Falta de respecto o sordera emocional

Si el objetivo de este proceso transformador es lograr la suprema felicidad posible en los venezolanos y venezolanas, por qué entonces no comenzamos a tratarnos dignamente, con consideración y tolerancia. 

¿Cuándo vamos a dejar de maltratarnos? Es increíble la lluvia de descalificativos que se escuchan y se leen a diario en los distintos medios de comunicación del país. Da la impresión que algunos autores y políticos piensan que entre más adjetivos de ofensa contenga un ensayo o discurso es más llamativo para sus lectores y seguidores.

En nuestro caso particular, no se puede tolerar una postura de irrespeto como ésta, cargada de insultos y groserías, en los compatriotas simpatizantes de este proceso. Posiciones grotescas y extravagantes de este tipo no son cualidades de un ser revolucionario. Podemos expresar lo que sentimos y luchar por lo que creemos, sin tener que indignar al que deseamos que llegue nuestro mensaje.

El proceder con respeto no significa estar de acuerdo con el otro. No implica dejar de lado las propias convicciones y asumir como propias la del otro. Es más, se puede estar en completo desacuerdo con alguien, sin por ello dejar de ser respetuosos y considerar su posición, aceptando como legítimas sus propias motivaciones.

Yo entiendo a la revolución bolivariana como un proceso trascendental, de una conciencia burda hacia una conciencia social que valore y aprecie los sentimientos humanos y el valor esencial de la naturaleza.  

Tenemos que dejar de ser sordos y analfabetas emocionales y evolucionar hacia una sociedad capaz y consciente de reconocer, comprender y apreciar el sentir ajeno. Una sociedad de miembros con habilidades para leer emocionalmente la vulnerabilidad de su entorno humano y natural. 

Se anhela una Nación con una conciencia social y empática, llamada por algunos autores conciencia espiritual (Lina Cristiano). La conciencia o radar social, es nuestra más elevada contribución al nivel y calidad de nuestras relaciones. 
Esta conciencia es la que constantemente nos previene y alerta, que nuestra forma de conducirnos y todo lo que hacemos en nuestra vida, influye y afecta a las personas que nos rodean, que afectamos e influimos al medio que nos enmarca, que dejamos huellas, que constantemente ejercemos un impacto en la vida de los demás, y que somos los responsables de que esa marca, sea beneficiosa, constructiva y positiva.  

El proceso transformador bolivariano es una sucesión holística de cambios en las estructuras económicas, institucionales, políticas, culturales y emocionales. Hemos hecho adelantos en las mejoras de las dimensiones económicas, institucionales, políticas y culturales, pero hemos descuidado por completo la estructura emocional.  

Cuando nos preocupemos por el aspecto de sentimiento de la sociedad, estaremos avanzando en la esencia de este proceso, que no es otra que lograr que todos los venezolanas y venezolanos vivamos felices y dignamente. En ese sentido, debemos propiciar la educación sentimental que nos permita alcanzar un clima de convivencia, coexistencia y de respeto. El respeto es la esencia del civismo.

En este nuevo decenio, estamos llamados a transcender la coyuntura de discordia que agobia a los ciudadanos de nuestro país en estos tiempos. Seríamos irresponsables si dejamos esta herencia de desunión a las futuras generaciones.

Reflexionemos en lo dichosos que somos, el hecho de haber nacido en esta tierra con una belleza natural y humana suprema, en un país de encantos, con tanta magia, abundancia y energía. ¡Hay espacio para todos! 

Cita:

Lina Cristiano: La consciencia espiritual y empatía 

 carlosandes@hotmail.com



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