PDVSA y PEMEX: la lucha por el petróleo en dos tiempos

“Quien sea dueño del petróleo será dueño del mundo" Henry Berenger

Los finales de los años 80 y la larga “noche” de los 90, reveló un orden fracasado de la economía mundial, caracterizado con profundas restructuraciones que permitieron agudizar la desigualdad en la distribución de la riqueza. América Latina fue una de las regiones que recibió con mayor embate la territorialización de la pobreza, en contraste de las altas ganancias percibidas por las corporaciones globales, que tomaron control de las economías nacionales. Bajo el dogma neoliberal, las economías latinoamericanas se enfrentaron entre sí en un proceso de entrega de sus recursos naturales a la iniciativa privada transnacional, para cumplir las metas impuestas por el FMI de disciplina fiscal y objetivos macroeconómicos.

Venezuela con una economía retrasada dependiente de la captación de la riqueza por la renta petrolera, vivió un proceso complejo de pérdida de soberanía en su principal compañía PDVSA. Con un proceso de internacionalización para evadir los ingresos al fisco y la apertura de los fecundos campos petroleros a la iniciativa transnacional (entregados como bitumen a menores costos). La nacionalización petrolera venezolana fue una de las mayores estafas en la historia del país, con una empresa convertida por la tecnocracia en autónoma de las políticas del Estado, el proceso de privatización del petróleo avanzó sin problemas ante un Estado corrupto e ineficaz en el control de su principal fuente de ingreso.

México se enfrenta hoy al Déjà vu venezolano de los 90, con una agenda claramente neoliberal, Peña Nieto recicla los viejos argumentos: la incapacidad de PEMEX, mayor inversión y el resultado anhelado: crecimiento económico. La estrategia no es la privatización de la empresa estatal, sino la apertura petrolera a las grandes corporaciones transnacionales ávidas de aumentar sus reservas estratégicas. En su encuentro con Rajoy, Peña prometió espacio para las empresas españolas en México, previendo que REPSOL pudiera ser parte de esos contratos que se negociarán en esta iniciativa, que bajo el esquema previsto no reserva soberanía sobre el negocio al Estado mexicano, en una contracorriente con el panorama de la Región, México refuerza lo que inició con el TCLAN en su radicalización de la liberación de su economía.

La economía mundial depende del carbón y el petróleo, es por ello que en la geopolítica de hoy las potencias intentan asegurarse la seguridad energética, aumentando las reservas estratégicas, empresas estatales como Rosneft en Rusia, PDVSA en Venezuela, YPF en Argentina, YPFB en Bolivia o Petroecuador han ampliado su participación en el mercado energético gracias a este criterio, contrario a esto la producción nacional mexicana ha disminuido en los rubros de petróleo y gas, en una amenaza significativa a su propia demanda interna

En Venezuela el control sobre el petróleo condujo al golpe de Estado de 2002, la modificación de las reglas del juego, han llevado a arbitrajes internacionales adelantados en el CIADI no sólo contra PDVSA sino todas las empresas estatales de la región que han recuperado la propiedad del petróleo. El problema de la capitalización y producción de PEMEX, puede ser resuelto con un esquema mixto de inversiones que le permita mantener al Estado soberanía sobre el recurso, el ejemplo de PETROBRAS es el peor debido a la fragilidad que generó al depender del capitalismo especulativo – financiero. Resta la movilización popular y la alianza de los factores políticos progresista oponerse a la apertura petrolera de Peña Nieto que desembocará en la privatización de un recurso estratégico en el contexto geopolítico.

José Fortique

@josefortique


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José Fortique


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