Política editorial minera

La masacre de La Paragua, la muerte de seis mineros a manos de militares es detestable, censurable y debe ser castigada. Un juicio espera a los presuntos responsables, ya detenidos. La intervención militar activó el rechazo de representantes de distintas organizaciones gubernamentales y no gubernamentales. Esta lamentable masacre también provocó que algunos medios de comunicación, los que siempre me asombran, se enteraran de que el Gobierno, a través del Ministerio del Ambiente y otras instituciones, lleva a cabo hace más de un año un Plan de Reconversión Laboral que busca salvar la cuenca del Caroní y otras cuencas, de su total desaparición.

La Ministra Jacqueline Faria ha dicho que cerca de dos mil mineros (de un total de ocho mil) están participando (o participarán) en actividades que van desde el turismo hasta una fábrica de artículos deportivos. Pero en los medios que siempre me asombran sólo se pueden escuchar o leer testimonios como este: "Soy hijo de mineros y tengo hijos mineros, sólo salí para estudiar el bachillerato y todas las vacaciones retornaba, no sé hacer otra cosa que trabajar en la mina. Todo lo que tengo lo obtuve de la tierra, la educación de mis hijos, su alimentación, todo, pero ahora el Gobierno quiere quitarme el trabajo y la posibilidad de subsistencia. No me niego a la reconversión, pero dígame usted, ¿cree que con quince días de charlas podría convertirme en un buen carpintero, agricultor o mecánico y vivir de eso?” (Ultimas Noticias, 15-10-06, pags. 41-42)

En la tónica del testimonio anterior ha rondado casi todo lo que he podido ver sobre el asunto. La agudeza de los periodistas se ha dedicado a describir y exaltar la actividad minera desde una perspectiva humana nada desdeñable, pero que deja de lado importantes referencias a lo altamente nociva que es la minería en esas zonas. Según esta forma de ver el problema, el Estado está acabando con una “tradición” centenaria. Las casi dos mil personas que ha mencionado Faria son “difíciles” de entrevistar: “Últimas Noticias en su recorrido por varias minas y poblados, no encontró a ningún minero a quien el Gobierno le haya facilitado un crédito, salvo a unas pocas personas que se dedican a limpiar el caserío denominado Casabe y a otro pequeño grupo que trabaja en el asfaltado de una calle en La Paragua (09-10-06, Pág. 30)”

Da gusto leer crónicas donde algunos colegas hacen alarde de sus habilidades para escribir al estilo del ya no tan nuevo “nuevo periodismo”. En un “reportaje” que leí el domingo pasado, el autor escribe más de veinte mil caracteres y le dedica sólo mil a las consecuencias depredadoras de la minería.

"La mente del minero no va a cambiar con Chávez o los próximos 20 gobiernos; si tienen hambre sacan un diamantico", (...) "Al minero no le pueden poner un horario o un semanal de 200.000 bolívares, porque eso se lo gana en un día; es mentira que se van a poner a sembrar" (El Universal, 9-10-06). Yo también quisiera sacar un “diamantico”. Un día en la mañana, cuando tenga hambre.

Y es que resulta que la minería ahora es una actividad ancestral en Venezuela. Ergo, debemos permitir que sigan acabando con el ambiente, destruyendo la naturaleza, porque 42 años destruyendo el bosque te da derechos para que pases 42 más en la misma actividad. Y encima, darte una condecoración por el servicio prestado a la patria. Son buhoneros de la minería, más contaminantes que los que veo todos los días en el centro de Caracas.

Un amigo dice que el Gobierno es blandengue, “los mineros tienen que salir de ahí como sea, que reconversión ni que nada, ¿hasta cuando permitiremos que acaben con el ambiente?”. Como vemos, si este pana fuera dueño de un medio, tal vez leeríamos otras cosas.

*Periodista


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Mercedes Chacín*


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