país a producir desde alimentos hasta bienes manufacturados. Sin embargo, eso se viene diciendo desde hace mucho tiempo sin que se haya hecho nada efectivo al respecto, más allá de declaraciones que no se traducen en ninguna acción efectiva.

Cuanta falta hace en Venezuela un Cicerón que pueda ser oído y cuyas sensatas recomendaciones se esté dispuesto a seguir. En Venezuela definitivamente debemos rescatar un sentido mínimo de sensatez en los asuntos económicos, por desgracia y por los vientos que soplan, los cicerones venezolanos no serán escuchados en el corto plazo. Ya ni siquiera se sabe nada del Cicerón chismoso que le pasaba datos confidenciales al Dr. José Vicente Rangel. Cicerón ha muerto y Venezuela ya está en la bancarrota y como dijera el Presidente Chávez, los presidentes de cumbre en cumbre y los pueblos de abismo en abismo.



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Hernán Luis Torres Núñez


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