América Latina: contrastes




La anterior ha sido una semana de contrastes en América Latina. Por un lado, el periplo de la petrosecretaria Condoleezza Rice -cerebro prestado que guía las acciones de su ignaro patrón George W. Bush- se concentró en descargar contra Cuba y Venezuela una sobredosis de bilis porque estos paradigmas de auténtica democracia, rebeldía, antimperialismo, soberanía e integración latinoamericana revuelven las entrañas del imperio. Pero apenas encontró eco entre los gobiernos, no en los pueblos.

Si bien el objetivo principal de la gira de Rice, que parece haber logrado, era neutralizar una eventual autonomía de la Organización de Estados Americanos (OEA) frente a Washington, lo más destacable es que por primera vez en la historia del organismo Estados Unidos no pudo imponer en la secretaría general al personaje de su preferencia y no sólo tuvo que aceptar otro candidato, sino conformarse con apretarle las tuercas a última hora. Lo que no entienden Rice y demás cofrades de la mafia neonazi bushista es que ya no están en los salones del desprestigiado ente hemisférico, sino que es en las calles y plazas donde se decide el destino de nuestros pueblos. No se percatan de lo que ocurre ante sus narices y que ni mil OEA son capaces de contener la rebeldía popular en marcha en América Latina. El fenómeno no es nuevo y viene de una larga tradición latinoamericana que reapareció con fuerza inusitada con las políticas neoliberales, pero sólo en esta última semana hemos visto multiplicarse casi en sincronía el escenario de gobiernos a los que la protesta masiva pone irremediablemente en crisis.

No podía faltar una escala en Bogotá con claros tintes antivenezolanos, en la cual la única novedad fue el anuncio de que el Plan Colombia "terminará", aunque es obvio que el apoyo a Bogotá en la "lucha contra el narcotráfico" y el "terrorismo" (léase guerra contra el campesinado, la guerrilla y los movimientos populares del área) seguirá existiendo de facto. La secretaria de Estado también marcó como prioridad en su agenda la situación de Ecuador, donde su postura en esencia busca que la OEA desautorice la destitución del títere Lucio Gutiérrez que lograron el pueblo enardecido de Quito y de las principales ciudades, e intervenga en el proceso político de ese país para dar una salida conveniente a los intereses estadunidenses. En San Salvador, última escala de su viaje, el principal asunto fue presionar al gobierno local para pasarle, bajo forma de extradición, la papa caliente del architerrorista Luis Posada Carriles, cuyo ingreso ilegal y solicitud de asilo en el país del norte ha colocado en jaque al imperio, que no sabe ahora qué hacer con su criatura. Con este intento Estados Unidos busca también sustraer ilegalmente a Posada de la acción de los tribunales de Venezuela, país que lo reclama porque se fugó de una de sus cárceles sin que aquél se pronunciara finalmente sobre el cargo de su autoría intelectual en la voladura de una aeronave de Cubana de Aviación, cuyos 73 tripulantes y pasajeros murieron a consecuencia del sabotaje.

Mientras Rice intentaba apagar fuegos y avivar nuevas conjuras contra Cuba y Venezuela, Fidel Castro y Hugo Chávez, reunidos en La Habana junto con sendas delegaciones, avanzaban en la aplicación en sus países de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) con la firma de 49 acuerdos y contratos. Los acuerdos alcanzados aceleran el formidable proceso de integración económica, política y cultural sobre bases de solidaridad y hermandad iniciado entre las dos naciones, totalmente antagónicas a la integración expoliadora y subordinada a Estados Unidos propugnados por la llamada Area de Libre Comercio para las Américas (ALCA) y los tratados de libre comercio bilaterales. Cuba y Venezuela incrementarán sustancialmente el intercambio comercial, así como la cooperación en la salud pública, la educación, la cultura, el deporte, las industrias petrolera y del níquel, la agricultura y la reparación de buques. La estatal petrolera venezolana PDVSA creará una base de operaciones en la isla para el área del Caribe. Como resultado, se crearán miles de puestos de trabajo en los dos países y se incrementará la calidad de vida de los dos pueblos. Aunque sin usar por ahora el nombre de ALBA, Venezuela ha venido dando importantes pasos integracionistas en el espíritu solidario de ese mecanismo con Brasil, Argentina y estados del Caribe.

Se abre así un nuevo camino para América Latina, antagónico al defendido por Rice en su gira.

aguerrra12@prodigy.net.mx






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Angel Guerra Cabrera

Periodista, profesor en Casa Lamm, latinoamericanista, romántico y rebelde con causa. Por una América Latina unida sin yugo yanqui. Vive en México, D.F.

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