"Maduro ha hecho un daño terrible a la izquierda": Entrevista con Atenea Jiménez de la Alianza por la Soberanía y la Democracia

Alianza Soberanía y Democracia

Alianza Soberanía y Democracia

10 de marzo de 2025.- Atenea Jiménez es socióloga venezolana y fundadora de la Red Nacional de Comuneros y Comuneras y de la Universidad Campesina de Venezuela Argimiro Gabaldón. Actualmente residente en España, Jiménez es una de las promotoras de la recientemente creada Alianza por la Soberanía y la Democracia (ASD), que aglutina a diversos movimientos y activistas de la izquierda venezolana.

En esta entrevista con Federico Fuentes, Jiménez habla de los orígenes y objetivos de la nueva alianza y su posición frente al gobierno de Nicolás Maduro y la oposición tradicional. También toca el posible impacto del presidente de los Estados Unidos Donald Trump sobre la política venezolana y la necesidad de solidaridad con la izquierda venezolana.

¿Quién es la ASD?

La Alianza es un encuentro de diversas corrientes de izquierda que hemos confluido por el interés de empujar una visión de país y contribuir a la conquista de la democracia y la soberanía. La alianza está conformada por diversas organizaciones de izquierdas y humanistas, y por personalidades de izquierda que acompañaron [al ex-presidente Hugo] Chávez con una posición crítica, pero que han estado alertando sobre el devenir del país. También hay organizaciones, movimientos y partidos que no acompañaron a Chávez pero que son de izquierda. Por razones de seguridad no hemos publicado los nombres de las organizaciones que participan, ya que la situación en Venezuela es muy complicada. Pero hay una cantidad importante de organizaciones, cualitativamente y cuantitativamente hablando, y una importante confluencia de profesores universitarios, de personalidades de la cultura y del arte y, sobre todo, de ex ministros de Chávez y de Maduro.

Comenzamos a reunirnos y a debatir antes de las elecciones presidenciales del 28 de julio. Somos el resultado de un debate largo porque venimos de estar en contradicciones entre nosotros mismos. En algunos momentos, no hemos tenido la misma lectura de la historia, del momento político. Pero en esta coyuntura, confluimos porque coincidimos en la lectura y el análisis, y queremos caminar juntos. Ahora tenemos una identidad, un nombre, estrategia, táctica y algunas líneas de trabajo para comenzar juntos en la práctica.

Algunos podrían preguntarse, ¿por qué organizar una alianza «por la soberanía y la democracia» si la Revolución Bolivariana ha sido asociado generalmente con la defensa de la soberanía y la expansión de la democracia? ¿Cuál ha sido la política del gobierno de Maduro frente a estos temas?

El gobierno de Maduro ha devenido en autoritarismo — nosotros lo calificamos ahora de dictadura. Pero esto no ha sido un proceso abrupto; ha sido un proceso progresivo de violación de la Constitución y de las leyes que se promulgaron en el gobierno de Chávez; y de saltar la institucionalidad democrática. Por supuesto que en el gobierno de Chávez también había debilidades institucionales, y concepciones y prácticas políticas cuestionables, como convertir a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en el partido político de Chávez, pero a la vez se generó un amplio proceso de participación popular más allá de lo meramente electoral. Podemos decir que hay continuidades, pero también hay discontinuidades; hoy hay cosas que son nuevas y terribles. El gobierno de Maduro básicamente echó por tierra la Constitución. Ahora mismo no hay Constitución vigente en la práctica, no hay ningún tipo de derecho para la población. Han violado todo el andamiaje jurídico-legal que votamos los venezolanos y las venezolanas [en 1999 cuando se aprobó la nueva Constitución por referendo].

Además, la soberanía también ha sido violentada. Aquí estamos hablando de la soberanía en su doble acepción. Estamos hablando de la soberanía nacional, que tiene que ver con el resguardo del territorio, de los bienes de la República, de sus recursos y su población. Pero también estamos hablando de la soberanía popular que se ejerce según la Constitución a través del voto y de la democracia participativa y protagónica: la democracia de las asambleas, la democracia directa, etc. Tanto el derecho al voto como los procesos de democracia directa han sido desconocidos. Cualquier decisión en asamblea que sea contraria a lo que el bloque en el poder asume, pues sencillamente te pasan por encima o meten preso a los compañeros. Son varios los compañeros y compañeras que han estado construyendo el poder popular y que estuvieron presos. Igualmente ha pasado con los trabajadores y las trabajadoras, con los y las indígenas, con las campesinas y los campesinos, con las comuneras y los comuneros.

Todo el proceso que hubo [bajo Chávez] de reivindicaciones se ha ido progresivamente desmontando. Entonces, ante la urgencia de lo que ha pasado en nuestro país, nosotros hemos decidido que nos toca luchar, como luchamos antes de la llegada de Chávez, y como lo hicimos también durante el gobierno de Chávez (nunca estuvo exento de contradicciones), por los derechos de los trabajadores y de la sociedad en general. Y nos toca luchar por la Constitución, que es el elemento que nos une a todos los venezolanos. Podemos estar de acuerdo en todo o no, pero esa es la Constitución que nos dimos y votamos. No debemos saltarlo, debemos más bien rescatarla y volver a ella. Otro pivote es el trabajo por la liberación de los presos políticos, que es una lucha por la justicia y por el respeto a los derechos humanos que unifica hoy a toda la sociedad venezolana. Es un punto crucial para evitar la utilización de presos como arma de negociación y como dispositivo para desmovilizar y desmoralizar a la sociedad en su espíritu de rebeldía.

Dado lo que has dicho sobre la constitución, ¿cuál es tu opinión de la reforma constitucional prevista por Maduro?

Esta propuesta pretende adecuar el marco constitucional a la dictadura. Las formas de las dictaduras del siglo XXI no son como las del siglo pasado donde no les importaba las formas. Ahora hay que disminuir un poco, hacer un poco control de daño. Por eso se entiende muy bien que de lo que se trata es de garantizar la continuidad de la dictadura dentro de un marco de "legalidad". La realidad es que el gobierno se dio cuenta que nunca más va a ganar una elección. En las elecciones del 28 de julio perdió en todos los estados. Maduro ganó en muy pocos sitios y parroquias.

Por supuesto la Alianza no está de acuerdo con esta propuesta. Pero además, la sociedad en su conjunto lo rechaza, porque está clarísimo que el pueblo venezolano ha elevado su conciencia, sabe de lo que se trata, y no va permitir que se consolide el sistema que nació a partir del 28 de julio.

¿Qué peligro representa el retorno de Trump a la Casa Blanca para la soberanía y democracia en Venezuela?

La oposición tradicional espera mucho de Trump. Habrá que ver, pero creo que las expectativas que Trump va hacer algo importante sobre Venezuela están equivocadas. Más bien todo indica que Trump se va a dedicar a resolver sus propios asuntos —ya que tiene suficientes asuntos para resolver— aunque esto, por supuesto, llevará a la toma de medidas internacionales, como las que ya anunció en relación con Panamá, Canadá, el Golfo de México, etcétera.

Estamos viendo un segundo mandato de Trump dirigido a la ruptura institucional interna e internacional, desconociendo todos los poderes, apuntalando al derrumbe de los organismos multilaterales —que también han cometido enormes errores históricos, debilitando la soberanía de algunos países y atacando la libre autodeterminación de los pueblos. Presenciamos también la utilización de los migrantes como moneda de intercambio por petróleo en el caso de Venezuela y de los presos con El Salvador, una especie de biopoder con sobreexplotación laboral de privados de libertad que genera grandes excedentes en beneficio del capital. Muchos elementos de la política de Trump pueden complementarse con la política de Maduro.

Pero la oposición tradicional de derecha sigue apostando por alguna intervención extranjera, sea sanciones o una invasión militar. ¿Qué opinas tú de la actual dirigencia de la oposición?

Es importante profundizar en este tema ya que hay una confusión sobre la oposición tradicional, sobre todo a nivel internacional. Para entender la realidad venezolana actual, hay que hacer un análisis dialéctico porque la realidad política no es estática. La situación política-partidista hoy no es para nada parecida a la del periodo 2014-19.

Para empezar, si vamos a caracterizar al gobierno, tenemos que comprender que Maduro está en una alianza con la burguesía y ha asumido políticas que encajan perfectamente en el programa neoliberal: desregulación, tercerización, explotación, eliminación del salario, enormes ganancias al empresariado, entrega de territorio a las multinacionales, etc. Frente a esto, los partidos de la burguesía —los partidos que siempre han sido la oposición [a Chávez y Maduro]— están en un momento de crisis, precisamente porque buena parte de la burguesía, que era su sustento y a la que representaban, ahora está con Maduro.

Esa crisis hace que nos preguntemos: ¿A quienes representan estos partidos? Ya no representan a la burguesía, porque Maduro representa la burguesía: la que él creó, la que se creó con Chávez, y la que existía históricamente y que llamamos "amos del valle". Por eso los partidos de la oposición histórica han estado moderando su visión de la situación. No quiero decir con esto que no sean partidos neoliberales, que no haya partidos de extrema derecha dentro de esta oposición — aunque también hay una extrema derecha dentro del gobierno. Pero la oposición ha ido moviendo su concepción porque está sin ese sustento de la burguesía.

Lo qué también sucede es que Venezuela ha sido históricamente un país anti-neoliberal y la mayoría de la población venezolana, en este momento, es básicamente socialdemócrata; es decir, quiere vivir bien, quiere tener derechos, quiere tener servicios, quiere tener unas condiciones de vida que le permitan satisfacer sus necesidades, quiere vivir en democracia. Esta mayoría votó por los partidos de oposición, así como también una parte, aunque minoritaria, que reivindica los logros alcanzados por los gobiernos de Chávez.

Esto ha llevado al nivel internacional a que muchos se preguntan: "Qué pasó para que se vaya de votar todos por Chávez a votar todos por María Corina Machado?" — porque básicamente votaron por ella. Bueno, es por esta contradicción de los programas. Evidentemente los líderes de la oposición son de origen burgués — eso es innegable — pero de alguna manera hoy representan a esa mayoría que aspira a una vida digna y libre, razón por la cual votaron contra Maduro y ven una esperanza en Machado, pero a la postre no respaldarían un programa neolberal remozado. Por eso los partidos de oposición están en una contradicción severa, porque su extracción de clase es burguesa, pero los que acompañan su iniciativa política, en su mayoría, son trabajadores que no apoyan a Maduro y sus políticas neoliberales.

Por otra parte, nuestro análisis también tiene que tomar en cuenta los factores internacionales que están jugando con ambas partes: por un lado China, Irán y, sobre todo, Rusia, quienes apoyan a Maduro; y, por el otro lado, los Estados Unidos (hoy con un apoyo difuso con Trump) y, en menor medida, la Unión Europea.

Este es el panorama de contradicciones que tenemos. Frente a todo esto, lo que nosotros estamos proponiendo es construir una política de los trabajadores en general, de los campesinos, de los movimientos populares, de todo ese chavismo que todavía reivindica Chávez pero que tiene serias críticas hacia lo que ha pasado, y a toda la sociedad que quiere vivir en paz y democracia.

Pero si la oposición tradicional tiene el apoyo de la mayoría, ¿por qué sigue apostando fuera del país para sacar a Maduro?

Porque la concepción liberal de la política es una concepción bastante idealista que tiene muy poca perspectiva de construcción de movimiento. Si tú analizas la oposición histórica, siempre ha tenido apoyo: [el candidato opositor Henrique] Capriles sacó una gran cantidad de votos [en las elecciones presidenciales de 2012 y 2013]; llevaron una enorme marcha el 11 de abril [de 2002 como parte del intento de golpe de estado en contra Chávez]. Hay momentos donde tuvieron una oleada importante de apoyo. Pero eso no se corresponde con una organicidad: nunca hubo saltos de organización, y de organicidad menos.

Claro, hoy es difícil porque el gobierno ha dicho que representa una "alianza cívico-militar-policial"; básicamente su mayor fortaleza es esta alianza de terrorismo del estado. Pero la oposición tradicional nunca se ha inclinado por construir movimiento, por construir fuerza popular, por construir organización. Por eso lo único que le queda, consumado el fraude electoral del 28 de julio que pareciera agotar circunstancialmente la vía del voto, es pensar en que desde afuera podrán tener el apoyo para generar algún cambio interno.

Nosotros creemos que es un error poner la política venezolana interna en manos de los Estados Unidos o de cualquier otro país. Apostar fuera del país es una muestra de una gran debilidad. Cualquier oposición debe fundamentar su trabajo, su apuesta, su programa, en la sociedad venezolana y en construir una alternativa dentro de Venezuela, sin negar el apoyo y la solidaridad internacional.

Son concepciones diferentes de la política, la forma de hacer política. Nosotros sí creemos en la construcción, en la militancia, y en que el pueblo tenga protagonismo. Pero para ellos, eso es un riesgo — que el pueblo se organice y asuma protagonismo — porque cuando eso ocurre, el pueblo es un sujeto en sí y para sí; y eso es peligroso para los políticos liberales.

¿Por qué crees que la oposición tradicional ha logrado canalizar el descontento contra Maduro, y no una oposición de izquierda emergida desde adentro o afuera del chavismo?

La verdad es que hubo una crisis muy importante en los partidos y los movimientos que venían acompañando el proyecto [de Chávez] cuando devino en autoritarismo y dictadura [bajo Maduro]. Las lecturas de por qué esto pasó han sido diversas; de hecho, todavía lo son. Debería existir una plataforma única para todos, pero no estamos en una plataforma única porque las lecturas son distintas.

También tiene que ver con la política del gobierno de golpear a las izquierdas. El gobierno ha sido mucho más duro con las izquierdas que con la oposición tradicional. Maduro y su bloque en el poder han identificado muy claramente que hay una lucha por el significado de izquierda, por el significante del chavismo. Y evidentemente, no se ha permitido que se constituyan partidos [de izquierda] dentro de este escenario. A los partidos que existían, Maduro les quitó las posibilidades de participar en las elecciones. También hay una cantidad de líderes que están presos, que están perseguidos.

Asimismo, debemos hacer una profunda autocrítica sobre el sectarismo, la visión campista del mundo, los análisis antidialécticos como si todavía estamos en la guerra fría, la hipoteca de la iniciativa política. Me pregunto: ¿qué estará pensando hoy la izquierda pro-Putin, luego de su alianza con Trump? ¿Qué giros al análisis del antiimperialismo le darán a ello? En fin, hace falta un balance más descarnado [de los errores de la izquierda] y sin la noción de culpa judeo-cristiana.

¿En qué estado se encuentran los movimientos que anteriormente formaron la base del chavismo?

Los movimientos populares, de campesinos, urbanos, etcétera, por supuesto están muy golpeados. Se ha dado un proceso de desmantelamiento del tejido social, de fuerte injerencia, de fuerte control político-social sobre la sociedad. Esto ha golpeado muy duro porque el tejido social requiere de confianza, de construcción de espacio, de construcción de redes.

Actualmente en Venezuela es sumamente difícil hacer una reunión, una asamblea, como estaba previsto antes. Ahora es súper complicado porque buena parte de los líderes de los UBChs [Unidades de Batalla Hugo Chávez, las unidades de base del partido del gobierno, el Partido Socialista Unido de Venezuela], y algunos sectores que eran parte del movimiento popular, se han prestado para ser policías políticos. Desde el propio Ministerio de Comunas se dan instrucciones para el seguimiento de la gente en su comunidad. No hay formas seguras de construir. Es bastante duro decirlo, pero está a la vista. Y, por supuesto, eso tiene un resultado en términos del músculo de los movimientos socio-territoriales que hubo y que todavía hay. Esto ha requerido de reajustes, tanto en las estrategias como en las tácticas, para hacer políticas en esta nueva situación.

También hay una cantidad de otros elementos — la migración, la crisis económica, la inseguridad — pero sigue habiendo espacios de organización. Y lo más importante es que hay un espíritu y un ánimo en la sociedad de luchar y de construir; de buscar las maneras de luchar contra este derrumbe del proyecto y de construir cosas. Quienes tenemos tantos años de construcción y de militancia orgánica estamos buscando articulaciones. Eso es un buen síntoma de que, a pesar de las adversidades, hay una reserva de militancia, organización y organicidad.

En su declaración, la Alianza afirma que Edmundo González «es quien debe tomar posesión del cargo» de presidente. ¿No les preocupa lo que esto puede significar para la democracia y la soberanía, si un candidato apoyado por la extrema derecha y el imperialismo estadounidense llegara al poder?

Lo primero que decir es que ya estamos enfrentando la extrema derecha que representa Maduro en el poder, con todo el partido-militar que finalmente es quien gobierna.

Segundo, creo que él [Edmundo González] ganó las elecciones. Y cuando tú participas en unas elecciones, el que gane tiene que asumir. Por supuesto que la democracia no es perfecta en ninguna parte, tiene más o menos problemas a enfrentar. Pero dónde hay votos, donde hay este respeto de la institucionalidad, aún con sus problemas, él que gana tiene que asumir. Nosotros decimos que Edmundo tiene que asumir porque sino estamos diciendo, como izquierda, que cuando no me gusta el que gane, no respetó la voluntad de las mayorías. Creo que eso es súper peligroso. En democracia, tú tienes que entender que en algún momento puedes perder y tendrás que dedicarte a construir con mayor fuerza.

¿Tenemos temor? No me parece que tengamos temor. Lo que sí tenemos es convicción histórica. Hay momentos en donde los movimientos, el pueblo organizado, tiene presidentes que no están con los trabajadores y sus reivindicaciones. En esos momentos, hay que prepararse para tener una incidencia como sociedad y cambiar el estado de cosas existentes. Lo que nos queda a nosotros, en un escenario donde Edmundo sea presidente, es disponer de instrumentos políticos democráticos. Que haya una corriente de izquierda, una corriente humanista, una organización con un programa que tenga espacios de incidencia, que tenga cosas que decir, y que tenga fuerza para superar las contradicciones.

Lo que sí creemos es que, en este momento, la contradicción principal para nosotros es dictadura/democracia. Con esto no quiero decir que las otras contradicciones no estén; las otras contradicciones están: capital/trabajo, naturaleza/humanidad, imperialismo/nación, etcétera. Pero la que está ahora en el primer plano es la contradicción dictadura/democracia, porque si no tenemos República, no tenemos absolutamente nada. La República es lo primero que tenemos que rescatar. Esto no quiere decir que si llega Edmundo al poder se resuelve la historia de Venezuela. No. Luego seguramente vendrán otras contradicciones, y para eso tenemos que prepararnos. Pero lo que tenemos que hacer ahora es conquistar de nuevo la soberanía y la democracia.

Y para prepararnos estamos conformando Núcleos de Soberanía y Democracia, que son espacios de debate en los territorios. Queremos ir creando un gran movimiento de movimientos con un programa, con un análisis de la realidad, que proponer al país, y que construye no solamente en este momento sino permanentemente. Que no sea solo una explosión, una cosa coyuntural, porque la sociedad venezolana debe tener un contrapoder.

Algunos dirán que en el mundo en que vivimos, en Venezuela la contradicción principal es imperio/nación. ¿Cómo responderías a esto?

Evidentemente eso es una contradicción que está ahí y juega. Pero, como decía antes, no solo está en juego el imperialismo estadounidense; Rusia y China también inciden en la política venezolana y sobre nuestros recursos naturales. Limitar o restringir el tema de la contradicción imperio/nación solamente al imperialismo norteamericano es un gran error. Hay que ampliar la mirada. Hoy en día hay varios imperialismos en el mundo, y pretensiones imperialistas de otras naciones que vienen surgiendo. Evidentemente, en medio de esas contradicciones, hay que dar este debate como país. Pero es un asunto que tenemos que mirar con una posición crítica, y no campista.

Nosotros defendemos la libre autodeterminación de nuestros pueblos. Por supuesto, estamos en desacuerdo con la intervención militar extranjera, y con todo tipo de intervención foránea en la política nacional. Las sanciones no tienen ningún tipo de razón de ser. Pero también hay que decir que el maniqueísmo de que el país está destruido por culpa de las sanciones no es totalmente cierto. Cuando tú haces un análisis, evidentemente ya había un proceso de declive económico cuando las sanciones comenzaron. Hay suficientes elementos científicos para decirlo. Es solo luego que efectivamente las sanciones tienen una repercusión en la sociedad.

La declaración también dice que la situación actual «nos obliga a forjar una amplia e indestructible unidad popular, social y política que construya incansablemente la más amplia, diversa y participativa organización posible, dirigida a salvar la República.» ¿Quiénes imaginan como parte de esta unidad? ¿Qué haría falta para «salvar la República»?

Nosotros hemos identificado, por ejemplo, los sindicatos, los frentes sociales de derechos humanos que tienen un destacado trabajo con los familiares de los presos políticos, los campesinos y el movimiento campesino, los movimientos populares. También las organizaciones y partidos con los que estamos coincidiendo en algunas cosas. Nuestra línea política es que todos los que quieran luchar para rescatar la Constitución, la República y la soberanía popular están llamados a construir ese espacio unitario. Que todos los que luchan estemos allí, independientemente de nuestras posiciones políticas-ideológicas. Esto históricamente se ha conocido como un frente amplio: un frente para resolver cosas que son principales en la historia del país. La unidad no tiene que ser en todos los sentidos; no tenemos que coincidir en todos los aspectos. Pero sí podemos coincidir en los aspectos más importantes y relevantes, e ir juntos y juntas en algunas tareas. Por ejemplo, en el tema de los trabajadores y trabajadoras, podemos incidir en los diferentes espacios que hay de confluencia de sindicatos.

Nuestra apuesta es la construcción de un gran movimiento de movimientos que incorpore sectorial y territorialmente a buena parte de la sociedad, con toda la pluralidad que pueda existir. Un gran movimiento con un programa mínimo que nos unifique y que nos permita caminar en este momento tan complejo y complicado para Venezuela. No estoy hablando aquí de un programa de país, sino de un programa mínimo para caminar y avanzar juntos. Una de las cosas más complejas que hay es construir la unidad en la diversidad. Pero construir esa unidad en la diversidad es lo que nos corresponde en este momento.

Y, sobre todo, construir organicidad. Eso es lo que falta para rescatar a la República. Construir un movimiento de movimientos necesita organicidad y eso es lo que estamos haciendo: construyendo núcleos, nodos, redes en diversas partes, incluyendo a la diáspora, e incorporando el activismo digital y formas de militancia creativa y eficaz. Estos núcleos tienen que ir formándose para después conformar un red de redes que pueda sortear las cosas que nos tocan en esta nueva realidad en Venezuela.

El punto central es ir caminando juntos y, en la medida que vamos construyendo, seguramente vamos a ir profundizando en otros elementos. Y esto nos va ir dando la posibilidad de mirar posterior a que haya un cambio político en Venezuela — un cambio que venga de nuestras propuestas, de las propuestas de la sociedad, del pueblo venezolano en sus diversos sectores.

Muchas organizaciones e individuos de la izquierda fuera de Venezuela se han solidarizado con el pueblo venezolano y su Revolución Bolivariana durante los últimos 20-25 años. Dado que la situación ha cambiado durante ese tiempo, ¿cómo ves hoy el tema de la solidaridad?

La izquierda tiene una tarea imprescindible que es salir de esa visión campista y abrir el debate a voces de izquierdas que están construyendo propuestas en Venezuela. Más que tomar posiciones muy polarizadas, las izquierdas en el mundo deben intentar comprender un poco mejor nuestra situación y para eso es necesario escuchar y leer a la gente que está arriesgando su vida para proponer cosas en Venezuela.

Nosotros luchamos contra el discurso y las prácticas de una derecha que se viste de izquierda en el caso del gobierno de Maduro. También combatimos los discursos y prácticas neoliberales de la oposición de derecha. Pero además de esto, rechazamos a esa izquierda internacional que nos golpea por el simple hecho que estamos construyendo una propuesta alternativa. Esos sectores, movimientos y partidos de la izquierda internacional que de alguna manera siguen apoyando a Maduro y golpean a los movimientos y partidos de izquierda en Venezuela han hecho muchísimo daño. Y el daño que Maduro le está haciendo a la izquierda internacional, haciéndose pasar por "izquierda" mientras que tiene 2000 presos políticos y una sociedad perseguida en sus casas, es terrible.

Entiendo que es complicado y que muchas veces no se comprende la realidad concreta actual del país desde fuera. Pero lo mínimo que debería haber es una rigurosidad de comprender, de analizar, de enterarse y de abrir escenarios internacionales para las izquierdas democráticas. Debemos compartir experiencias y crear espacios donde se pueda confluir para construir juntos. Solo así podemos fortalecer la doble relación, donde los que estamos construyendo espacios de izquierda en Venezuela podamos fortalecer a la izquierda en otras partes del mundo, y viceversa, ante el ascenso de las corrientes iliberales, libertarios, neofascistas, etcétera.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 4317 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter