"Defensa Integral de la Nación" se llama la nueva doctrina militar desarrollada por la Revolución Venezolana que se va a implementar rápidamente en el país de Bolívar. Muchos aspectos de la nueva concepción son secretos, como es lógico, pero es posible trazar una idea general del nuevo paradigma que sustituye el de la postguerra y del pentagonismo estadounidense.
La nueva doctrina nace como respuesta a la amenaza militar estadounidense y, como tal, refleja los rasgos estructurales de toda doctrina de guerra de defensa, diseñada para disuadir o derrotar a un agresor numéricamente y tecnológicamente muy superior. La concepción de la “Defensa Integral de la Nación” es, por lo tanto, hija sui generis de la misma partera de la historia que engendró las teorías militares sobre la “guerra popular prolongada” de Mao Tse Tung y Ho Chi Minh/Vo Nguyen Giap en Asia, y “la guerra de todo el pueblo” en Cuba.
La tarea de “profundizar y acelerar la conformación de la nueva estrategia militar nacional” ha sido definida por el Presidente Hugo Chávez como uno de los diez objetivos estratégicos para lo que el mandatario denomina la “Nueva Etapa” de la Revolución, que se inició a partir del referendo revocatorio del 15 de agosto del 2004 y de las elecciones regionales de noviembre. Los diez objetivos estratégicos tienen la función de dejar atrás a una etapa, en la cual “fuimos bastante lentos e ineficientes” (Hugo Chávez), para avanzar en la construcción “del nuevo modelo democrático de participación popular”; crear un “nuevo sistema económico”; conformar una nueva “estructura social”; acelerar la creación de una “nueva institucionalidad del aparato del Estado” y seguir impulsando el “nuevo sistema multipolar internacional”.
La nueva doctrina militar, basada en el Artículo No. 326 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela ---que estipula que “la seguridad de la Nación se fundamenta en la corresponsabilidad entre el Estado y la sociedad civil”--- tiene por supuesto axiomático que la revolución ha entrado en “una fase antiimperialista” que requiere ser profundizada y consolidada mediante tres líneas estratégicas de acción.
La primera se refiere al fortalecimiento del componente militar de la nación, que prevé el incremento de los contingentes militares de tropas en todo el país; la optimización de la capacitación de las tropas regulares y de los batallones de reservistas; el análisis de la posibilidad de un teatro de operaciones militares en algunas regiones de la nación, sobre todo, si la amenaza paramilitar aumenta; la recuperación y actualización de materiales y equipos de las Fuerzas Armadas y, en la medida de lo necesario, la adquisición de nuevo material de guerra adecuado a las condiciones de defensa nacional en tierra, agua y aire.
En el área doctrinal se prevé el establecimiento de nuevas normas y directrices que reestructuren la actividad militar en función de un esquema fundamentalmente “defensivo” dentro de una guerra asimétrica, planteamiento que incluye la determinación de centros de gravedad en todos los ámbitos. También se procura identificar mercados alternativos de tecnología bélica y desarrollar la propia industria militar en consonancia con el modelo de desarrollo endógeno.
La línea de intercambio militar de Venezuela se orienta hacia los países de Suramérica, afirma el Comandante General de la Aviación, general Roger Cordero Lara, cuyo Estado Mayor estudia conjuntamente con altos oficiales de la aviación brasileña la adquisición de nuevos aviones brasileños AMX Tucanos y de radares; mientras que se espera el suministro de los mejores helicópteros de ataque y asalto disponibles en el mercado mundial, los rusos MI-35 y el suministro del fusil de asalto Kalashnikov Ak-47, junto con lanzacohetes RPG-47 y lanzagranadas, cuyo enorme valor militar ha quedado demostrado en Irak. Todo esto no sólo para mejorar el parque militar, sino también con la finalidad de establecer un proceso de permanente transferencia tecnológica que incluirá aspectos del parque aeronáutico de China, India y Rusia, entre otras naciones.
La segunda línea estratégica de trabajo consiste en la consolidación y profundización de la unión cívico-militar y la tercera se refiere a la necesidad de lograr la participación popular masiva en la Defensa Integral de la Nación. A tal fin se duplicarán las fuerzas de reserva organizada a alrededor de cien mil hombres y mujeres y se procurará, entre otras medidas, la incorporación de militares profesionales en retiro en tareas de organización popular para la defensa en cada barrio, en cada fábrica, en cada lugar donde haya “un grupo de patriotas, ahí deben estar organizándose para la defensa territorial”.
Entre los objetivos específicos de la nueva doctrina se plantea la constitución de consejos regionales y locales de seguridad como vehículos de control de la reserva y de coordinación con los organismos civiles, mejorar el stock de reservas alimenticias y de otra índole para situaciones de emergencia y el desarrollo de la industria militar venezolana, tal como arriba ejemplificamos.
Los escenarios posibles de conflicto para las Fuerzas Armadas Nacionales (FAN) de Venezuela han sido definidos en una lección magistral del Comandante General del Ejército, General Raúl Baduel, con motivo del 51º aniversario de la Escuela de Infantería, en junio del 2004. En la exposición que se nutre de textos tan variados como los de Sun Tzu, Simón Bolívar, Peter Drucker, Noam Chomsky y Raymond Aaron, el general esboza los siguientes escenarios:
1. Una guerra de IV Generación, con el propósito de desestabilizar al país como paso previo a la conducción de operaciones destinadas a desorganizar y finalmente destruir el Estado-Nación; 2. el golpe de Estado, subversión y acciones de grupos separatistas, promovidos por organizaciones políticas transnacionales llamados predadores corporativos; 3. un conflicto regional y, 4. una intervención militar al estilo de la coalición que interviene en Irak, desarrollando operaciones combinadas bajo el mandato de la OEA-ONU o con prescindencia de el.
Los objetivos transnacionales de un conflicto serían: 1. escarmentar las tesis nacionalistas; 2. garantizarse el acceso irrestricto, seguro y barato a tan importante fuente de energía; 3. consolidar la tesis del globalismo y, 4. extender el dominio anglosajón del planeta al menos por la próxima centuria.
Es necesario “romper el paradigma de lo estrictamente convencional de la guerra” y definir nuestra propia concepción en función del concepto de la defensa integral, afirma el general, que se perfila como uno de los pensadores más importantes de la nueva vanguardia militar latinoamericanista que desde Brasil, Venezuela, Cuba y Ecuador apoya crecientemente la integración real de la Comunidad Suramericana de Naciones (CSN).
La adopción en Venezuela de la sabiduría militar milenaria de lo que el libertador vietnamita Vo Nguyen Giap, arquitecto militar del triunfo sobre el imperialismo francés y estadounidense, llamaba “Guerra del pueblo, ejército del pueblo”, es un extraordinario paso en la reconquista de las soberanías de la Patria Grande. Porque, al privarle al agresor del centro de gravedad de su ataque ---la destrucción física del ejército convencional--- se le quita la posibilidad de la batalla decisiva y de la victoria rápida y se le obliga a la guerra popular prolongada, en la cual no podrá prevalecer.
La adopción de la doctrina militar milenaria de la unión ejército-pueblo en la guerra de defensa integral, por otras naciones de la Patria Grande, será vital para la integración latinoamericana, porque volverá imposible el uso de la fuerza militar de Washington contra ellas.
En voz de la sabiduría militar del General Giap: “Si el enemigo se concentra, pierde terreno, si se diluye, pierde fuerza.” Esta antinomia fue imposible de resolver para el Pentagonísmo estadounidense en Vietnam. Lo será también ante una Patria Grande unida.
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