Lea cómo se corrompió la Policía de Maracaibo

Obviamente existen muchos casos que inciden en el corrompimiento de una institución policial, pero en cuanto a Polimaracaibo se refiere, creo que no hay dudas de que su deterioro se agudizó a lo que comenzaron a politizarla.

¿Cuándo y cómo se politizó?, se preguntarán ustedes mis amigos lectores, cuando los alcaldes empezaron a dar órdenes y a tomar decisiones sobre la policía de acuerdo con sus intereses. Les explico.

El comisario Biagio Parisi durante la restructuración de esta institución que se inició a finales de 1999, quiso mantenerla apegada al reglamento y evitar la intromisión del alcalde en los asuntos internos, una cuestión vital para conservar la moral entre los oficiales, pero también por razones políticas puso el cargo a la orden. Sin embargo, hay que recordar que durante su período como director de la Polimaracaibo, los delitos entre los efectivos eran la excepción, no la constante.

Ahora, ¿cómo puede un alcalde corromper una policía?, fácil como les acabo de decir: dando órdenes y tomando decisiones reñidas con sus principios y sin tomar en cuenta la prevención, seguridad y el orden público, objetivos para lo que son creados estos organismos.

En el caso de Polimaracaibo, la convirtieron en una caja chica. A través de los jefes policiales de alta jerarquía ordenaron ponerlos a multar a los conductores. ¿Para qué?, para recabar un dinero que no se revertía en beneficio del cuerpo. ¿En que lo gastaban?, vaya usted a saber… Acerca de esto por cierto, hay una investigación abierta en esa institución.

Tomaron la decisión de montar alcabalas móviles, y es hartamente conocido que esos puntos de control lejos de combatir la inseguridad, por un lado se convierten en un alerta temprana para el hampón (difícilmente un delincuente cruza una calle si ve en medio de la vía a un grupo de oficiales armados) y por otro, estimula la corrupción, la matraca.

Está demostrado que las alcabalas son una acción efectista de los gobernantes que buscan en primer lugar generar una sensación de seguridad que no existe y segundo, intentan lograr una impresión de temor en el delincuente con la esperanza de que se repliegue, pero esto no siempre funciona.

Lo cierto es que luego de la salida de Parisi, las cosas comenzaron a cambiar para mal en esa policía. Nombraron muchos otros jefes que hicieron cambios y flexibilizaron normas a costa del orden, la ética, la moral y la disciplina, para congraciarse con los oficiales y poder tener ascendencia sobre el grupo.

Se enquistaron empleados en altos cargos que, basados en el poder que les daba pertenecer al círculo cerrado del alcalde, impartían órdenes a los uniformados que pasaban por la humillación de tener que obedecerles.

Así fueron ocurriendo irregularidades que desmoralizan a cualquier oficial y luego de unos diez años, la gota que derramó el vaso de la delincuencia y la corrupción en Polimaracaibo, fue ordenar el cobro indiscriminado de multas y colocar esas alcabalas móviles a las que siempre se opuso Biagio Parisi, pero que finalmente se impusieron después de su salida y terminaron degeneradas en puntos de matraca.

Con las multas y las alcabalas, los efectivos corruptos hicieron una especie de agosto, era casi una locura colectiva verlos en la calle con los talonarios en la mano abusando de los choferes. Aunque es justo reconocer que actualmente existe gran expectativa con la nueva directiva que nombraron en esta institución municipal, la cual está encabezada por el comisario Eduardo Villalobos.

Pero en fin, los oficiales que se quieran poner la mano en el corazón y hacerle honor a su uniforme, no deben olvidar que de esa forma comenzó la debacle de Polimaracaibo para perjuicio de los policías honestos y la ciudadanía en general. También deben llevar impreso en el alma, los nombres de los responsables que los condujeron a tremenda desgracia.

albemor60@hotmail.com


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Alberto Morán


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