No puedo traicionar una revolución en la que no he militado

No seguir un camino no siempre es sinónimo de cansancio, de abandono ni mucho menos de traición, puede ser un acto de rectificación o ratificación. De alzar la vista hacia el horizonte y buscar el lucero que nos guía, buscar la estrella orientadora. Puede ser más bien reafirmar la senda por la que siempre hemos transitado.

No se trata del maniqueísmo político de revolución o contra; en mi caso es la disyuntiva entre un concepto muy en boga de revolución y la revolución que he predicado y practicado.

Puedo entender que la revolución en mi país no sea como la que soñamos pero no puedo aceptar que se parezca a lo que combatimos; de allí que opto por la revolución en que siempre he militado.

Milito en la revolución donde los líderes obedecen a la organización no en la revolución donde los líderes son anunciados en gaceta oficial y la organización le debe obediencia.

Milito en una revolución donde Chávez esta a nuestra altura, con sus defectos y sus virtudes; con sus aciertos y sus errores pero siempre entre nosotros, no en el Chávez perfecto de las estatuas y pedestales, distanciado de las angustias populares.

Milito en una revolución donde las primeras combatientes son las que adelantan los amaneceres en procura del pan de cada día.

Milito en una revolución que alzó su voz a todo riesgo por Lovera, no una revolución que enmudece discretamente por Alcedo Mora.

Milito en una revolución donde desenmascaramos a los grupos de poder que medraban del erario público no en una revolución que los enmascara.

Milito en una revolución donde se discute con los críticos y se combate a los traidores no en una revolución donde no se le da cuartel a los críticos y se acuerda con los traidores.

Milito en una revolución donde los cargos públicos son trincheras de combate no en una revolución donde son trofeos o retribuciones.

Milito en una revolución donde evaluamos a un camarada por su capacidad de trabajo, por su compromiso político y su fortaleza ética no en una revolución donde lo importante son los nexos consanguíneo o por afinidad.

Milito en una revolución donde pueden convivir tendencias políticas armadas de ideas no en una revolución donde se enfrentan grupos de poder armados de dinero.

Milito en una revolución donde ella se convierte en la única aspiración política destruyendo estructuras y construyendo las nuevas no en una revolución donde nos matamos por alguna instancia de poder en el viejo estado burgués.

Milito en una revolución donde no me importa si el presiente es obrero, lo importante es que obedezca a las y los trabajadores.

Milito en una revolución hecha por los y las trabajadoras, no en una revolución construidas desde el viejo estado.

Milito en una revolución que por su naturaleza de clase se enfrenta a las jefaturas no en una revolución dirigida por jefes.

Milito en una revolución que por su carácter socialista primacía el trabajo y al sujeto colectivo por sobre el capital y el individuo no en una revolución que a fuerza de diezmos y caridades pretenda con sondas atar la voluntad popular al individuo.

Milito en una revolución donde en los debates asamblearíos se resuelven nuestras diferencias no en una revolución donde en cenáculos ocultos se planifican emboscadas.

Milito en una revolución que ni en las peores circunstancias deja de ser implacable contra cualquier tipo de corrupción no en una revolución donde el denunciado es protegido y el denunciante es perseguido.

Milito en una revolución donde con estas palabras de Chávez hice un padre nuestro: ¿Por qué tú te vas agarrar un bolívar que no es tuyo? ¿Por qué tú vas hacer negocio con la burguesía y repartirte una tajada? No ves que estas traicionando un pueblo, traicionando una esperanza, traicionando a los que murieron en este camino"; no en una revolución donde con estas otras palabras se construyo un credo; "póngame donde haiga".

Milito en una revolución donde las y los partidarios están amarrados a la conciencia no en una revolución donde las y los partidarios están amarrados a la conveniencia.

Y todo esto que expreso no es pesimismo y una decisión de renunciar motivado por la angustia o la subjetividad porque sepan que quienes hemos hecho de la utopía comunista razón existencial deben tener claro que aunque el corazón se enternezca, la voluntad se hace irreducible.

He dejado claro en que revolución milito; en una que parece invisible, sin espacio en los grandes medios, diseminada en las calles, los campos y las fabricas, haciendo maromas en los mercados, remendando sueños y construyendo nuevos caminos; tal vez, es invisible pero tenemos mucho que hacer; sumar y sumar pequeñas e insignificantes enseñanzas, recogidas en pequeñas e insignificantes practicas autogestionarías, algunas derrotadas y otras victoriosas, pero enseñanza al fin que ayudan para acumular fuerzas cada mas organizadas y conscientes, convencidas y convencidos como lo afirman las leyes de la dialéctica; que sin pequeños logros no habrá grandes cambios y sin pequeñas luchas continuas no habrá grandes combates históricos y grandes saltos revolucionarios.

No renuncio a lo que nunca he militado; esta sí es mi revolución.

pablofucik21@gmail.com



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