Desde una clara posición ideológica

Réplica del Viceministro Luis F. Damiani Bustillos a la Directora de Información y Comunicaciones de la UCV

Ciudadana

Lic. Maribel Dam T.
Directora de Información y Comunicaciones
UCV
Presente.-

Apreciada Sra. Dam.

Me dirijo a Usted para solicitar un derecho a réplica en respuesta a una interpretación, que en algunos párrafos es vaga y confusa, de mi intervención en el Consejo Universitario de la U.C.V., publicada en el Correo Ucevista año 6, Nº 186 del 22-26 de marzo del año 2010, p. 7, en una síntesis titulada “El C.U. sesiona con la presencia del Viceministro de Educación Universitaria”.

Por ser muy respetuoso de la comunidad ucevista, a la cual pertenezco, es necesaria mi “mise au point” que precise un punto esencial de mi intervención donde mencioné a los profesores Tamayo y Chitty La Roche y que objete una afirmación de la periodista, responsable de la síntesis de mis apreciaciones, específicamente en el tercer párrafo del resumen, cuando señala:
“El resto de la intervención estuvo dirigida a realizar un análisis de contenido de la situación política del país y de la Universidad desde una clara posición ideológica”.

¿Qué querrá decir la periodista cuando afirma “desde una clara posición ideológica”?

¿Tiene este juicio la intención de desacreditar mis hipótesis interpretativas sobre el actual contexto sociopolítico venezolano?

¿Cuál es su legitimidad, no es un sutil ataque a la credibilidad y a mi esfuerzo de razonar serenamente sobre algunos problemas que actualmente padece la sociedad venezolana?

¿Qué pretende esta apreciación ingenerosamente azotante, áspera, hostil?

Esta caracterización de mi discurso, pese a su aparente objetividad, es un comentario mezquino, sustancialmente arbitrario; es una astucia de la razón muy simplona y sin embargo, es una provocación grave y muy insidiosa para cualquier inteligencia media.

Le aseguro que si fuera un intelectual vanidoso, estas pocas palabras, tan insidiosamente despectivas, sepultarían definitivamente la posibilidad de establecer una política de diálogo que, aunque difícil, me gustaría asentar.

En efecto, este señalamiento de mi esfuerzo interpretativo no es para nada ingenuo, imprudente, neutral, pretende inútilmente ofenderme, en mi condición de profesor universitario y aspira a imposibilitar el encuentro necesario.

Apreciada Sra. Dam, todo profesor universitario ha leído el popular texto de Rossi Landi sobre los once usos del término ideología, todos despectivos desde la mirada del conocimiento argumentativo, ¿recuerda? Ideología como mitología, folclore, ilusión, autoengaño, sentido común, mentira, deformación, oscurantismo, estafa o engaño conciente, falso pensamiento en general, visión del mundo, intuición del mundo, sentimiento, pasión y corazón en contra de la racionalidad, etc. etc.

Entonces ¿Qué querrá decir, Sra. Dam, “desde una clara posición ideológica”?, ¿no es una consideración superflua cuando todos sabemos que la ideología y la ética juegan un papel importante en toda reflexión racional sobre lo social? ¿Querrá referirse a lo inadecuado (ideológico) de los esquemas conceptuales que he usado para ordenar, interpretar los hechos de nuestra realidad cotidiana?
¿Sugiere (“desde una clara posición ideológica”) que necesito elaborar sistemas conceptuales de verdad más potentes? ¿Querrá ser una condena inapelable a mis herramientas teóricas o solo pretende definirme como un torpe chapucero que mezcla slogans políticos con teorías contaminadas con ideología?

Es muy posible que la periodista trabaje con un paradigma rival más “a la page”, que guía de manera “más actualizada” el modo de observar e interpretar un determinado aspecto del mundo y, como sabe cualquier ucevista, los defensores de paradigmas interpretativos rivales, inconmensurables entre sí, viven definitivamente en mundos distintos.

Pero, aún así, concientes de que nuestros modelos teóricos poseen una distinta vertiente ontológica y heurística, “rival” como diría Kuhn, concientes de que todas nuestras generalizaciones simbólicas tienen suposiciones axiológicas e ideológicas. ¿Por qué la utilización explícita de la frase “desde una clara perspectiva ideológica” cuando inevitablemente los valores y la ideología sirven de referencia previa a la argumentación racional?

Es ciertamente una afirmación muy ingeniosa, aparentemente denotativa, objetiva y neutral, que es, sin embargo, un sutil golpe bajo, puro veneno hacia mí, una verdadera irritante provocación para la vanidad intelectual de cualquier profesor universitario medianamente inteligente.

Fíjese, Sra. Dam, que en la misma pág. 7 del Correo Ucevista aparece otro resumen titulado: “Averu se pronuncia ante violencia en las universidades”.

En el cuarto párrafo, quinta línea, un rector de una universidad pública afirma “… y justificar así una posible intervención del gobierno…” y en el octavo párrafo, tercera línea, una rectora asegura:
“le decimos al gobierno que no pensamos bajar la cabeza ante amenazas, ni violencia…”

A una lectura apresurada o detenida del texto se sugiere, no síntomalmente, que es el gobierno que actúa con amenazas y violencia.

¿Esta afirmación (¿informa, esclarece, responsabiliza?) no le parece claramente ideológica, Sra. Dam?

¿Estos juicios, de las máximas autoridades de dos Universidades Nacionales; lapidarios, perentorios, no tienen una clara naturaleza ideológica, no forman parte de una ostpolitik, que, sin ninguna prueba empírica y argumentativa, demonizan al adversario político, es decir, al gobierno del Presidente Hugo Chávez?

El lector podría pensar que esta aseveración, sin ningún tipo de fundamentación, no corresponde, no es propia de unos intelectuales, de unos académicos, de las máximas autoridades de nuestras Universidades Nacionales.

Pareciera, más bien, que sus objetivos son desacreditar al adversario, son juicios resultado de una mentalidad ideológico-propagandista.

Con todo respeto a las autoridades universitarias, francamente no se entiende de dónde extraen sus afirmaciones que terminan en el territorio más sectario de los fanatismos y de la irracionalidad.

Los académicos no han demostrado suficiente responsabilidad: un análisis serio del atentado violento a la sede del Rectorado no ha sido ni siquiera intentado, al contrario, mucha retórica ha sido difundida a través de los mass-media.

Es irresponsable lanzar afirmaciones que no podemos sustentar ni con la razón, ni con la empiria: todo profesor universitario debería haber leído un poquito de Crítica Kantiana.

Lo que toma mi atención es, sin embargo, que, a quien recoge las declaraciones de estos rectores no se le ocurre añadir “desde una clara posición ideológica”. ¿No es sorprendente el olvido, apreciada periodista?

El acto terrorista ocurrido en la UCV, es humanamente y políticamente aberrante. En una situación tan grave debemos apelar a nuestro sentido de responsabilidad, hay que mantener nuestras declaraciones a la altura esperada: una autoridad universitaria no puede permitirse improvisaciones hermenéuticas. El clamor de las emociones, con sus juicios sectarios, arrogantes, falsos, no puede atropellar la voz más sosegada y sutil del razonamiento. Especialmente las autoridades debemos hacer funcionar el momento analítico, la abstracción de la argumentación racional sustentada empíricamente.

Por muchas razones, humanas, políticas y hasta personales, la violencia vandálica contra el alma mater me ha dolido.

Tengo algunas hipótesis al respecto y, sin embargo, no puedo hacerlas públicas porque no dispongo de un análisis y de unas evidencias suficientemente claras para iluminar las razones de mis suposiciones.

Estoy absolutamente convencido, sin embargo, que la práctica del terrorismo se coloca en el polo opuesto de una estrategia política dirigida a la transformación de la sociedad venezolana en el sentido de una democracia socialista. No creo que los simpatizantes, militantes de la opción política representada por el presidente Chávez estén detrás de estas acciones.

Los simpatizantes del Gobierno del Presidente Chávez no somos herederos de Diderot, Mirabeau, Robespierre, Blanqui, no somos Jacobinos, somos más bien discípulos de Gramsci y, siguiendo al gran comunista italiano que reflexionó muchísimo sobre el fenómeno de la violencia política, a propósito del análisis del génesis del fascismo, seguimos un nuevo “arditismo”, es decir, una verdadera “guerra de posición” llevada adelante por las mayorías populares, por las grandes organizaciones sindicales y políticas del país.

Pero esta reflexión nos llevaría lejos de nuestra idea central.

Volviendo a nuestro tema me pregunto: ¿Cuál es el uso ideológico, político de la afirmación “le decimos al gobierno que no pensamos bajar la cabeza ante amenazas ni violencias”?

¿Cuál es la lógica que guía esta posición digna de cualquier “mith maker” con PHD en literatura alemana en Heidelberg?

Afirmar o sugerir públicamente que es el gobierno que produce violencia, o mejor, violencia terrorista, es, repito, una tesis declaradamente ideológica, una tesis manifiestamente político-ideológica.

Estas declaraciones son un “black out” de la rigurosidad, de la inteligencia.

Lo grave no es tanto que han sido dadas en cualquier canal de televisión comercial, es decir, por lo general, de muy baja y escasa calidad y objetividad (y donde algunos profesores universitarios ucevistas y el máximo dirigente estudiantil de la F.C.U de la U.C.V han criminalizado explícitamente al presidente de la República y al gobierno del acto repudiable acontecido). Lo grave de tales acusaciones no es el hecho que han sido dadas en algún periódico de la gran prensa nacional (en El Nacional, en los días sucesivos aparecieron algunos artículos de profesores de la Universidad Simón Bolívar acusando irresponsablemente al presidente Chávez de terrorista).

Lo grave es que se sugiere lo mismo en una publicación de la prestigiosa UCV, sin añadir, como debería haber hecho la periodista:
“desde una clara postura ideológica”,

Sin este añadido se sugiere que las declaraciones de nuestros rectores son objetivas, neutrales, denotativas, como diría cualquier profesor de metodología de la investigación científica.

No podemos inventar apresuradamente juicios superficiales y falsos: no podemos, como universitarios, estimular, favorecer la improvisación, debemos evitar el diletantismo descerebrado, la falta de disciplina intelectual, la irresponsabilidad y la deslealtad moral e intelectual.

Voy a referirme ahora a mi segunda objeción que embiste un problema esencial vinculado a la defensa y al crecimiento de nuestra democracia y justicia institucional. En efecto ha sido realizada una lectura que desvirtúa completamente el sentido de mis palabras.
En el quinto párrafo se lee:

“cuestionó la concepción del mundo y el compromiso político tanto del Prof. José Manuel Tamayo como de Nelson Chitty La Roche”

Quizá no supe expresarme con claridad pero esta declaración no podría ser nunca de mi autoría, es bizarra e increíble, perversa y descarriada.

De hecho, ha sido descontextualizada, separada de lo afirmado en el párrafo anterior, perdiendo así todo sentido e inteligibilidad.

Todo ciudadano tiene derecho a tener y luchar por su visión del mundo en un activo compromiso político, esté yo de acuerdo o no con sus valores.

Este no es el QUID de la cuestión por mí planteada en el Consejo Universitario.

Lo que es cuestionado, por controvertible, es la designación de los profesores Chitty y Tamayo como instructores para ejecutar el procedimiento disciplinario a los estudiantes que presuntamente participaron en hechos de indisciplina, violencia en el recinto universitario en fechas anteriores al hecho violento y deplorable ocurrido la noche del 16 de marzo, y que nada tienen que ver, en mi opinión, con este acontecimiento.

No dudo de la formación intelectual y profesional de los mencionados profesores.

Mi cuestionamiento tiene que ver con una poderosa dimensión moral: hay que asegurar la integridad intelectual y la objetividad de los profesores nombrados, es decir, hay que propiciar un distanciamiento moral y político en relación con los acontecimientos ocurridos.

Me remito a la tradición liberal de la universidad asumida por todos ustedes, y a la enérgica discusión que destacados sociólogos alemanes entablaron el 5 de enero de 1914 en Berlín sobre el tema de la imparcialidad y los juicios de valor.

Los juicios de valor condicionan la elaboración de las categorías de análisis que permitirán al intelectual comprender y explicar la realidad social.

Si la neutralidad valorativa es casi imposible, si no es posible evitar algún tipo de carga teórica previa con la cual se observan y explican los acontecimientos, entonces, en razón de la inserción más directa en la política de los profesores Chitty y Arcaya, las valoraciones ideológicas, simpatías antipatías, sus prejuicios podrían incidir, de un modo conciente o no, en la reconstrucción teórica de los acontecimientos susceptibles de ser juzgados.

Si para cualquiera es difícil evitar que el condicionamiento axiológico distorsione la reconstrucción objetiva de la realidad, para un profesor inscrito en el partido político Copei o por un simpatizante de Acción Democrática, es decir de profesores directamente implicados en política, es aun más complicado desprenderse de valores y juicios sesgados.

El problema de la “WERTFREHEIT” es el asunto del respeto del estudiante y de sus valores por parte del docente universitario. Un profesor inscrito en un partido político (que competirá en las próximas elecciones parlamentarias, que da declaraciones muy enérgicas a los medios televisivos, desde la Ciudad Universitaria, contra el socialismo, que es la ideología y el proyecto político asumidos por los estudiantes incriminados), o un jurista muy comprometido con una opción política, utiliza siempre el conocimiento con finalidades operativas, insertándolas en un proyecto que es siempre valorativo.

Entonces, como consecuencia de la imposibilidad de elaborar una axiología objetiva y racional que pueda ser aceptada por todo el mundo, es un deber de la institución universitaria seleccionar profesores – jueces que no sean tan partidarios de una opción política contraria a aquella de los que deben ser juzgados.

Apreciada Sra Dam, no quiero exasperar polémicas en un momento delicado, áspero, caracterizado por incomprensiones y equívocos graves, en el cual sólo la responsabilidad de todos puede evitar errores graves. Frente a tantos juicios sectarios, irresponsables y arrogantes no deseo concurrir a acentuar polémicas e intrigas.

Me gustaría un diálogo bilateral y restablecer un poco de dignidad, superando esta atmósfera de noche de San Bartolomeo.

Repito lo que es dicho en el Consejo Universitario: la antinomia “buenos – malos” no basta para explicar la complejidad de los procesos sociales y políticos en la Venezuela actual: necesitamos mayor lucidez.

Aislar a los cobardes terroristas, le aseguro, es tarea no solo de los ucevistas, sino de todo venezolano y del Gobierno del Presidente Chávez.

Le saludo cordialmente, desde una clara posición ideológica.


Luis F. Damiani Bustillos

Viceministro de Desarrollo Académico del Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria



Caracas, 11/05/2010



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