O de como el pueblo aprendió a bachaquear

EL DISCRETO ENCANTO DEL MODELO RENTISTA

I. TODO SE ORIGINA EN EL CAPITALISMO RENTISTA

La actividad del bachaqueo, como el consumo de cocaína, no se origina en los sectores populares como en muchos casos se juzga, sino en las capas medias y altas de la sociedad. En la segunda mitad del siglo XX, en medio de sus frecuentes viajes a Miami, los burguesitos y sifrinitos venezolanos importaron el hábito de consumir drogas de alta potencia hacia el este de Caracas, desde donde se extendió, como toda moda, hacia el resto del país.

Sucede igual con este vicio de conseguir productos a precios subsidiados, acapararlos y revenderlos a precios exorbitantes, que según mis cálculos inicia con el surgimiento del capitalismo, si lo vemos en una escala generalísima, pero que desde una mirada concreta en la Venezuela de hoy se acentúa con la creación de CADIVI. Si en un sistema capitalista tradicional el dólar es una mercancía, en una sociedad rentista como la nuestra, con férreos controles, se convierte en un fetiche por el que muchos están dispuestos a pagar, incluso arriesgando sus vidas como quien trafica con drogas.

Si echamos el tiempo diez años atrás, recordaremos gente de las clases medias y altas ofreciendo dinero por nuestros cupos en dólares para viajar o comprar en el extranjero o proponiendo la creación de empresas de maletín para, en complicidad con funcionarios corruptos, recibir la aprobación de inmensas cantidades de dólares que serían vendidas por jugosos montos. Así pues, el bachaqueo que conocemos hoy inició con la apropiación vulgar de nuestros dólares para revenderlos a precios criminales.

Pero como el cinismo es ilimitado y gratuito, estos sectores medios y de clases altas que denigran del pueblo humilde que se busca la vida de manera ilegal, siguiendo el modelo que ellos mismos le impusieron y que, debemos admitir, el gobierno ha permitido, expandieron su práctica hamponil a todas las esferas de la actividad comercial. Si seguimos echando la mirada atrás, recordaremos el acaparamiento de vehículos que se desató a partir del 2008, primero con la cobranza de "vacunas" que oscilaban entre 10% y 20% de su precio, para luego llegar al extremo de revenderlos hasta diez veces su precio original. Hicieron lo mismo con el cemento, con la cabilla, con el papel para las imprentas, con los repuestos y con todo lo que representare una posibilidad para especular, aunque "ofreciendo puestos de empleo", como dijera el infame de Mezerhane en un acto de confesión.

Es obvio que la compra de dólares, por muy irrisorio que sea el precio, no la practican los pobres. En primer lugar porque el sistema está creado para excluirles de tal operación y en segundo lugar porque está fuera de su lógica de consumo o de sus necesidades. También es obvio que la compra-venta de vehículos o de materiales de construcción por gandolas tampoco la practican los "pata en el suelo", sino las clases pudientes que iniciaron esa espiral en descenso de los valores humanistas, de la ética, e incluso de la vida; hundiéndose en el abismo donde se degrada la especie humana cuando trafica con la guerra, con el hambre o con las necesidades de un pueblo.

II. EL SER SOCIAL DETERMINA LA CONCIENCIA

Cada vez que un venezolano raspa su cupo de dólares en el exterior con el propósito de revenderlos, se le fortalece la cultural del bachaqueo, es decir, de la riqueza fácil, máxima premisa del capitalismo rentista; es muy probable que con las ganancias que obtenga compre una gandola de cemento para luego revenderla a precios estratosféricos y que de allí salte al contrabando de comida hacia Colombia hasta terminar, no tengo dudas, siendo traficante de cocaína o lavándole el dinero a los mafiosos.

Era imposible que no se asimilara en la cultura de un país esta práctica del enriquecimiento veloz, permeando la vida de muchas personas en un ambiente de total impunidad. Es un elemento vital de la lucha política que se libra en Venezuela desde hace quince años, donde cada modelo intenta hegemonizar a la sociedad, principalmente, desde los factores que integran su cultura. Podríamos decir entonces que se anotó un punto el modelo capitalista al haber impuesto el bachaqueo como medio de subsistencia para algunos sectores humildes; un misil a la conciencia social del sujeto histórico revolucionario que debilita y desmoraliza al pueblo, presentándoles como lumpen que toca el fondo de un "socialismo fracasado".

La burguesía es astuta y actúa desde la doble moral. Ha sido históricamente la clase que roba la fuerza de trabajo al pueblo, que acapara los productos y materias primas para extraerles grandes ganancias, que guarda en sus bancos las riquezas del planeta, que sustrae los más valiosos recursos al mar y a la tierra; son expertos bachaqueros, muy organizados y tan sofisticados que llegan incluso a parecer gente y no bestias depredadoras.

También la clase media es hipócrita al criticar la economía centrando la atención en los bachaqueros de a pie, esos que compran la leche a precio regulado para revenderla diez veces su precio, porque son precisamente los sectores medios quienes se pegaron al negocio del Cadivismo, en su forma "raspacupo", bachaqueando dólares por diez años.

Es así como el capitalismo rentista se expresa en todos los sectores de la vida venezolana hoy día, teniendo al bachaquero como su actor principal y al pueblo en general como su víctima. Burgueses bachaqueando dólares, materias primas, fuerzas de trabajo y grandes extensiones de tierra fértil y urbana, clase media bachaqueando "cupos" y gente pobre bachaqueando comida.

De tal manera que la táctica para suprimir esta actividad criminal debe encuadrarse en la estrategia de la lucha política para erradicar el modelo rentista y levantar la sociedad socialista, abriéndole paso a una nueva cultura, fundamentada en la cooperación, la solidaridad, el trabajo como hecho liberador y lo colectivo por encima de lo individual. Es una ligereza culpar de los males económicos a la gente pobre que bachaquea; teniendo su origen estos trastornos en la oscuridad del modelo explotador más feroz que haya conocido la humanidad y el planeta: el capitalismo.

III. ¿QUE HACER?

La transformación de la economía será posible al modificar el modelo rentista que se fundamenta exclusivamente en la extracción y comercialización del petróleo, construyendo un poderoso aparato productor de bienestar para el pueblo, que diversifique la obtención de riquezas. Al mismo tiempo se deben echar las bases para transformar definitivamente las relaciones de producción capitalistas en aras de que los medios de producción pasen a manos del pueblo organizado y consciente. De este proceso de transición económica surgirá la cultura nueva y jamás el Pueblo humilde volverá a ser lobo de sí.

Como la solución es política su aplicación debe ser con enfoque militante; es decir, no limitada al entorno del Gobierno Bolivariano, sino desde los Partidos de la Revolución y el Poder Popular.

Cada militante hoy debe desplegarse con la tarea de organizar la lucha desde abajo, sembrando la esperanza de la patria libre y el socialismo como única vía de salvación de todas las especies vivas. Que se converse en cada esquina sobre este nuevo modelo económico, que en cada barrio se discuta en foros los documentos clásicos del capitalismo y del socialismo, contrastándolos audazmente. Que nos sumemos a la reivindicación de la lucha sindical y obrera, generando plataformas unitarias que les permitan avanzar con fuerza a la conquista del poder. Que nos volquemos al campo a sembrar el futuro. Que detectemos en nuestro entorno a quienes se hicieron portadores de la práctica criminal del bachaqueo o de otra expresión capitalista y le suministremos razones sagradas por las cuales luchar y cambiar. Este tiempo de crisis es el minuto estratégico para la revolución socialista, solo en ella ascenderemos a la más elevada forma del género humano.

MILITANTE COMUNISTA.

@paradaliteraria

paradacreativa@gmail.com

 



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