Ingrid y mis “runrunes” a lo Bocaranda Sardi

Ante todo, me alegra muchísimo que Ingrid haya logrado la libertad. Mirando y oyendo sus declaraciones no pude contener la emoción. Sin embargo, sus palabras no pasaron desapercibidas.

Primero, Ingrid sabía que su liberación era inminente. Sabía que estaba en proceso de ser liberada. Por eso le molestó que le pusieran esposas para montarse en el helicóptero. A nadie liberan esposado.

Ingrid llevaba meses esperando por su ya acordada liberación. Estaba cansada y no quería prestarse para “otro circo” que quizás la llevaría a “otro país”. Se refería al “circo” que Uribe saboteó el año pasado.

Durante aquellos días, los rehenes iban a ser entregados y llevados a “otro país”, Venezuela. El presidente colombiano, por razones obvias, no podía dejar que su homólogo venezolano se llevara semejante gloria. Uribe sabía que había una enorme posibilidad, si se planeaban bien las cosas, de que ese gusto, y el automático prestigio para quien lo manejara, podía ser suyo.

Segundo, el “rescate” contó con la colaboración de los guerrilleros “capturados”. Sin la colaboración de estos, Ingrid ahora estuviese muerta. ¿Se imaginan el rechazo mundial a esa ahora hipotética eventualidad? ¿Se imaginan el inmenso rechazo internacional a la FARC y el enorme apoyo automático e incondicional a Uribe, al Plan Colombia y a la militarización?

Los guerrilleros que colaboraron recibirán a cambio un trato especial de las autoridades gubernamentales, tanto las colombianas como las estadounidenses. Aparte de una recompensación económica, algunos serán “condenados” a cortos períodos de detención en cárceles de al menos dos estrellas, condiciones de vida muy por encima a las de la selva amazónica. Otros colaboradores serán “extraditados” a países de su preferencia.

Tercero, aparte de que Ingrid lucía fuerte, sana y lúcida a pesar de haber estado por años prisionera en condiciones paupérrimas, me sorprendió la rapidez con la cual emprendió su renovado y protagónico papel político. Sus palabras lo dicen todo.

Quien un día Ingrid acusaba de estar vinculado a paramilitares, ahora es un presidente “bueno” para Colombia. No solo eso, también ha sido buena su reelección. Ingrid apoya las operaciones militares y se considera “un soldado más de Colombia al servicio de la Patria”. Concluyó diciendo que sólo Dios sabía si lo hará algún día desde la Presidencia de Colombia. Como si eso no fuera ya del conocimiento público...

Es perverso el juego de la política. Sobre todo la globalizada. Un día no muy lejano la madre de Ingrid declaró:

“En varias oportunidades en que se ha logrado comunicación con la guerrilla a través de las Naciones Unidas, la Iglesia Católica, la Cruz Roja o los países amigos, para acercar las posiciones en torno al acuerdo humanitario, y en particular para lograr un encuentro cara a cara en una zona de confianza para las partes, es el presidente Uribe quien al enterarse, hábilmente se interpone para evitar una solución”.

Si Ingrid no negociaba con Álvaro, este iba a seguir saboteando su liberación. No se sabe dónde, ni cómo ni cuándo llegaron a un acuerdo.

En todo caso, el punto es que este runrún lo pueden escribir: ahora la hermana República de Colombia tiene dos opciones para escoger a su próximo jefe de estado. La cosa será entre Álvaro Uribe Vélez e Ingrid Betancourt. Con cualquiera de los dos ganan los amigos de Rice, Cheney y Bush.

¿Y el proceso de paz?

¡Preocúpese! De eso ya nos enteraremos…



Feico57@att.net


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Elio Cequea


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