06-12-24.-A criterio del economista Víctor Álvarez, la situación económica en Venezuela está marcada por un crecimiento “moderado” previsto para 2024, estimado en un 4 %, lo que es la mitad de lo anticipado anteriormente.
Álvarez explicó que este crecimiento se ve afectado por la desaceleración económica, el complejo contexto político tras las elecciones de julio y la reimposición de sanciones a PDVSA, que limitan las ventas de petróleo.
“A pesar de que se espera que la inflación cierre en torno al 50 %, que es menor a lo pronosticado, sigue siendo alta”, explicó durante una entrevista en el programa En Este País de Radio Fe y Alegría Noticias.
“Esto afecta la generación de trabajo estable y bien remunerado, porque en la medida que una economía crece de manera estable se crean más empresas, hay oferta de trabajo, los venezolanos pueden conseguir opciones de empleo estable y bien remunerado en el país, y no se ven en la necesidad de emigrar. Entonces esa menor actividad económica para el año afecta y tiene un impacto también social”, dijo.
El gran riesgo es de tipo político
Según el experto, la incertidumbre política es la principal amenaza para la economía venezolana, especialmente en el marco de la juramentación de Nicolás Maduro para un tercer período en el que falta ver cómo se reaccionará la comunidad internacional.
“Esta situación podría afectar la creación de empleo y el bienestar de los venezolanos”, opinó.
El economista lamentó que ese crecimiento económico, que se va a registrar en Venezuela en el año 2024, es “insuficiente para provocar ese efecto cascada y que se sienta una mejora notable en las condiciones de vida de los trabajadores venezolanos, de los hogares venezolanos”.
A pesar de que ciertos sectores, como el farmacéutico, han crecido, la economía sigue debilitada tras una contracción del 75 % entre 2014 y 2022. “La economía venezolana quedó en el hueso”.
Además, se observan desafíos en servicios públicos, como el racionamiento de agua, electricidad, gas doméstico y telecomunicaciones que afectan directamente la calidad de vida de los hogares.
Para enfrentar esta situación, Álvarez sugiere que los ciudadanos consideren la “crisis” como una oportunidad para emprender y satisfacer necesidades insatisfechas en sus comunidades.
“Una crisis es una amenaza, es un riesgo, pero por otro lado también es una oportunidad”, concluyó.