Perdón por lo que voy a decir. (Caso Mónica Spears)

En medio del dolor, la consternación y la rabia que produce un hecho como el ocurrido a la actriz Mónica Spears, esposo e hija, no deja de existir una gran hipocresía colectiva. Crucifíquenme si quieren, elimínenme de sus amigos si les parece, pero es la verdad.
Es cierto y de más está decir, que estos hechos son muy lamentables. Por supuesto que lo son.

Pero pareciera que la conmoción es un sentir exclusivo. Todo depende de a quien le ocurra.

Sin ánimos de parecer el insensible del sepelio, cosas como estas –y hasta peores- suceden todos los días en nuestro país y no es que la gente no lo sienta, sino que le afecta de manera distinta. Puedo entender que la TV produce conexiones especiales entre si y el receptor, y mas que especiales –como todos sabemos- llegan incluso a ser tan profundas, que tienen incidencia en nuestra conducta, y eso no lo digo yo, ustedes saben. Bueno, y si no lo sabían, sépanlo.

Pues bien, aquí les va la primera razón para que me crucifiquen, la que a nadie le gusta oír, la que a nadie le agrada, y es que esa televisión que a usted y a sus hijos tanto le gusta, esa pantalla plana de no sé cuantas pulgadas que obtuvo y que pagó bien caro, es culpable en buena medida de la violencia que vive no solo Venezuela, sino el resto de las sociedades del mundo entero, con muy pocas excepciones, las cuales respondieron a este problema sin tanto vericueto. Duras legislaciones son las que han logrado reducir a su mínima expresión este flagelo. ¿Estamos preparados para ellas? ¿Estamos preparados para una pena de muerte con el poder judicial que aún tenemos?

Les aseguro que todos, en el fondo, estamos conscientes del papel perturbador y nocivo que tienen la gran mayoría de las series, telenovelas, películas, etc sobre nuestra sociedad, niños sobretodo. Es un hecho científicamente comprobado. ¿Y entonces?
No es que el gobierno no tenga responsabilidad en el asunto, claro que la tiene y bastante.
Insisto, no solo es el lamentable hecho de Mónica Spears y familia. Es evidente que ya tenemos varios años de ineficiencia e ineficacia por cuanto las estadísticas así lo demuestran. Vuelvan a crucificarme pues.

Por otra parte, ¿Cinismo? No sé. Más bien algo paradójico, pero lamentable y dolorosamente, la ahora conocida como “Ruleta de la muerte en Venezuela” se detuvo en la humanidad, de quien trabajaba en esa misma televisión llena de anti valores; y algo “contra paradójico”, es que a pesar de ello el sentir, la rabia, el dolor pareciera ser mayor.
Ojo, no estoy culpando a la actriz por nuestro problema, no, ella así como otros actores asesinados, solo fueron parte y víctimas del sistema. Un sistema corrompido no solo en instancias gubernamentales como todos sabemos, sino en las privadas, y en donde los medios de comunicación (aunque a muchos les duela o no les de la gana de aceptarlo) son los principales corruptores de ese sistema que acabó con la vida de Mónica, de su esposo y de tantos miles de Venezolanos más. De allí mi reflexión sobre el cinismo o la paradoja.

¿Y entonces? ¿Qué hacemos?

¿Está usted dispuesto a deshacerse de su pantalla plana de 19 o de 42 pulgadas? Rotundamente NO ¿Verdad?

Usted amigo mío, usted amiga mía que está leyendo esta humilde reflexión, no nos caigamos mas a mentiras. Parte de la culpa de lo que ha sucedido es suya, es mía, es de todos. Es del gobierno sí, pero es suya y mía también.

Muchos y muchas de los que están leyendo esto, saben de sobra que es verdad.
Saben que sus hijos –de cualquier edad- ven el programa que les da la gana, sobretodo en las llamada “cableras”, donde transmiten todo tipo de porquerías. Y todo con tal de que el muchacho no lo fastidie y se entretenga. ¿Verdad que si? Igualmente sucede desde el teléfono “Inteligente” o Smartphone, ellos tienen acceso a cualquier sitio de internet (pornográfico o de video juegos de alta violencia), pero no importa, el muchachito está entretenido y así puedo descansar un poco. ¿O no?

Y ante semejante envenenamiento mental, lo único que llegamos a mostrar, es una sonrisa de satisfacción por el “deber cumplido”, al comprarle al muchacho su celular de 15 o 20 mil bolívares para que no se burlen de él. ¿Miento?

Así mismo sabemos – y esta es como para que me eliminen del facebook, del twitter y de donde quieran - , que mientras usted padre, usted madre, que se cae a palos entre semana o los fines de semana, bien sea frente a una licorería o en su casa, escuchando su vallenato a todo volumen, aturdiendo a sus vecinos sin la menor consideración ni respeto; su hijo, si está en la calle, obviamente está aprendiendo de ella y si está con usted, pues estará aprendiendo eso de usted.

¿Dígame cual de las dos situaciones cree usted que es el mejor ejemplo para su hijo o hija?

No le estoy diciendo que no beba o que no escuche música, sino que esté pendiente de su hijo o de su hija, que es su responsabilidad primera antes que el aguardiente; y que de usted será la culpa si ese muchacho en lugar de tomar el camino de los estudios (el cual hoy si existe), decide tomar un arma y asesinar a la próxima actriz. No será del gobierno, sino de usted la culpa.

Y si usted, es de los que al leer esto, se está riendo porque no está dispuesto a quitarse de la boca, una cerveza, un ron, un whiski o lo que sea, para estar pendiente de sus hijos; entonces no se queje, no diga que lamenta la muerte de nadie, no sea hipócrita, que usted no está haciendo nada para solucionar el problema, sino por el contrario lo está alimentando.

Y Usted, definitivamente de revolucionario o de Venezolano, no tiene nada. Hipócrita.



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Jorge Acosta


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