Vuelta en 'U' del 11 de abril

Los coletazos de la carmonada se han quedado dando vueltas por allí. No quieren paz con Dios, la república y su gente.

Asoman en supremas decisiones tribunalicias que un magistrado denominó ''monstruo horrendis'', se regodean en generosos e interesados espacios mediáticos; caracolean en marchas y tarimas; se disimulan en damas y golpistas seniles. Al final, dieron una vuelta en ''U'' y volvieron a la Plaza Francia, donde un estoico obelisco ve reeditar el trillado goteo militar previo al aciago 11 de abril.

Otra vez la llamada ''sociedad civil'' se postra extasiada ante gorras y charreteras. Una vez más la Coordinadora se descoordina y cede la bandera ''democrática'' a un grupo militar. Los hechos históricos suelen repetirse, escribió un clásico de luenga barba: una vez como farsa y otra como tragedia. Que el obelisco de la plaza ponga el orden de las escenas. Hay una angustiosa sensación en el colectivo de que ''esto lo vivimos alguna vez''. La mente pasa a velocidad vertiginosa imágenes de caídos en las calles, autojuramentos; allanamientos y persecuciones; poderes clausurados; vasto silencio informativo, embajadas asediadas, estampida en Miraflores; los dientes de leche del fascismo. ¿Cuándo vivimos todo esto? ¿Hace tanto tiempo así como para haberlo olvidado y repetirlo? Una duda nada hamletiana, ni de chiripa cartesiana, acogota a la oposición partidista; un to be or not to be demócrata. La desesperación es mala consejera y lo que se hace con la cabeza democrática se desbarata con los pies golpistas. Una nutrida marcha y un paro parcial, pero cívico, desembocan en un pronunciamiento militar, ciertamente mediático, pero pronunciamiento al fin. Las caretas ruedan en pleno escenario. Ni la marcha ni el paro eran lo importante, sino lo que venía después, el desenlace golpista, la salida cuartelaria, la agenda oculta. Otra vez las masas que los siguen resultan engañadas. Una vez más escamoteadas.

La marcha y el paro desembocan debajo del obelisco con un territorio ''liberado'' y un anuncio de desconocimiento al gobierno constitucional, electo y relegitimado en ocho consultas populares. A esa rimbombante ''liberación'' territorial y al grandilocuente ''desconocimiento'' constitucional, ¿cómo los llamará el Tribunal Supremo? Ojalá no dé también la vuelta en ''U'' y le venga otra vez al país y al mundo con lo de ''vacío de poder''. Un ''monstruo horrendis'' tribunalicio es inaceptable, dos resultan intolerables. Hay farsas que pueden provocar una tragedia.

Nada ni nadie le da potestad a militar alguno para interpretar y aplicar el 350 de la constitución cada vez que despierte y se pare con el pie retorcido, lo cambien de guarnición o le apliquen una medida disciplinaria. Pedir ''elecciones ya'', es decir, la supuesta activación de un mecanismo democrático, mediante rebelión militar y ''liberación'' de territorios, es algo más que una contradicción. A Sandino lo invitaron a un banquete para acribillarlo. Pinochet, los días previos al crimen, le rindió honores a Salvador Allende. Ensangrentó la patria de Neruda con el pretexto, como lo oímos en Altamira, de ''salvar la democracia''. Casi dos décadas duró la dictadura. Aquí, abortado o revertido el 11 de abril, todo el mundo dijo: ¡Yo no fui! No lo olviden.

Hay mucho recelo debajo del obelisco. El ultimátum que coronó la marcha del 10 de octubre fue una imposición a los otros. La toma militar de Plaza Francia también. Lo tomas o lo dejas. Hay chantajes interpares. Los sectores democráticos de la oposición ceden para guardar las formas, en aras de una unidad carcomida de sospechas correspondidas. Dentro de las agendas ocultas, hay otras más ocultas. Distintos presidentes de transición, distintas juntas de gobierno, distintos gabinetes, con exclusión de los otros. La vuelta en ''U'' se ha convertido en ''O''. Giran en un círculo perenne y no hay imaginación, entre los demócratas opositores, para evitar regresar constantemente al 11 de abril. Siempre con el fundado temor del 13 de abril.



Earle Herrera
Profesor de periodismo de la Universidad Central de Venezuela.


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Earle Herrera

Profesor de Comunicación Social en la UCV y diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV. Destacado como cuentista y poeta. Galardonado en cuatro ocasiones con el Premio Nacional de Periodismo, así como el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal (mención Poesía) y el Premio Conac de Narrativa. Conductor del programa de TV "El Kisoco Veráz".

 earlejh@hotmail.com

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