Precondición de la transición para Otro-Socialismo

Pensamiento (s) crítico (s) socialista (s), elogio de la diversidad

El debate sobre la democracia socialista para el siglo XXI  va definiendo diversas coordenadas y faros de referencia. El llamado “Socialismo del siglo XXI”, se ha planteado en muchos espacios y foros, aunque aún no traduce “conceptos claros y distintos”. No hay una voz mono-lógica que defina los que significa el término ni en Venezuela ni en Nuestra América (no hay ni una autoridad geo-cultural, ni una personalidad intelectual ni política, que sustituya la construcción de figuras del “intelectual colectivo” para un nuevo “bloque histórico”). 

Lo que se prepara día a día es el terreno de posibilidad de nodos de discusión colectiva, que se viene dando en la práctica. En los hechos, es el pueblo trabajador, la multitud plebeya, los movimientos sociales y populares,  los que se van apropiando de formaciones de discurso sobre el Nuevo Socialismo: no hay una gran teoría mono-cultural y mono-lógica, ni una doctrina ortodoxa, como pensamiento único revolucionario sobre el Nuevo Socialismo, y lo que algunos perciben como una debilidad, es para otros una fuerza intelectual colectiva en proceso de elaboración, de construcción de la propia hegemonía ética, intelectual y política: construcción de una hegemonía popular-revolucionaria..   

Viejos debates sobre “espontaneidad” y “dirección política consciente”, sobre “multitudes” y “vanguardias”, se reactivan y reeditan, lo cual es índice de cierta efervescencia en la construcción de núcleos intelectuales de referencia. Algunos apelan a una ciencia infalible de corte neopositivista (y por tanto, farsante de cabo a rabo), otros a una dialéctica con dogmas (desde los marxismos-leninismos a los marxismos-revolucionarios, aparecen corrientes que se aventuran a la dialéctica sin dogmas, y finalmente existe una pluralidad de singularidades revolucionarias que afirman sus saberes insurgentes, sin culto a ninguna gran teoría.  

Las diversas e incluso contradictorias tendencias ideológicas, en gran medida de inspiración marxista y pos-marxista, entran en un juego de inter-fecundaciones, tensiones y bloqueos mutuos. Además, hay nuevos signos que inspiran rupturas epistémicas, éticas y estéticas: ecologistas, críticos del desarrollismo, feministas, espiritualidades liberadoras, pos-modernidades críticas y, pos-colonialidades desde Nuestra América,  pensamientos de la indianidad, la afro-negritud y la sub-alternidad liberadora, que también pujan por su espacio de legitimidad político-cultural, modificando una percepción reduccionista sobre la “gran teoría revolucionaria”.  

Los pensamientos creativos, críticos e insurgentes están a la orden del día. Así mismo, las ortodoxias de todo pelaje defienden sus trincheras y nichos terminológicos. Lo que efectivamente se está desplegando es una plataforma de nodos de pensamientos y saberes para la revolución posible, cada uno de los cuales reclama sus espacios, posiciones, tesis y afirmaciones. En algunos casos, colocando en la mesa de debate, alguno que otro dogma, estereotipo o cliché como señal ideológica.  

No hay que sorprenderse por estos hechos. Hay inercias y nuevos acontecimientos, hay continuidades y discontinuidades. Con luces y sombras, se asoma una polémica-dialógica socialista/comunista/post-capitalista en el seno de la revolución. De manera irregular, espasmódica, trenzada de una que otra emboscada, de una que otra referencia dura al “gran timonel” o al “gran partido”, con líneas de fugas, se despliegan condiciones para avanzar en la refinación de instrumentos teóricos, de cajas de herramientas para la lucha socialista/comunista/post-capitalista  

He allí una mutación, la otrora “teoría revolucionaria” se ha debilitado y diseminado en una multiplicidad de relatos, saberes y teorías  de alcance limitado. Las grandes tendencias radicales: socialistas, comunistas y anarquistas, comienzan a  tomar cierta conciencia  de su dispersión e impotencia, si se enfrentan desde los dogmas de siempre a la fuerza intelectual del Capital, desde la fragmentación y el sectarismo de sus credos infalibles. Reconocen en cierta medida, que la unidad ni se decreta, ni se construye desde principios reduccionistas ni simplificadores, menos aún apelando a principios de autoridad o descalificaciones ad hominem. El debate para ser tal permanece abierto. 

El asunto es abordar la complejidad de las tendencias en juego, establecer la trama, el proceso de articulación política, intelectual y moral de las corrientes ideológicas y referencias  revolucionarias. Reconocer el tejido de voces diferenciales en el proceso de transformación por su vocación anticapitalista efectiva. Si es así, habrá precondiciones para pensamientos críticos y creativos en una revolución posible que sea radicalmente distinta de los socialismos reales y trágicamente fríos del pasado. Si es así, poco a poco se reconocerá la pluralidad teórica en la construcción del Nuevo Socialismo, de Otro-Socialismo sin dogmatismos ni sectarismos, reducidos estos elementos a ser simples anécdotas o inercias de museo.  

Se ha planteado que la biodiversidad es signo de vitalidad y renovación permanente en la bio-esfera. Análogamente, la diversidad teórica revolucionaria aumenta la variedad de lo posible, una adaptación más flexible, eficaz y multi-centrada a los retos que plantea los “saberes de lucha”, frente a las cuadrículas y dispositivos presentes como formaciones discursivas y regímenes de signos que reproducen el metabolismo social del Capital. 

Más que “una teoría revolucionaria”, el asunto va por reconocer una plataforma de saberes, pensamientos y teorías de lucha, que tejen la unidad y diversidad del intelectual colectivo, del general intellect presente en aquellos Grundrisse marxianos, nuevas figuras de para la socialización radical del poder social, para la hegemonía de la multitud popular, reconociendo que la pluriculturalidad y multietnicidad, son parte central de una poliédrica condición humana, donde la multiplicidad, singularidad y heterogeneidad, está cargada de muchos mundos, perfiles, horizontes, utopías concretas y voces liberadoras. Ciencias críticas y saberes insurgentes con afectos revolucionarios, he allí una de las clave de la transición para el nuevo socialismo, que no deja de ser una transición paradigmática.

jbiardeau@gmail.com



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Javier Biardeau R.

Articulista de opinión. Sociología Política. Planificación del Desarrollo. Estudios Latinoamericanos. Desde la izquierda en favor del Poder constituyente y del Pensamiento Crítico

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